En las series, cuando una persona desaparece sus familiares y amigos aguardan 24 horas para ponerse en contacto con la Policía. Un error que puede salir caro y que tanto desde la Ertzaintza como desde la Asociación Vost Euskadi aconsejan no cometer. A lo largo de 2017, en Euskadi se recogieron 4.080 denuncias por desapariciones, de las cuales 1.140 correspondieron a Álava, 1.245 a Gipuzkoa y 1.695 a Bizkaia. Los expertos aseguran que las primeras horas pueden ser cruciales y recomiendan contactar con el 112 una vez que se han llevado a cabo las comprobaciones básicas en el entorno sin que la persona aparezca.

De esas 4.080 denuncias tramitadas en Euskadi -un número muy similar al de años anteriores- el 60% está relacionado con menores. De ellos, un 45% se encontraba alojado en un centro de acogida o similar en el momento de su desaparición. En el caso de los adultos, durante el año pasado la Ertzaintza buscó a un total de 657 mujeres y a 958 hombres. Al cierre del ejercicio, se habían resuelto 4.005 expedientes, lo que supone un éxito del 98%. 75 denuncias de 2017 continúan aún abiertas.

Hugo Prieto, Jefe de la Sección de Delitos contra las Personas de la Ertzaintza, detalla que dentro de estas denuncias pendientes de resolución, 68 son “de riesgo limitado” y las 7 restantes “de alto riesgo”. Dentro del segundo grupo se incluyen aquellos casos en los que la persona desaparecida presenta alguna minusvalía o enfermedad que requiera de atención constante, menores, víctimas de violencia machista... También el lugar en el cual se produce la desaparición puede incrementar el grado de riesgo. Si hablamos de zonas costeras o de montaña, sobre todo en épocas de mal tiempo, el peligro puede verse multiplicado a pesar de que la persona se encuentre físicamente en buenas condiciones.

La Ertzaintza establece incluso una calificación de “alto riesgo con criminalidad” que, como detalla el responsable de la unidad, se aplica cuando existen indicios de que la desaparición pueda haber sido forzada. “No porque la persona pueda tener hábitos de riesgo, sino porque las circunstancias que rodean a la desaparición lleven a pensar que puede darse un acto delictivo”, puntualiza.

En lo que a la actuación policial atañe, en los casos de riesgo limitado se activan los preceptivos dispositivos de búsqueda y se registra a la persona como desaparecida en las bases de datos dispuestas para estas situaciones. Además, se abre un señalamiento Schengen por si pudiera aparecer en algún país miembro de la Unión Europea.

Al subir un escalón y situarnos en un caso de alto riesgo, la Ertzaintza añade, de forma inmediata, una ficha ante mortem a todo lo anterior. Ante la posibilidad de que la vida de la persona desaparecida corra peligro, los servicios científicos de la Policía autonómica recogen todo tipo de información: ADN, fotografías, radiografías... Cualquier dato que permita contrastar de forma rápida cualquier evidencia o rastro que pueda aparecer durante el transcurso de las investigaciones. En las desapariciones de riesgo limitado, esta ficha no se lleva a cabo hasta que han transcurrido siete días.

Finalmente, en los supuestos que revisten una posible criminalidad, la Unidad Central de la Ertzaintza pasa a ser directamente la instructora de la investigación, que adquiere carácter judicial y se busca el delito subyacente.

“Cuando una desaparición empieza a ser preocupante para la persona que está esperando y una vez realizadas todas las comprobaciones en el entorno, si vemos que la ausencia de la persona está fuera de todo comportamiento habitual y nos genera angustia, hay que llamar al 112. No hay que esperar”, explica Prieto. La Sección de Delitos contra las Personas de la Ertzaintza sabe por propia experiencia que existen épocas en las que la cifra de denuncias aumenta. Estos picos suelen coincidir con los fines de semana y con la época de fiestas patronales, durante el verano.

labor en redes sociales Una de las vías más rápidas para dar a conocer una desaparición son las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea. Pero para que estas herramientas tecnológicas surtan el efecto deseado es necesario gestionarlas de forma adecuada. De ello se ocupa la Asociación de Voluntarios Digitales de Emergencias de Euskadi, Vost Euskadi, quienes sirven de apoyo en la gestión digital de este tipo de situaciones y de soporte a los equipos de intervención.

Nada más recibir la alerta de que ha desaparecido una persona, los voluntarios de la agrupación se ponen en marcha. El aviso puede llegar por cauces oficiales, a través de las redes sociales, por los medios de comunicación o incluso porque la familia se pone en contacto con ellos.

El primer paso consiste en contrastar la información, bien con los familiares o por medio de las vías oficiales -Ertzaintza y SOS Deiak-. Una vez confirmada la información, se confecciona una ficha digital con los datos del desaparecido. Los datos se difunden a través de todos los canales que gestiona Vost Euskadi -Twitter, Facebook, WhastApp, su propia app, etc.- y se monitoriza la información. “Evitamos que se propague información confusa, rumores y bulos”, puntualiza uno de los voluntarios.

En el caso de que la persona desaparecida sea localizada, comienza la segunda parte del trabajo. “Informamos de que se ha encontrado, procedemos a borrar todo lo que se ha difundido por nuestra parte sobre esa búsqueda y solicitamos que se eliminen los datos que todavía sigan activos en Internet. A veces resulta complicado que la gente haga caso, pero tenemos que evitar que sigan abiertas cadenas de mensajes que no terminan nunca”, apunta.

Los voluntarios de Vost Euskadi compaginan esta labor altruista con sus ocupaciones personales. La mayor parte del tiempo trabajan a distancia, desde casa, conectados entre sí a través de Internet. Siempre hay alguien operativo, monitorizando la información desde una cuenta, y si surge una alerta se ponen en contacto por medio de un grupo de WhatsApp. Comienzan a trabajar y se apoyan los unos a los otros. Su red está actualmente integrada por una decena de voluntarios que actúan desde los tres territorios históricos. “La mayoría somos gente relacionada con las emergencias, informáticos, periodistas... Entre todos sacamos adelante el trabajo”, añaden.