Vitoria - A los vecinos de los portales números 40 y 42 de la calle Santo Domingo se les ha agotado la paciencia. Un mes después de que el Ayuntamiento ordenara el desalojo de sus viviendas porque los inmuebles amenazaban ruina, aseguran que el trato que les ha dispensado el Departamento municipal de Políticas Sociales es “indigno”. Relatan numerosos casos de familias obligadas a dar saltos continuos de casa en casa, de equipamientos insuficientes o de, directamente “abandono” por parte del Consistorio. Ante este panorama y tras escuchar las palabras pronunciadas por el concejal del ramo, Peio López de Munain, en el último Pleno, han decidido plantarse. Aseguran que el edil “miente” al afirmar que todos los vecinos han sido atendidos apropiadamente y le dan de plazo hasta el día 10 para que ordene realojos definitivos y adecuados a las necesidades de las familias.

Por el momento, los vecinos, agrupados en la plataforma Santo Domingo Bizirik!, han convocado una “kalejira cacerolada” para mañana. La marcha partirá desde los portales 40 y 42 de Santo Domingo y recorrerá gran parte del Casco Viejo gasteiztarra. Si el Ayuntamiento sigue sin ofrecerles soluciones definitivas antes de que concluya el plazo señalado, el portavoz de los residentes y presidente de la asociación Gasteiz Txiki, Manu Arakama, aseguró ayer que las movilizaciones se endurecerán notablemente.

Hanan Boudira, una de las afectadas por el realojo, mostraba ayer vídeos tomados con su móvil del estado en el que halló el piso de la calle Cubo que el Ayuntamiento le ha adjudicado para vivir. “Como veis nos encontramos con una plaga de cucarachas. Tuvieron que venir a fumigar porque no se podía vivir aquí”, explicaba. Relataba además, cómo Meriem y su familia han pasado por hasta cinco lugares diferentes, uno por semana, desde que fueron obligados a salir a toda prisa de su hogar. “La incertidumbre es absoluta y la improvisación por parte del Ayuntamiento, vergonzosa”, manifestaba.

Las familias llevan fuera de sus casas desde el pasado 28 de octubre y muchas de ellas, según el colectivo, se encuentran en “condiciones humillantes y vergonzosas para vivir el día a día”. Explicaban ayer que Mourad, quien vive con otras tres personas, una de ellas una mujer recién operada de las rodillas, han sido enviados a un pequeño apartahotel donde sólo hay tres camas y el ascensor está estropeado. “¿Qué tenemos que hacer? ¿Dormir por turnos? ¿Y cómo entra y sale la madre si no hay ascensor?”, se preguntaban. Otros, con niños pequeños a su cargo, únicamente disponen de un lugar para dormir en una pensión, pero sin cocina. “Cuando hemos pedido un microondas para calentar la leche de los biberones nos han dicho que bajemos al bar y que lo solucionemos allí”, detallaban.

Ahmed y su mujer se encontraban en Marruecos, enterrando a su hijo de 15 años, cuando se ordenó el desalojo. Regresaron dos días después y se encontraron con que no podían vivir en su casa. “No fueron realojados, pero al final mandaron a la familia a un cuatro sin cocina. Así seguimos”, concluyeron. - A. B.