Vitoria - Camina con orgullo por su barrio cada vez que al presidente de Gasteiz Txiki, Manu Arakama, se le aparece, al poco de torcer la esquina, la imponente torre defensiva más antigua de Vitoria, la de Anda, con su impecable aspecto medieval, gracias a “lo bien que la han dejado” sus trabajos de restauración. Sus sentimientos de pertenencia al Casco Viejo se acrecientan todavía más al recordar el “enorme esfuerzo colaborativo” por sacar adelante el colegio Ramón Bajo. Sin embargo, su mirada se vuelve vidriosa, frente al “ascensor inutilizado” del centro de salud y se pierde del todo ante el “penoso” estado de conservación de las más de 3.200 viviendas que tienen más de 50 años. Dice que son “las luces y sombras” del “lujo de vivir” en su particular joya: la almendra de Gasteiz.
Uno de estos puntos negros es la calle Santo Domingo donde a sus familias este fin de semana se les dio 72 horas para abandonar sus hogares. ¿Por qué Gasteiz Txiki decidió reunirse con sus vecinos?
-El anuncio del desalojo crea una alarma entre los vecinos terrible porque estamos hablando de desalojar a doce familias con niños, con personas mayores, con problemas de movilidad, más luego sus enseres. Y acuden a Gasteiz Txiki para plantearnos qué pueden hacer porque se ven indefensos totalmente y comprobamos que hay una improvisación terrible por parte del Ayuntamiento hasta el momento de que se les plantea sin un plan de realojo.
De eso se enteraron los afectados, cuando acudieron a los servicios sociales de El Campillo, ¿no?
-Eso es. Entonces, en el marco de esta reunión tomamos una serie de decisiones encaminadas a clarificar y ordenar todo lo que es el realojo y de alguna forma al Ayuntamiento a que asuma unos compromisos que posibiliten que las familias se queden tranquilas y, al menos, tengan la seguridad de que no se quedan en la calle, que sus seres se van a quedar bien protegidos, etc.
¿Qué dudas os plantearon?
-Por una parte, el reproche y la queja por la falta de sensibilidad por parte del Ayuntamiento, a la hora de comunicar el desalojo. Eso era evidente y el malestar era generalizado por ese plazo y las formas y la falta de un plan alternativo de realojo, que generó ansiedad e inseguridad. Y a partir de ahí a los vecinos les preocupaba, por una parte, que desconocían el informe de los técnicos municipales que ha posibilitado el desalojo y se planteaban la necesidad de hacer una segunda opinión para ver si, efectivamente, el desalojo respondía a una realidad o era desproporcionado. Y en ello están, en esa elaboración de un nuevo informe por parte de un arquitecto independiente. Y luego había cuestiones más domésticas, por decirlo de alguna forma, como era el caso de cómo quedaban las casas, la seguridad de los pisos, es decir, el miedo, lógicamente, a que pueda haber robos o que pueda incluso haber ocupaciones, por ejemplo.
Como consecuencia de esa reunión con los afectados, Gasteiz Txiki solicitó una convocatoria de urgencia al Consistorio.
-Sí, tuvimos una reunión con el concejal de Políticas Sociales, Peio López de Munain, con la responsable de Urbanismo, Itziar Gonzalo, y estuvo también Sara Buesa, que es la responsable de Asuntos Sociales, y un técnico de Urbanismo. Y ahí se clarificó un poco todo. Es decir, la inmediatez, que era lo más urgente del desalojo, está cubierta y hay una satisfacción razonable, dentro del drama que supone. Y ahora de lo que se trata es de buscar soluciones a medio-largo plazo.
¿Entonces, se ha dado solución a todos sus problemas?
-Yo creo que las familias se quedaron más tranquilas, dentro de lo que supone la gravedad del asunto. Se garantizaba ese realojo en condiciones razonables, pero también había otros problemas, como consecuencia quizá de esa improvisación. Por ejemplo, a una familia que a la madre la acababan de operar de una prótesis de rodilla y le asignan una casa sin ascensor. Entonces, hay que solucionar eso buscando un piso que tenga elevador. Hay que reconocer que ha habido, por parte del Ayuntamiento, buena voluntad, en el sentido de ir solucionando esos pequeños problemas, que también, al final, se hacen grandes.
¿Durante esa reunión de urgencia mantenida con el Consistorio, éste hizo alguna clase de autocrítica?
-En ese sentido sí que apuntaba que, fruto de la inmediatez, sí que hay cosas que se pueden mejorar. Según parece, hay unos protocolos establecidos por incendios o por cuestiones ajenas a la voluntad de nadie, pero no para edificios en ruinas, como en este caso.
Precisamente, una de las demandas recurrentes de Gasteiz Txiki es la de la rehabilitación del barrio.
-Es más, cuando se inicia la campaña de las ITE (Inspección Técnica de Edificios), nosotros lo que planteamos es que por las condiciones del Casco Viejo, no se pueden considerar los niveles de intervención en él, como en cualquier otro barrio. Porque, primero, todas las estructuras de los edificios son de madera. Estamos hablando de un barrio de la Edad Media, que tiene unos problemas urbanos muy concretos como consecuencia de ello y con unas edificaciones que, en todos los casos, tienen 50 años, como poco. Por ello, tiene que haber un plan específico de intervención para este barrio que responda a sus necesidades.
Llama la atención que teniendo en el Casco Viejo la Catedral Vieja, uno de los monumentos más visitados, a su alrededor muchos inmuebles sufran este deterioro.
-Claro. Uno de los nosotros que más percibimos en los últimos años, y sobre todo, con el boom de la Catedral Vieja como gancho turístico, es que da la sensación de que al Ayuntamiento se le ha olvidado de que el Casco Viejo, ante todo, es un barrio con vecinos, y lo más importante en uno así es garantizar una vida digna a los vecinos y solucionarle sus problemas. Y hacer frente a aquellas reclamaciones que los vecinos hagan de cara a lograr una calidad de vida más normalizada, que tampoco pedimos nada del otro mundo. Que este barrio se considere como uno en el que vive gente. Esto no es un monumento muerto para visitar. Esto es un barrio con vecinos que tienen derecho a vivir dignamente.
¿De qué necesidades hablamos?
-Sobre todo, y lo que se percibe en cuanto a un balance en la ITE, es que aquí hay problemas de fachadas, que incluyen el deterioro de los balcones, problemas de tejados y de la estructura del edificio. Porque son estructuras de madera que se mueven y una constante en el Casco Viejo es la humedad, hay mucha y esas estructuras de madera con la humedad se resienten y se mueven. Es como si la madera estuviera viva y entonces se dan situaciones de escaleras movidas, pasillos inclinados, es decir, el edificio se deforma.
Y si esos edificios tienen de media seis vecinos, aumenta todavía más lo que tiene que pagar cada uno por las obras de renovación...
-Efectivamente. En la mayoría de los casos pueden ser seis, pero a lo mejor puede haber algún edificio con diez vecinos. Entonces, entre vecinos con rentas muy bajas, en la gran mayoría de los casos, o pensionistas es impensable. ¿Y qué pasa? Que las ITE sugieren una serie de reformas, pero luego no hay capacidad económica y esas casas se siguen deteriorando hasta que ocurre lo de Santo Domingo.
Con este panorama, parece difícil que el barrio cumpla con la obligación de pasar la ITE, ¿no?
-Ya veremos lo que hacen, pero a mí me da la sensación de que la inmensa mayoría no puede, y el balance creo que va a ser muy negativo por comunidades que no pueden hacer frente a las obras y es un problema generalizado.
Otra necesidad es la de la instalación de ascensores.
-Volvemos a la misma: si el vecino tiene que adelantar el dinero, estamos con el mismo problema, el de que no hay capacidad económica para hacer frente a lo que supone la instalación de un ascensor. Y en el Casco Viejo la solución para muchos edificios tendría que ser en los caños o en las partes traseras de los edificios porque en el interior es materialmente imposible. O buscar situaciones de realojo para aquellos con problemas de movilidad. Aquí hay gente que lleva años sin poder salir a la calle, que vive aislada totalmente porque vive en un tercer piso y no se puede mover de su casa.
Hablando de elevadores, ¿qué es lo que pasa con el que conecta el centro de salud?
-Lleva básicamente parado casi un año como una muestra más del abandono al que nos referimos. No es comprensible, que una infraestructura que los vecinos la necesitaban y la utilizan, esté parada ocho meses y el argumento sea que no hay piezas de repuesto. Para nosotros es muy difícil de asimilar y aceptar. La actitud del Ayuntamiento es de absoluta resignación. Y no puede ser porque es una infraestructura necesaria para el barrio porque facilita el acceso al centro de salud, y de las personas mayores, con críos, y es incomprensible que lleve parada tantos meses. Y a veces terminamos pensando que hay algo que se nos está ocultando porque nadie tiene un ascensor parado siete meses por falta de repuestos en el siglo XXI.
El Consistorio alega que poco puede hacer por arreglarlo ante los continuos sabotajes.
-Ha habido problemas de sabotajes, que hemos denunciado como asociación de vecinos, porque lo consideramos una actitud insolidaria terrible hacia las personas con problemas de movilidad. El sabotaje puede afectar al mobiliario, los cristales, a la carcasa exterior, pero el interior, lo que es la mecánica del ascensor, que es lo que dicen que está estropeado, ahí nadie tiene acceso. Entonces, ¿eso cómo se ha estropeado? Y si ha pasado así, como dicen, tiene que haber repuestos.
¿Cuál es la solución? ¿Cambiar a la empresa que se encarga de su mantenimiento?
-En el terreno doméstico, si tienes un electrodoméstico y no te funciona, lógicamente, si has contratado un servicio de mantenimiento, tienes que replantearte ese servicio o empresa, salvo que se nos esté ocultando alguna información de cambiar el proveedor por alguna circunstancia. Pero que se diga y que no se nos tome el pelo.
¿Dadas las peculiaridades del Casco Viejo, se necesitan ayudas específicas a la rehabilitación?
-Es otra demanda que hacemos, que en base a la renta de las familias que se tendrían que establecer mecanismos que faciliten que el vecino no tenga que adelantar el dinero. Y si no, el Ayuntamiento, Diputación o Gobierno Vasco, de forma subsidiaria, tendrían que hacer frente a esos arreglos imprescindibles para que esa casa se considere habitable, con dignidad. Pero lo primero es intervenir, solucionar el problema y luego ya se verán los mecanismos de financiación.
¿Funcionaría en el Casco Viejo un proyecto de regeneración integral, como el planteado en Coronación?
-Podría funcionar, claro. De hecho, hay cascos viejos en muchas ciudades que se han rehabilitado poco a poco, sin ningún problema. Cuando hay interés turístico, vemos la torre Anda reformada o la Catedral. Si hay voluntad política, se puede solucionar. Si en Coronación, que es un barrio de 50-60 años, hay problemas de ahorro energético, imaginemos qué no puede haber en el Casco Viejo y cada edificio es un mundo. Por eso, tiene que haber un plan de intervención muy específico. La cuestión es que el vecino del Casco Viejo tiene que ser tratado y respetado con un mínimo de dignidad, y luego ya hablaremos del turismo, de la hostelería o del comercio, pero vamos a garantizar unos mínimos, que es una vivienda y unas condiciones socioeconómicas dignas.
Además de la rehabilitación de viviendas, ¿cuál es el otro proyecto prioritario en el Casco Viejo?
-Tenemos que lograr una normalización de la convivencia del Casco Viejo, como consecuencia de la concentración masiva que hay aquí de todo tipo de acto festivo. Entonces, hay un problema de conciliación de derecho a divertirse y al descanso. En ese sentido hemos pedido en reiteradas ocasiones al Ayuntamiento el inicio de una campaña en la que se impliquen Consistorio, vecinos y hostelería para lograr una normalización en el día a día.
Y, entonces, los vecinos del barrio elaboraron una plataforma contra el ruido.
-Sí, para buscar una fórmula que minimice los comportamientos incívicos. Y se llegó a unos acuerdos que el Consistorio, en principio, tiene presupuestado, como la actualización del mapa del ruido porque creemos que es un problema muy serio.
¿Hay más novedades?
-No son avances sustanciales y en ese sentido estamos decepcionados porque planteábamos que la campaña de sensibilización se tendría que haber dado antes de fiestas y no pudo ser. Hemos planteado a ver si de una vez por todas, arranca esta idea y somos capaces de desarrollar una campaña. Lo ideal sería para Navidad, pero tendrá que ser para Carnavales. En las quejas del ruido también entra la falta de urinarios públicos. En concreto, al Ayuntamiento planteábamos utilizar ese montón de lonjas que hay vacías en el Casco Viejo y habilitarlas. Que tiene una difícil gestión y que es cara, pues seguramente, pero lo cierto es que es una demanda del barrio. Antes los había y los cerraron.