división de opiniones en el entorno de la plaza Santa Bárbara con respecto a su proyecto de reforma en el día en el que arrancaba el vallado perimetral del recinto. Mientras el camión que transportaba las barreras metálicas depositaba su carga en el tramo de Postas comprendido entre las calles La Paz y Los Herrán, algunos vecinos seguían su actividad con una mezcla de curiosidad y desconocimiento en la mirada. Era el caso de Jesús, jubilado que, aunque no vive en el entorno de Santa Bárbara, acude a diario a disfrutar “de la tranquilidad y de la sombra de los árboles”. Consultado por la reforma, aseguraba desconocer que iban a cerrarle la plaza durante 15 meses para recomponer totalmente su fisonomía. “¿Para qué, si está muy bien como está? Ahora mismo pasa muchísima gente por aquí, así que no entiendo para qué la quieren cambiar. Espero que no me quiten los árboles...”, señalaba.
Ángeles, residente en la zona y mucho más informada sobre el proyecto urbanístico, manifestaba una opinión totalmente opuesta. Consideraba que la obra “es necesaria”, ya que “la plaza se ha quedado anticuada” y “los jardines le roban espacio a los peatones”. “Hacía falta algo como la Virgen Blanca, sobre todo cuando justo al lado hay un mercado que es una joya”, ampliaba.
Lo que no le gusta tanto son los detalles referidos al muelle de carga de El Corte Inglés. “He oído que lo van a soterrar -señalaba-, y me parece muy bien, pero lo que no me parece lógico es que una parte la paguen las instituciones con nuestro dinero. Ese muelle, que lleva años generando ruidos y suciedad, lo usa El Corte Inglés y tiene suficiente dinero como para que le tengamos que pagar la obra entre todos”.
De vuelta en el lado positivo, David, de el gastrobar De Aki, en la Plaza de Abastos, tenía claro que la obra “va a suponer un cambio total, porque después de la reforma la entrada principal a Abastos va a ser a través de Santa Bárbara”. Agradecía, además, la terraza con el voladizo que se va a habilitar en el nuevo diseño y que va a ser de uso comunitario para los locales de hostelería del complejo. “Yo prefería una plaza diáfana donde poder llevar a cabo actos importantes como el mercado de Navidad o eventos durante las fiestas de La Blanca, pero aún con todo va a ser un cambio muy positivo. Llevamos tres años esperando este proyecto que va a dar mucha vida a todo el comercio de la zona”, explicaba.
Elena, vecina de la calle Postas, se alegraba de que el Ayuntamiento vaya a mantener los árboles más grandes “porque los vemos desde las ventanas y sería una pena perderlos”. No estimaba que fuera necesario una reforma integral del espacio porque “en general, la plaza está muy bien”. “Con arreglar la fuente y mejorar la piedra del suelo, bastaba. Pero hay que gastar porque hay que gastar”, indicaba.
Mikeldi, residente en la propia plaza, señalaba que, aunque sus padres no veían bien que se invierta en una reforma mientras hay gente que lo sigue pasando mal, a él le agradaba el nuevo diseño. Explicaba que se informó de los detalles a través de Internet y que aunque les tocará soportar unos cuantos meses de ruidos “el resultado merecerá la pena”.
De la misma opinión era Manuel, quien tras la barra de la cafetería Atenea, en Postas, servía café al tiempo que reconocía estar menos informado que sus jefes. “Imagino que las obras nos afectarán, pero cuando acaben seguramente merecerá la pena, porque si no estamos aviados”, evaluaba.