Vitoria - Euskadi mantiene una tasa de pobreza y desigualdad por debajo de la media estatal y europea, pero ello no significa que este territorio esté libre de ella, ya que uno de cada cinco residentes vascos, o lo que es lo mismo, 440.000 personas la padece. Sin ir más lejos, ayer, jornada en la que se reivindicaba la puesta en marcha de más medidas para promover una “ciudad más social, solidaria, ética y cooperativa”, la Red europea de lucha contra la pobreza (EAPN) hizo público que el 17,6% de la población vasca sufre esta dramática situación, porcentaje que alcanza el 27,9% en el total del Estado. Por esta razón, la consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, destacó que el IV Plan Vasco de Inclusión 2017-2021 será el principal instrumento para intentar hacerla frente ya que Euskadi está “plenamente comprometida” con los colectivos más afectados.
Un buen ejemplo de esta implicación se vio ayer en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Vitoria, donde el alcalde, Gorka Urtaran, acompañado del teniente de alcalde y concejal de Políticas Sociales, Peio López de Munain, más concejales de la Corporación municipal, como Ainhoa Domaica (PP), Ane Aristi, Antxon Belakortu (ambos de EH Bildu), Juan Cerezuela (Podemos) y Óscar Fernández (Irabazi) entregaron los llamados diplomas del peregrino a los participantes en el proyecto Pasos para la inclusión, que la Comisión ciudadana Antisida de Álava ha llevado a cabo desde septiembre de este año, gracias al apoyo del Consistorio gasteiztarra, la Diputación de Álava y entidades como la Fundación Vital y la del Baskonia, entre otras. Se trata de una curiosa iniciativa social, emprendida con motivo del 30 aniversario de esta plataforma social, que ha consistido en recorrer un total de 625 kilómetros, equivalentes a la distancia del Camino de Santiago desde la capital alavesa, con el objetivo de concienciar sobre la importancia de seguir reivindicando políticas activas a favor de la inclusión.
La andadura, en concreto, contabilizada con podómetros, comenzó el pasado 11 de septiembre y ha contado con la ayuda del centro municipal de acogida Casa Abierta, el recurso nocturno Aterpe, el centro de día Estrada, la casa de acogida Besarkada Etxea, los pisos tutelados municipales (con 140,6 kilómetros al finalizar su etapa), el servicio de educación de calle, los servicios de prevención y atención al VIH y de los propios concejales.
“Doble estigma” No en vano, el primer edil de Gasteiz, antes de proceder a la entrega de las acreditaciones a todos los participantes en este proyecto, agradeció los esfuerzos de la Comisión Antisida durante estos 30 años de trayecto, “para evitar que las personas que sufren esta enfermedad se queden en la cuneta”. Urtaran, además, resaltó su compromiso social y trabajo constante para reducir el “doble estigma” que tienen las personas con sida: debido a su enfermedad y al rechazo social.
A continuación, tocó el turno de la lectura del manifiesto de la comisión, en el que su presidenta, Belén Martínez, remarcó que “la situación de crisis de los últimos años ha producido un incremento de la desigualdad. Una de cada cinco personas en Euskadi, más de 440.000 personas, se encuentran en situación de pobreza y exclusión social. En los últimos años hemos visto también un cambio de perfil: parados de larga duración, familias monoparentales, personas mayores, minorías culturales, jóvenes sin acceso a empleo ni vivienda o personas con trabajo, pero que sufren de pobreza”.
Tras estas palabras, sus participantes, ataviados con camisetas azules marinas, que han elaborado ellos mismos en diferentes talleres, con el dorsal del 30 aniversario de la comisión a sus espaldas, recibieron satisfechos sus títulos de peregrinos. Es el caso de Ramón Puelles, educador del centro de la Estrada, que realizó la etapa del Camino de Santiago de la costa, “desde Castro hasta Laredo, durmiendo en dos albergues de Cantabria”. O el de Jon, residente en uno de los pisos, quien echó mano en todo lo que pudo. “Conocimos a un jugador del Baskonia (Rinalds Malmanis) y también caminé por Vitoria, por los lugares donde aparece la concha del Camino”. Jon dice que cada paso en este “proyecto participativo, vivo y abierto”, le ha dejado huella. “Me ha gustado. Es una forma de conocernos a todos los que estamos en los pisos”, afirma con una sonrisa en su boca y con un ojo puesto en el lunch solidario que sirvieron al acabar el acto.