labAstida - Gracias al interés de los ayuntamientos de Labastida y Peñacerrada por poner en valor el patrimonio que tienen en común, en este caso el monasterio de Toloño, se ha logrado una segunda fase de ayudas de la Diputación para realizar diversas actuaciones que permitan consolidar lo que son las ruinas del monasterio para evitar su deterioro, pero también para ofrecer seguridad a los visitantes que ascienden a esta cima a lo largo del año.
La idea es conservar, al menos, lo que queda, unos restos que forman parte de la memoria histórica y cultural de esa zona del territorio. Con esa idea se planteó la necesidad de la ayuda a la institución foral que ya a finales del año pasado y comienzos de 2017 realizó una primera fase de obras de consolidación. Concretamente, lo primero que se realizó fue acordonar los dos neveros que hay y que tienen una profundidad considerable, y en cuanto a las ruinas, el primer trabajo fue restaurar un contrafuerte que estaba empujando el ábside hacia afuera y reforzar la pared para que no se derrumbara, así como otros lienzos todavía en pie. Asimismo se construyó una pista hasta la altura de 1.200 metros, hasta el pie del santuario, que facilita la llegada de camiones para poder seguir trabajando en el futuro. Aquella fue la primera actuación y ahora se está terminando de acometer una segunda, según comentan los alcaldes.
En concreto, se ha trabajado en la zona del ochavo, que es la parte visible con más decoración de entre las ruinas del monasterio, una parte del chaflán del edificio. Además, los dos ayuntamientos se platearon, a través del programa de ayudas para obras menores de la Diputación, que podían intervenir en consolidar y colocar medidas de seguridad en las dos neveras que hay en el lugar, una en cada término municipal. También en este caso fueron de la mano, aunque presentando cada uno su respectivo proyecto de obra, aunque fueran comunes y similares. Los proyectos fueron aceptados por la Diputación y ya están muy avanzados los trabajos.
Las intervenciones para evitar la desaparición total de los restos que quedan del monasterio de Toloño tienen su origen más consistente en un informe, un proyecto de fin de master en Restauración y gestión integral de patrimonio construido, elaborado por el arquitecto vitoriano Ángel García Armentia, que había ido a parar al cajón de los estudios y temas pendientes de la Alcaldía de Labastida, que es el lugar donde lo encontró la alcaldesa, Laura Pérez Borinaga, al acceder a esa responsabilidad municipal. El encuentro con el estudio supuso una reflexión sobre qué se podía hacer desde el Ayuntamiento para, al menos, consolidar las ruinas, ya que el santuario y el lugar forman parte de la memoria histórica, los sentimientos y las raíces de esta zona.
Muestra de ello es que a Toloño acuden muchas personas en romería, de excursión... “Una puesta en valor puede suponer un aumento de visitas y un beneficio para este municipio y para Peñacerrada, ya que Toloño marca el encuentro de los límites territoriales de ambos pueblos”, apunta Pérez. Y la idea no estuvo desacertada, ya que el alcalde de Peñacerrada, Juan José Betolaza, también tenía el mismo propósito en mente desde que accedió a la Alcaldía.
Entre Labastida y Peñacerrada. Marca el encuentro de los límites territoriales de Labastida y Peñacerrada, así que los alcaldes de ambas localidades se han puesto de acuerdo para solicitar ayuda a la Diputación y acometer los trabajos.
Visitantes. A la cima de Toloño se acercan todos los años multitud de visitantes que suben ya sea en romería, excursiones particulares y en un o para practicar senderismo.