vitoria - Quince años después de su creación, la plataforma Araba Sin Garoña dice adiós oficialmente. Logrado el objetivo para el que fue gestada, la iniciativa se disuelve no sin antes celebrar, el próximo día 30, un gran acto festivo en Vitoria, kalejira y comida popular incluida, con el Casco Viejo como epicentro. A partir de ahora, las distintas organizaciones que hasta ahora conformaban Araba Sin Garoña trabajarán por su lado para, entre otras cosas, escudriñar el “largo y complejo” proceso de desmantelamiento de la central nuclear burgalesa, que podría prolongarse hasta 2033, o el futuro de “las 218 toneladas de combustible radioactivo” de la planta que se guardarán en el Almacén Temporal Individualizado (ATI) del recinto.

Los portavoces de la plataforma, Alberto Frías y Begoña Vázquez, recordaron ayer que el cierre de la central, anunciado el pasado 1 de agosto por el ejecutivo de Mariano Rajoy, se produjo gracias a la fuerza de la presión social contra la reapertura. “El acta de defunción de Garoña se firmó el pasado 18 de marzo con una de las mayores manifestaciones que ha visto el territorio”, aseguraron en una rueda de prensa en la que felicitaron a los alaveses por su capacidad de movilización durante los últimos años para reclamar el cierre definitivo de la planta ubicada a cuarenta kilómetros de Vitoria.

Desde la iniciativa popular, que tomó la decisión de disolverse la semana pasada en la que a la postre fue su última asamblea, censuraron la actitud de instituciones y partidos políticos como PP y PNV, a cuyos representantes institucionales criticaron por querer colgarse medallas cuando “Garoña se ha cerrado gracias a la presión popular, no por motivos económicos”. Sobre el desmantelamiento de la central, participada a medias por Iberdrola y Endesa, desde Araba Sin Garoña lamentaron que “el bolsillo público vaya a pagar parte de los gastos de desmantelarla”, y se felicitaron por haber logrado que “después de quince años conseguimos que no hubiera nadie en Álava que defendiera reabrir la central”. “Pocas plataformas pueden decir que se disuelven porque han cumplido con su objetivo”, concluyeron.

18 de marzo Finalizada la andadura de la plataforma antinuclear, formada por sindicatos y diferentes colectivos y organizaciones sociales, sindicales y vecinales, la concentración del pasado 29 de julio en la Plaza de la Virgen Blanca quedará para la historia como la última reivindicación popular celebrada en Gasteiz contra la central, aunque la de mayor calado tuvo lugar, como incidieron desde la propia plataforma ciudadana, el 18 de marzo de este año.

Durante sus quince años de vida, las manifestaciones y concentraciones convocadas por Araba Sin Garoña para mostrar el rechazo de los alaveses contra la planta han sido numerosas, especialmente en los últimos años, cuando el fantasma de la reapertura de la mano del ejecutivo central del PP al frente empezó a ser cada vez más fuerte.

“No nos hemos hecho amigos de nadie y hemos mantenido nuestra independencia pese a las presiones”, se congratularon ayer en la sala de prensa los miembros de la iniciativa social.

En su historia, Araba Sin Garoña ha visto cómo se llegó a prohibir alguna de las movilizaciones convocadas, como la que quisieron realizar en diciembre de 2015 de forma previa a la campaña electoral y que fue parada por la Junta Electoral Provincial de Álava tras una petición del Partido Popular. En lugar de la manifestación, los convocantes decidieron repartir entre la población pegatinas con el lema Garoña ez, eskerrik asko.

Finalmente, la batalla contra la central de Nuclenor obtuvo su victoria cuando el ministro de Energía, Álvaro Nadal, anunciaba en rueda de prensa el pasado 1 de agosto -“con agosticidad y alevosía, podría decirse, quizás para mitigar su mal sabor de boca por la decisión”, ironizaban ayer los portavoces de Araba Sin Garoña- el cierre definitivo de la planta atómica, poniendo fin a una historia que dio comienzo en 1970 con su construcción.

El ministro informaba de que la central no volverá a funcionar ni a conectarse a la red después de que el Gobierno de Madrid acordara denegar la autorización de funcionamiento. Para justificar la resolución, Nadal argumentó que las inversiones requeridas para la reactivación son muy significativas, que se trataba de la planta más antigua en operación y que su aporte al sistema energético es poco significativo.

“La central de Garoña se cerrará porque se ha usado como un símbolo para la confrontación política, y en la situación de incertidumbre política, y ante la posibilidad de aprobarse normas en contra de la central durante ese periodo, hace inviable que hubiéramos tomado otra decisión”, aseguraba el ministro aquél día. Posteriormente, el coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maíllo, refrendaba que “al Gobierno, evidentemente, le hubiera gustado tomar otra decisión” sobre Garoña, pero “en la situación política que vivimos actualmente no existía el consenso político necesario”.

almacén nuclear Desvanecida la amenaza nuclear, la sombra de Garoña será alargada y el camino hacia su cierre especialmente intrincado, pues en el mejor de los escenarios, su clausura definitiva se prolongará previsiblemente, hasta 2033 o 2034. Por el momento, el encargado de acometer el principio del fin de Garoña, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), está preparando la documentación necesaria para solicitar el desmantelamiento y la transferencia de titularidad de la planta, tras la denegación de la licencia de explotación.

Antes de que la sociedad participada a medias por Iberdrola y Endesa entregue la planta a Enresa para que ésta la desmantele, a Nuclenor le corresponderá la tarea de trasladar el combustible gastado, actualmente en la piscina de la central, al Almacén Temporal Individualizado (ATI) de la central, en principio como paso previo a su envío al Almacén Temporal Centralizado (ATC) de Villar de Cañas en Cuenca, que ni siquiera ha empezado a construirse a la espera de que el CSN apruebe el informe para su creación.

Sin llegar a ser tan peligroso, obviamente, como la reapertura de la central, la construcción del ATI en la planta mantiene vivo sin embargo el peligro de un problema medioambiental en el territorio, pues su ubicación se sitúa, como ha denunciado en más de una ocasión la Diputación, en un punto en el que bajo tierra sus aguas están conectadas de forma directa con el embalse subterráneo de la Llanada Alavesa.

El ATI de Garoña, adjudicado a la ingeniería Idom por un coste de 10,5 millones de euros y que según los plazos iniciales debía estar finalizado hace unos meses, no está todavía completado en su totalidad, aunque parece que no se retrasará más allá de este año.

Fiesta de despedida. Araba Sin Garoña ha organizado un acto festivo para el día 30 (sábado), con el Casco Viejo como epicentro, que contará con una kalejira y una comida popular.

Desde Araba Sin Garoña agradecieron a los alaveses por su capacidad de movilización y su participación en las manifestaciones celebradas durante estos años.

La representante de la plataforma ciudadana censuró la actitud de algunos representantes políticos e institucionales de Álava al colgarse medallas por el cierre de la planta.

218

Son las toneladas de combustible radioactivo que todavía quedan en la central de Garoña.