Dulantzi vive sus fiestas sin descanso. Si el sábado fueron los blusas veteranos y los jubilados los protagonistas indiscutibles de las fiestas, ayer la jornada tuvo como principales artífices a los más pequeños, sobre todo a primera hora de la mañana. Mientras algunos apuraban las horas en la cama y los más trasnochadores se resistían a dar por concluida la juerga, los más pequeños de la localidad se acercaban hasta la herriko enparantza para lanzarse al coso festivo. Todas sus pequeñas miradas se dirigían hacia la Casa de Cultura de la localidad. Tras el enrejado de madera se guarecían los tres toros hinchables que protagonizarían el encierro. Lo primer que atrajo la atención de las decenas de niños y niñas congregados en el parque fue el Minion de gomaespuma. Ataviado con pantalones blancos, el personaje amarillo de dibujos animados con cabeza cilíndrica, reunió en el centro de la improvisada plaza de toros hinchable a grandes y pequeños para el calentamiento previo al encierro sanferminero.
Como manda la tradición los mozos y mozas imploraron protección a San Fermín con los tres cánticos de rigor, alguno de ellos periódico en mano. En el justo momento de finalizar la última estrofa tres bravas reses hinchables hicieron su presencia en la plaza y los más txikis enfilaron la cuesta para dirigirse hasta la calle Mayor. Los más pequeños supieron capear las embestidas con valentía, aunque alguno dio con sus huesos en el suelo. Carrera calle arriba y calle abajo quedaron inmortalizadas en las cámaras y teléfonos móviles de padres y madres. Los txikis vivieron la emoción del encierro con los particulares toritos Cordobés, Hechicero e Imperioso y su minion. “Están muy enfadados”, comentaba el pequeño Adrián apostado en un lateral de la calle Mayor mientras su progenitor trataba de explicarle que no estaban enfadados, sino jugando.
El encierro congregó a un gran número de público y participantes que disfrutaron de lo lindo con las carreras, las embestidas de los toros y los empujones. “Ha sido muy divertido, me lo he pasado muy bien”, comentaba la pequeña Iraia al término del mismo. Las reses regresaron al toril y la plaza de toros hinchable acogió la particular sesión de vaquillas con un toro de cartón piedra al que los pequeños trataron de recortar, esquivar y torear bajo un tímido sol. Adrián fue el primero en enfrentarse al carretón y no lo hizo nada mal. El pequeño Oier recibió un buen número de ovaciones de los presentes y aplausos del público.
Para esa hora del mediodía las calles de la localidad se fueron animando a medio día. Blusas txikis y jóvenes se entremezclaban con los mayores de la localidad para asistir a la misa mayor en la iglesia de San Blas para honrar a la Virgen de Aiala, patrona de la localidad.
Los habituales pasacalles y el bullicio de la gente se encargaron de desperezar a los más dormilones que veían en la cama su más fiel aliada para reponerse de todos sus males.
Mientras los más pequeños lidiaban su particular corrida festiva, los amantes de la cultura se reunían en el auditorio Txema Blasco de la localidad para asistir a la actuación de danza de Kukai. La compañía nacida en Errentería y creada por Jon Maya Sein, en el año 2001, ofreció un espectáculo de danza contemporánea en la localidad.