VITORIA - El ruido ambiental es uno de los elementos que más distorsionan la salud o el bienestar humano y una sociedad que se precie de sostenible no debe exponer a sus ciudadanos a niveles de ruido por encima de las recomendaciones internacionales. En el caso concreto de la capital alavesa, el 53,9% de la población padece algún tipo de contaminación sonora, bien por residir en calles expuestas durante las 24 horas a niveles superiores a los deseables o padecerlo también en horario nocturno con porcentajes superiores a los que se fijan como objetivo de calidad de vida. Más de la mitad de los vitorianos están afectados por una de las lacras de este nuevo siglo en sus diferentes versiones: Son en total 133.691 ciudadanos los que conviven con unos decibelios por encima de los valores idóneos. El reparto es además equilibrado entre el ruido de las calles que se produce a lo largo del día y de la noche.

calles con 24 horas de ruido Hay un total de 68.376 vitorianos que viven en calles con exceso de ruido durante las 24 horas, mientras los 65.315 restantes no pueden conciliar el sueño de la mejor manera ni tener un adecuado descanso por ese exceso de ruido nocturno. Así se desprende y constata en la última entrega del boletín de la Agenda 21, dentro del capítulo de contaminación sonora y con los datos del último mapa de ruido de la ciudad, elaborado en el año 2012. El propio documento que recoge la situación actual constata además que la tendencia deseable es la “disminución” de ambos parámetros para mejorar la calidad de vida de los vitorianos.

La normativa municipal que regula esta cuestión establece como periodo diurno entre las siete de la mañana y las 22.00 horas, dividido en dos franjas de mañana y tarde a partir de las 19.00 horas. La tolerancia para con los ruidos es mayor en las horas de luz, porque la barrera que delimita la existencia de un ruido superior al deseable se determina en los 65 decibelios. A partir de aquí se establecen diferentes franjas en función del volumen de ruido.

contaminación nocturna En el periodo nocturno, ceñido desde las diez de la noche a las siete de la mañana, la tolerancia es menor y el umbral de ruido exterior como objetivo de calidad se sitúa en los 55 decibelios y el extremo de la horquilla se sitúa en los 65. A la hora de analizar el ruido que soporta la población se tienen en cuenta el tráfico por las calles y carreteras, el ruido que genera la circulación del ferrocarril y el que producen los aviones durante su vuelo sobre los núcleos urbanos.

El primer escalón de ruidos en periodo diurno se establece dentro de la Agenda 21 en la franja entre los 65 y 69 decibelios y es aquí donde se concentra el mayor número de población (69,5%) que padece durante las 24 horas unos niveles no aconsejables. Son en total 47.551 vitorianos los que deben afrontar este tipo de ingratas situaciones que generan la circulación de coches, tranvía y carreteras. El siguiente tramo de mediación se concentra entre los 70 y 74 decibelios, aunque en este rango la población afectada se reduce de manera drástica y el global de ciudadanos se queda en los 19.119. Mucho más pequeño es el reducido grupo de 50 habitantes que, según el estudio llevado a cabo en el año 2012, tienen que convivir durante las 24 horas del día con unos decibelios por encima de los 75. Los indicadores del bienestar llegan también a controlar el ruido que genera el tráfico del ferrocarril. La población potencialmente afectada es mucho menor al tener delimitado el recorrido. De esta manera, son solo 1.251 los vitorianos que soportan un nivel de ruido entre los 60 y 65 decibelios y son 425 los que están entre los 70 y 74. Por encima de esa barrera ningún gasteiztarra padece molestias por esta cuestión.

El estudio también se ocupa de la vertiente nocturna del ruido y quienes lo padecen. El umbral de las molestias se reduce a una primera horquilla que limita el ruido entre los 55 y 59 decibelios. Esa ligera reducción con respecto al horario diurno hace que sea también numeroso este primer grupo de afectados, que asciende a los 46.191 los vitorianos que soportan un ruido exterior superior al deseable. En la siguiente franja de medición, entre 60 y 64, es igualmente alto el número de ciudadanos con contaminación sonora a su alrededor (16.169). Ya por encima de los 65 decibelios hay un colectivo de 340 personas.

Es precisamente esa reducción en los índices a partir de los cuales se considera un ruido excesivo el que hace que el colectivo de vecinos afectados por el tráfico ferroviario alcance las 2.615 personas. Es reseñable que en el apartado de molestias a la población por el ruido aeroportuario no haya ningún vitoriano afectado por esta cuestión.

elaboración de un nuevo mapa A pesar de que las cifras de población afectada por el ruido son altas al rebasar el 50%, la evolución en este capítulo constata la mejora en la reducción de las grandes cifras. Aunque no es muy habitual la elaboración de los mapas de ruido, ya que en este siglo 21 solo se han llevado a cabo los de los años 2003, 2005 y 2012, una revisión de los datos obtenidos hace doce años permite corroborar el descenso en la población afectada por el ruido. Frente al dato de 133.691 habitantes arrojado en el estudio del año 2012, la cifra era mucho más alta en el primer mapa de este siglo. Hace una docena de años el total de los vitorianos que soportaban molestias de ruido, ya fuera en su versión durante las 24 horas o en el periodo nocturno, alcanzó los 190.614 ciudadanos. En aquel año contaba Vitoria con 227.194 habitantes, lo que suponía que el 83,89% de la ciudadanía tenía incidencias con el ruido. En los doce años transcurridos se ha logrado rebajar 14 puntos porcentuales la masa de vitorianos que soportan un ruido por encima del deseable como objetivo de calidad. La diferencia es notable y el avance en este campo también, como refleja que en el primitivo estudio los afectados por niveles de ruido durante las 24 horas como en el periodo nocturno rebasaban la barrera de los 60.000 afectados en total.

La elaboración de un nuevo mapa de ruidos es uno de los objetivos del actual equipo de gobierno y ya se han iniciado los trámites. Se ha destinado un presupuesto de 100.000 euros para actualizar y conocer con exactitud todos los datos. Este documento, cuya redacción se llevará a cabo durante ocho meses, servirá de punto de partida de cara a la elaboración de un plan de acción en 2018 y se tendrá en cuenta durante la revisión del Plan General de Ordenación Urbana. Los objetivos del nuevo documento son, fundamentalmente, determinar el grado de exposición de la población al ruido ambiental y obtener los índices de personas afectadas por posibles molestias, así como poner a disposición de la ciudadanía información adecuada mediante informes, presentaciones o contenidos para la web municipal.

En una primera fase, se evaluará y recopilará la información necesaria para el desarrollo de los trabajos. Después, se iniciará una fase de recogida de información y tratamiento de la misma, analizando los datos de emisión sonora y los focos de ruido. En este punto, se realizarán mediciones in situ. El Ayuntamiento pretende que se estudie el ocio nocturno. Se ha incluido la elaboración de un mapa específico para los niveles sonoros en zonas en las que coexisten viviendas y locales de hostelería del Casco Medieval y Ensanche.