Verano es sinónimo de calor, y aunque en Vitoria esta afirmación no es rotunda a lo largo todo el periodo estival, esta semana la sensación térmica es especialmente calurosa. El termómetro muestra que la temperatura es superior a los treinta grados y eso queda reflejado en el estilo de vida durante esta época del año. Ante esta sofocante situación, surge la necesidad de refrescarse y el abanico de opciones para dar respuesta a este asunto es amplio. Una de las opciones más refrescantes es acudir a una piscina, ya sea para tomar el sol o darse un chapuzón y conseguir que el cuerpo se relaje. Otra opción menos refrescante pero igual de apetecible es tomar el cotizado sol alavés con los ojos cerrados y notando como la piel se va tiñendo de colores oscuros.
Éstas son sólo algunas de las propuestas que ofrecen los complejos deportivos que incluyen piscinas y que motivan a personarse allí a niños y mayores, puesto que las actividades lúdicas en las piscinas son para toda la familia. En la capital alavesa el complejo de ocio vacacional más concurrido es el de Mendizorroza. Desde su apertura a las ocho de la mañana los tornos por los que se accede al recinto son testigos del goteo constante de veraneantes que se acercan a Mendi a disfrutar de la temporada de zambullidas y toallas en la hierba. La afluencia de visitantes que esta temporada estival queda patente, igualmente, en la cafetería y en los puestos de comida ubicados en el recinto. Los helados son los protagonistas, aunque sobre la barra del bar también pueden apreciarse cafés, refrescos y otros tentempiés. La actividad es especialmente frenética en el mes de julio y se intensifica por las tardes, aunque el complejo de ocio continúa siendo ahora atractivo para numerosos visitantes, incluso fuera de ese horario.
Uno de los más madrugadores es Imanol, que suele acudir a disfrutar de las instalaciones municipales con Dionisio. Ambos son dos amigos “de toda la vida” que conversan apoyados en el vallado de la piscina olímpica. Imanol afirma que además de madrugar diariamente, su hábito de acudir a Mendizorroza se remonta nada menos que a 1982. “El día que hace bueno tengo claro que hay que venir a la piscina”, confiesa con rotundidad. Pero no una piscina cualquiera, sino a este recinto deportivo localizado detrás del estadio del Deportivo Alavés y los frontones Ogueta. Tal es su satisfacción por Mendi que llega calificarlo de “paraíso”, puesto que, entre otras razones, le permite disfrutar de la libertad de caminar descalzo por la hierba y bañarse en la piscina esporádicamente, a la vez que reconoce antes además de bañarse, solía nadar “una hora diariamente”.
Alrededor de estos señores decenas de personas rodean la piscina. Algunos de ellos mantienen una conversación lejos del agua, mientras que otros acercan tímidamente sus pies al borde de la piscina para comprobar la temperatura del agua. Los más atrevidos y deportistas, en su lugar, realizan zambullidas en la pileta y acompañan el salto con una exhibición improvisada de nado en una de las ocho calles de las que se compone la piscina olímpica, cuya profundidad máxima es de 1,8 metros.
público joven Lejos de este emplazamiento acuático, los asistentes más jóvenes campan a sus anchas en el complejo deportivo de Mendizorroza. Unos niños más pequeños se entretienen en la zona de recreo donde hay unos columpios. Otros, en cambio, se decantan por divertirse en las pistas exteriores de fútbol sala practicando este deporte. No obstante, la principal atracción de los niños en Mendizorroza se encuentra al fondo del complejo. Es en este lugar donde se ubica la piscina infantil que, además, incluye toboganes. Se trata del emplazamiento más familiar, en el que niños y adultos asientan sus toallas para disfrutar de la jornada.
Aquí se encuentran Inna, Saúl y la txiki Jone. Ambos afirman que ya frecuentaron Mendi en julio y que continúan frecuentándolo durante agosto. Menos visitan el parque de Gamarra, ya que su hogar se encuentra bastante más cerca del complejo de Mendizorroza.
A escasos metros la escena familiar se repite nuevamente. Es el caso de Arantza, otra de las presentes en las campas que rodean el entorno acuático infantil. A pesar de la localización en la que se encuentra, admite que la piscina no es de su agrado. Las actividades que sí le gustan, en cambio, es tomar el sol y jugar con las nietas de sus amigas, con las que acude. “También me gusta comer alguna galleta y tomar algún cacharro de vez en cuando”, confiesa entre risas.
más allá de piscinas Aunque las piscinas son la principal razón por la que el complejo congrega diariamente a centenares de vecinos, otras actividades motivan la entrada a Mendi. Y es que simplemente estar tumbado tomando el sol es un buen plan, y si es reclinado cómodamente en una tumbona, mucho mejor. En la zona más próxima al estadio albiazul se pueden encontrar numerosas hamacas a disposición del público. Además, es un lugar relativamente silencioso, puesto que está apartado del ruido que rodea las piscinas. En este punto están Víctor y Bea, tumbados cómodamente tomando el sol y conversando brevemente entre ellos. “Cuando luce el sol en Vitoria hay que aprovecharlo”, aporta él. En cualquier caso, ambos aclaran que las veces en las que se han presentado en Mendizorroza, no se limitaron simplemente a tomar el sol, ya que en algunas ocasiones también se animan a darse un baño en la piscina.
Éstas y otras razones son las que, precisamente, motivan a miles de vecinos a acercarse al complejo municipal. Mendizorroza siempre es una apuesta segura para los gasteiztarras, una propuesta abierta a todos los perfiles, tanto en edades como en gustos. Así, los más valientes se dedican a bucear por la piscina olímpica, mientras que los más deportistas se presentan para demostrar sus habilidades en el agua, y los más pequeños se divierten en la zona de juegos habilitada para ellos, tanto dentro como fuera de la piscina. Sin embargo, no todos los asistentes visitan Mendizorroza únicamente por sus piscinas, debido a que también es un lugar para descansar lejos de preocupaciones. A pesar de la diversidad de público, los diferentes perfiles presentes en Mendi tienen algo en común. Todos ellos acuden para allí para refrescarse y disfrutar del verano, ya sea tomando el sol o bañándose en las piscinas para combatir las altas temperaturas.