Laguardia - Los cambios que se han iniciado en la Denominación de Origen Calificada Rioja “nos parecen muy positivos. Son un paso adelante para modificar unas bases de trabajo que no habían tenido ningún cambio desde hace 30 años”, valora Bittor Oroz, viceconsejero de Agricultura del Gobierno Vasco y vocal, en representación del ejecutivo de Lakua, en el Pleno de esa institución vitivinícola.
Oroz considera que estos cambios “no son cuestiones baladíes porque afectan al fondo de lo que es la denominación. En su opinión, son los cambios más importantes que se han dado para ir hacia la segmentación, distinguiendo los vinos de zona y los de municipio o pueblo, y repartiendo la denominación en tres zonas. “La gente busca el origen del vino que consume, quiere vincularlo al terroir”, señala el viceconsejero. “Busca algo más que no es tan solo la calidad del producto, sino los relatos que se pueden encontrar en el vino, las historias que hay detrás de una copa y que se pueden focalizar en bodegas concretas, en los lugares donde se trabaja y produce. Y por eso es importante identificar esos espacios y darles el valor que tienen. Por lo tanto, es una buena noticia que se haya optado por esta clara diferenciación para los vinos”.
Y es que, hasta los matices son importantes. Uno de ellos, las denominadas hasta ahora subzonas (Rioja Alta, Rioja Alavesa y Rioja Baja). Eran “conceptos técnicos, pero que no tenían una comprensión clara para el consumidor”, indica. Sin entrar en la polémica de si podían tener una connotación peyorativa (aunque desde Logroño se defendían a capa y espada, y el propio Oroz solía hacer rectificar con una sonrisa cuando se le preguntaba por las subzonas, para aclarar que el término era zonas), este cambio resulta más entendible para el consumidor. Además, es un “paso importante para lograr la singularización que Rioja Alavesa reclama desde hace muchos años”, apunta.
Una de las consecuencias de esa cerrazón hacia la diferenciación dentro del paraguas del Rioja, como se ha insistido muchas veces desde Euskadi, fue la iniciativa de poner en marcha el procedimiento para la creación de una denominación alavesa, Viñedos de Álava, que “fue una decisión del propio sector desarrollar una iniciativa que sirviera para ahondar en una gestión propia en la búsqueda de esa diferenciación”. El viceconsejero considera acertada esta medida, aunque matiza que son decisiones de las propias empresas y de sus estrategias de mercado. De momento, se ha paralizado el proceso de constitución de la nueva denominación durante un par de años, hasta que los cambios que se han iniciado concluyan toda su tramitación. “Una vez que haya pasado ese tiempo será el momento de valorar los resultados y el grado de cumplimiento”. Y es que, para Rioja Alavesa “había una necesidad imperiosa de diferenciación en los mercados”. Por eso, tanto desde el sector, como desde las instituciones, se han estado barajando diversas posibilidades que, al final, se reducían a tres, como señala Oroz. Una, seguir desde dentro reclamando esas singularidades; otra, hacerlo desde fuera, a través de Viñedos de Álava o de otra denominación propia, y una tercera, ahondar desde dentro mediante estos cambios que ahora se han puesto en marcha.
La razón se centra en el enorme potencial de diferencias que tienen los vinos de Rioja Alavesa, con una concentración notable de viñedo antiguo, con formas de trabajar que se han venido perfeccionando con la labor de muchos años. Y también por las vinculaciones que se han ido creando entre los viñedos, el territorio y los valores sociales, culturales y económicos de la comarca, que han terminado por conformar la singularidad de los vinos de Rioja Alavesa, según explica el viceconsejero.