KUARTANGO - No hay distancias para el hermanamiento solidario. O al menos eso es lo que piensan en el Valle de Kuartango la inmensa mayoría de los vecinos que están implicados desde hace años en su hermanamiento con aquella zona de Ruanda, donde una escuela de Educación Infantil y otros proyectos tratan de crear unas mejores condiciones de vida en el país africano. Estas semanas pasadas, Leonardo Lizana, sacerdote chileno de 34 años, que colabora pastoralmente con Kuartango y Urkabustaiz mientras estudia la licenciatura de Biblia en la Facultad de Teología de Vitoria, ha viajado a Ruanda para conocer el proyecto que se está llevando a cabo desde hace dos años en Kayenzi: la creación y puesta en funcionamiento de una escuela infantil para 100 niños. El viaje fue una encomienda de los pueblos alaveses que están implicados en el proyecto y Lizana lo aprovechó para ir transmitiendo sus crónicas desde el blog del párroco y exmisionero, Juan Ramón Etxebarria. Este sacerdote es quien ha impulsado el programa Kuartango Solidario que, a lo largo del año pero especialmente a través de las jornadas que se celebran en el mes de noviembre, logra renovar el compromiso de los vecinos.
El viaje de Leonardo Lizana le llevó, en primer lugar, a la escuela de Kayenzi. “Los niños y niñas, muy ordenados, con sus impecables uniformes realizan, antes de comenzar, unas dinámicas que alternan el inglés, el francés y la lengua local, kinyarwanda. He recorrido cada rincón de esa escuela y la labor de las hermanas es admirable, con poco hacen mucho. Doy gracias a Dios por ser testigo de la esperanza que reluce en cada rostro de estos niños. En Kayenzi se escribe una nueva historia para Ruanda. Fuera ha comenzado a correr viento y yo creo que es un futuro mejor el que danza en estas aulas de clase. Me surge decir beti aurrera, siempre adelante”.
En otra de las jornadas de su viaje tuvo ocasión de participar en la “ordenación de 63 nuevos sacerdotes. Fue increíble, estuvimos seis horas en misa con el nuncio, todos los obispos y casi todos los curas del país. La ocasión lo requería, se cumple un siglo desde la primera ordenación sacerdotal en Ruanda. Ahí conocí a Lawrence, un cura doctor en historia que, en un perfecto castellano, fue mi intérprete. Me sorprendió la acogida de los sacerdotes. Unos 700, aproximadamente, que prácticamente se conocen todos, estoy seguro que saludé a más de 500. Todos me dieron la bienvenida y se sorprendían que alguien de Chile estuviera allí. Un cura de Cataluña se alegró mucho de que viniera desde el País Vasco y recordó esos años en que sólo un río separaba a vascos de catalanes en este país de las mil colinas”, apostilla el chileno.
El apoyo a Kayanzi comenzó en los años setenta, gracias a la implicación de los misioneros guipuzcoanos. Posteriormente el párroco de Kuartango, Juan Ramón Etxebarria, cumplió el sueño de viajar a Ruanda para ver el trabajo desarrollado por los misioneros vascos en una situación tan difícil. Incluso uno de ellos, Isidro Uzkudun, perdió la vida por un tiro en Mugina. Allí conoció a gente y al regresar a Álava recibió una carta firmada por Gaudence Mukamana, desde Kayenzi, contándole el dramático estado en que se encontraban los niños de esa localidad, sin futuro esperanzador.
Al exmisionero le faltó tiempo para contar ese problema a Iñaki Guillerna, entonces alcalde de Kuartango, y a los representantes de las asociaciones, trabajadores sociales, Juntas Administrativas y otras personas y entre todos se puso en marcha ese proyecto solidario.