vitoria - Nueva jornada con paseíllos separados en lo físico pero unidos por una constante: la velocidad. A diferencia de otras ediciones, en las que el desfile se ralentizaba y el efecto goma en la kalejira detenía la marcha en diversos puntos del recorrido, tanto las cuadrillas de la Federación como las de la Comisión hicieron ayer gala de una inusitada velocidad. Otra de las características que marcó el ritmo de la jornada de ayer fue la necesidad de avituallamiento. Tras una noche de viernes intensa y otra de sábado aún más exigente, blusas y neskas buscaron con fervor el avituallamiento líquido que les llegaba desde lo alto de sus vehículos. Y no es que los 21 apacibles grados que se vivieron ayer por la tarde en la calle Dato obligaran a reponer líquidos por exceso de sudoración.
Como ya se ha convertido en nueva tradición, las cuadrillas de la Federación se dieron cita pasadas las cuatro y cuarto en el comienzo de la calle Dato. Mientras las charangas se agrupaban y los participantes calentaban motores, los de Bihurriak aparcaron su bar móvil en este punto y desde allí fueron sirviendo cerveza y kalimotxo a sus parroquianos. La tranquilidad reinó hasta las cuatro y media en punto, cuando la procesión festiva salió como un rayo calle arriba acompañada de las notas de Sarri, Sarri a ritmo más que acelerado.
Con la misma celeridad, les siguieron el resto de las cuadrillas agrupadas bajo la enseña de la Federación. Los Martinikos, los Biznietos de Celedón, Gasteiztarrak, Los Bainas, Batasuna y Jatorrak, desfilaron a buen ritmo sin que se produjeran paradas en momento alguno. Los márgenes de la calle aún no registraban mucho público, pero sí que había buen ambiente. Antes de las 17.00 horas, tal y como ya sucediera la jornada anterior y también en el Día de Santiago, la calle estaba totalmente despejada, lista para recibir a las cuadrillas de la Comisión.
Un breve respiro y la vía recobró la actividad. De nuevo con puntualidad británica, a las 17.00 partió el primero de los grupos de la segunda tanda. Okerrak, que este año celebra su 40 aniversario, fue la encargada de abrir el fuego. Les siguieron los de Txolintxo, evidenciando que el arranque de la presente edición de La Blanca ha sido exigente y que se ha vivido con intensidad.
Llegaron los Siberiarak y con ellos el buen rollo. Gran idea la suya de decretar la jornada de ayer Día del Gorro y castigar a los miembros que no cubrieran sus cabezas con algún tocado. Los modelos exhibidos fueron simplemente maravillosos y las intervenciones del speaker, de nota.
Tras ellos, Petralak con sus vehículos a pedales que recordaban a unos Picapiedra en versión moderna. Hegotarrak y Galtzagorri, con su característico demonio rojo, siguieron abriendo brecha.
Si bien la temperatura resultaba idónea para saltar y bailar, muchas neskas y muchos blusas llevaban marcado en el rostro el número de horas que le debían a la cama. Llegaron los de Luken, también con bastantes gorros sobre sus cabezas, continuaron Nekazariak y los de Belakiak, con un extraño cargamento de melones en remolque de bicicleta y una nutrida representación.
Avanzaba el reloj y apenas se producían paradas. Zintzarri pasaba con su vehículo, en el que un cartel advertía de que se sancionaría sin servicio de barra a quienes arrojaran intencionadamente la bebida. Y es que hay cosas con las que no se juega. Prosiguieron los Desiguales y Zoroak, también con muchos miembros en activo saltando sobre el pavimento.
En Txirrita se notaron las bajas, mientras que los Alegríos, acompañados de la furgoneta del Equipo A equipada con una máquina de humo, llenaron la calle de blusas, neskas y niebla. En la recta final, Txinpartak, Karraxi, Basatiak -especialmente entregados al baile-, Margolariak -de largo la cuadrilla con más representantes- y Bereziak. En total, una hora escasa. Esta tarde, más.
Doble kalejira. Como ya se ha convertido en nueva tradición, ayer se llevó de nuevo a cabo la doble kalejira. Las cuadrillas de la Federación salieron a las 16.30 horas y para antes de las 17.00 horas habían dejado expedita la calle Dato. Las cuadrillas de la Comisión hicieron lo propio a las 17.00 horas y en poco más de una hora completaron su desfile.
Fuerzas menguantes. Llegado el domingo por la tarde, después de las intensas jornadas de viernes y sábado, puso de manifiesto que no todas las cuadrillas estaban en condiciones de saltar y bailar a pleno ritmo. Y eso que la temperatura resultaba óptima para entregarse a fondo.
‘Día del gorro’. Gran idea la de Siberiarrak instituyendo el ‘Día del gorro’. Tal y como explicaba su inspirado ‘speaker’, las neskas y los blusas de la cuadrilla que no llevaran sombrero, quedaban expulsados. El espectáculo de color e imaginación que lucieron sobre sus cabezas fue de lo mejor de la jornada.
Ojo con la bebida. En el vehículo de Zintzarri, un cartel advertía a los integrantes de la cuadrilla que aquél que tirase la bebida intencionadamente perdería su derecho a ser servido. Con las cosas de beber no se juega.
Auténtica manifestación. En comparación con la representación regular de algunas cuadrillas, en lo que a número de miembros se refiere, lo de Margolariak fue un alarde. Cuando enfilaron la calle Dato pareció que se había convocado una manifestación.