labastida - El Pellejo y unas temperaturas más benignas que en días anteriores se aliaron ayer en Labastida para ofrecer uno de los mejores espectáculos que pueden dejar unas fiestas: una gran cantidad de personas disfrutando y dando la bienvenida a cuatro días de fiesta intensa para los que la Corporación municipal ha pedido respeto, armonía y colaboración.

Desde primeras horas de la mañana, la villa lució tomada por vecinos y visitantes que fueron aprovechando para dar sus primeros paseos por los establecimientos hosteleros que se volcaron para ofrecer los pintxos más suculentos.

A la una menos cuarto y como un acto más del programa, un numeroso grupo de vecinos y amigos acompañados por los gaiteros y tamborileros, realizaron una breve marcha desde Los Castaños hasta la plaza de la Paz portando numerosos ikurriñas. Se trata de una costumbre que se viene haciendo desde hace más de un cuarto de siglo en recuerdo de los conflictos que se suscitaron en numerosas localidades, cuando grupos de carácter independentista trataron de sustituir la bandera nacional por la ikurriña. El espíritu de los que las portan sigue siendo el mismo, pero muchas personas, sobre todo visitantes, las interpretan como una parte más de la fiesta, en homenaje a la ikurriña.

Minutos antes de la una, el grupo llegó a la plaza del Ayuntamiento, desde cuyo balcón central se lanzó el txupinazo, recibiendo el aplauso de los asistentes y confundiéndose posteriormente con la gran cantidad de público, entre ellos muchos niños y jóvenes deseosos de recibir el bautismo de vino del Pellejo.

Este año ocupó un lugar de honor como txupinero Félix, que fue elegido por los vecinos. Lo explicaba la propia alcaldesa, Laura Pérez Borinaga: “el Ayuntamiento hizo una convocatoria pública para designar txupinero y la elección fue Félix, alias Mochuelo. Es una persona mayor, muy querida, que ha ejercido muchos años de cachimorro en Los Pastores. Es quien los dirige, tanto en los bailes como en las canciones, y el que entona siempre al principio y al final. Es la figura principal de esa tradición, lo ha hecho muchos años. Ha sido muy emocionante verle, con 91 años, en el balcón del Ayuntamiento tirando el txupinazo, orgulloso y feliz”.

Así que, a la una en punto, salieron al balcón y Félix prendió la mecha del primer cohete que hizo aflorar los aplausos y vivas en la calle, mientras que desde otros balcones del Ayuntamiento se lanzaron gigantescas bolas que la gente hacía rebotar entre ellos. Acto seguido, sirviéndose de una sirga para conducir el odre lleno de vino y una cuerda para atraerlo hacia el balcón del Ayuntamiento desde una de las torres de la parroquia, se hizo descender al Pellejo. Primero más rápido, hasta salvar la primera mitad del recorrido, ocupado por la carpa de la música a la que se había subido una cantidad infinita de chavales, y, al llegar al centro de la plaza, comenzó con el baile para que el Pellejo se vaciase sobre el público, dejando empapados a todos lo que allí estaban. Pasado el alboroto del arranque de las fiestas, un grupo de niñas y niños se arremolinó en torno al mayo, que se colocó en medio de la plaza y un joven comenzó a ascender, y ante la sorpresa de quienes no le conocían, alcanzó el jamón que estaba a cerca de diez metros de altura. Lo curioso es que es el segundo año que lo logra, a pesar de su corta edad.

Tras ese momento comenzó la ronda de ir de bar en bar degustando los vinos que se ofrecen por parte de la hostelería local. La gente más mayor se fue acomodando en las terrazas, y los más animosos se dejaron guiar por los buenos conocedores de Labastida para que la ronda fuera completa y no hubiera lamentos de haber dejado de catar un vino específico o un pintxo de los elaborados especialmente para este día.

años. Son los que Félix lleva a sus espaldas; un orgulloso txupinero, elegido por los vecinos, que ayer lanzó el cohete anunciador de las fiestas de Labastida.

metros. Distancia a la que está el jamón por el que pujan los bastidarras.