VITORIA - La centenaria comparsa de gigantes de Vitoria celebró ayer su primer siglo de festiva existencia con una fiesta en la que las espigadas figuras y personajes volvieron a recibir el cariño de los miles de gasteiztarras que quisieron sumarse el histórico evento. Además de los ciudadanos que en cada jornada de celebración tienen la oportunidad de verles de cerca, los gigantes vitorianos recibieron la agradable visita y respaldo de una decena de comparsas de lugares cercanos como Amurrio, Laguardia, Oyón, Orduña, San Sebastián, Bilbao, Bergara, Noain y desde los barrios pamploneses de Bustinzuri y la Txantrea también se acercaron a compartir tan señalado día. Desde las 11 de la mañana los lugares más céntricos de Vitoria vivieron una celebración de altura, acorde a la talla humana de los agasajados. Se repartieron todos los participantes los espacios de Vitoria, y así se pudo contemplar las peculiaridades de cada uno de ellos en el parque de La Florida, la plaza del Renacimiento y la Catedral Nueva, que fue el punto en el que se exhibieron los gigantes locales. Desde allí partieron en diferentes marchas para confluir en la Virgen Blanca y mostrar sus habilidades a su sorprendido auditorio. A duras penas lograron abrirse el espacio necesario para mover estas estructuras de casi 60 kilos de peso. Allí cada comparsa brindó a los presentes sus bailes más singulares y los gasteiztarras se movieron por vez primera al ritmo y compás de unas danzas que estrenaron ayer como mejor regalo del centenario.
recreación de la fotografía El momento más emotivo y entrañable de la jornada llegó cuando los homenajeados avanzaron hacia la plaza de la Diputación. Allí se dispusieron, los cabezudos Celedón, Cachán y Escachapobres junto a las dos parejas de aldeanos, de la misma forma y manera que lo hicieron en la ya famosa instantánea del año 1917, y acompañados por el resto de figuras de la comparsa. Se repitió el posado de hace 100 años y se dio también el banderazo de salida para que dentro de otro siglo se represente la misma estampa en otra celebración de altura y en unos tiempos muy diferentes. Estas mismas figuras en el día de su estreno como comparsa.
Fue un momento de especial alegría para los actuales integrantes de la comparsa y también a modo de homenaje a los que durante este siglo han portado también estos gigantes de apacible estampa y figura bonachona. La ocasión y solemnidad de la fiesta sirvió también para que muchos pequeños perdieran por una jornada su pavor hacia figuras malévolas como el Ojo Biriqui, que suavizo sus golpes y hasta se ganó nuevos amigos y adeptos.
Tras esa instantánea para la posteridad de nuevo la música y algarabía acompañó a los gigantes vitorianos y sus compañeros de celebración se sumergieron en las danzas y bailes de su repertorio. Después de una agitada matinal, a las 14.00 horas enfilaron su marcha hacia la plaza del Renacimiento, donde iniciaron tres horas de merecido descanso.
Ya en horario vespertino, a las 18.30 horas, solo los centenarios gigantes vitorianos iniciaron el desfile hacia su cuartel general. Primero despidieron a sus acompañantes llegados desde todos los rincones de Álava, Euskadi y Navarra para soplar las 100 velas. En el camino de vuelta, de nuevo hicieron las delicias de los más pequeños y se citaron con todos los vitorianos para las inminentes fiestas de La Blanca. Su próxima aparición llegará en el día grande del ciclo festivo vitoriano. Ese sábado 5 de agosto regresarán de nuevo a las calles para ofrecer una de las novedades como es su presencia en un concierto con dantzaris que tendrá lugar al mediodía.