La tradición volvió a cumplirse un año más, y con una notable presencia de vitorianos, mayor que en la edición de 2016, los auroros recorrieron ayer por la mañana las calles, vecindades y hornacinas del Casco Medieval para anunciar y pregonar las inminentes fiestas de La Blanca 2017 que arrancarán el viernes con el descenso del emblemático y esperado Celedón.

Esta reciente tradición, que emergió en el calendario previo a las fiestas, en el año 2009 como iniciativa de la Cofradía de la Virgen Blanca, es ya uno de los actos anunciadores más esperados por parte de un pelotón de auroros que no para de crecer año tras año. Esta creciente presencia de ciudadanos, de media de edad avanzada, contribuye a dar a esta jornada un tinte especial que hace de puente entre el jolgorio generalizado del Día de Santiago y esta celebración más recogida y más íntima, pero que ha calado entre la masiva legión de asistentes.

Con una exquisita puntualidad el ejército de auroros fue concentrándose en la balconada de la Virgen Blanca, ante la hornacina de la patrona de Vitoria. Bajo la veterana batuta de Jesús Moraza, y coincidiendo con las señales de las nueve de la mañana, se acometieron las primeras notas del himno a la Virgen Blanca, con la música de Luis Aramburu y letra de Venancio del Val. Aportaron sus cuerdas vocales y afinadas voces los representantes de todos los coros de la Federación Alavesa y demás coralistas, así como todas las personas con ganas de cantar la alegría de ser y vivir esta jornada junto a la patrona de la ciudad de Vitoria. Hubo representantes de colectivos como Gurasoak, Las Cuatro Torres, aulas de la Tercera Edad, coro sinfónico de Álava, Coro Añoranza, y también una representación de auroros navarros, entre un largo listado de asistentes que abarrotaron la zona de la balconada.

CUATRO PARADAS Esa primera interpretación del himno fue la espita para iniciar un musical desfile por las calles más antiguas de la ciudad acompañados de txistularis, atabales, trompetas, saxofones, trikitixa y los trombones de la agrupación musical Txirinbil.

La comitiva se adentró por la Correría y Cantón de las Carnicerías para llegar a otro de los puntos emblemáticos del recorrido. Como estaciones intermedias la numerosa representación se detuvo en la primera, segunda y tercera vecindades de la calle Correría, a la altura de las hornacinas de la Virgen Blanca, la Virgen de la Vega y la de Santa Ana, cuya festividad fue el pasado jueves 26 de julio. Todo esto fue el aperitivo para llegar al pórtico de la catedral de Santa María y acometer la segunda interpretación del himno a La Blanca. Después de una hora de caminar y forzar la voz, los asistentes pudieron degustar un chocolate caliente, acompañado de deliciosos cochochos, ofrecidos por la Cofradía de la Virgen Blanca, y con la colaboración de los integrantes de Boilur. El pelotón siguió después una hora más con su repertorio con otras tres paradas en la Cuchillería.