La esperada celebración del Día de Santiago comenzó con una mirada retrospectiva hacia el año 1977, para rendir un emotivo y sentido homenaje a los entonces miembros de aquella corporación que decidieron izar la Ikurrina de la fachada del Ayuntamiento como anticipo al cambio de aires que se vaticinaba en el panorama político.

Cuatro décadas después y también como prolegómeno a una jornada del blusa y la neska, climatológicamente gris, pero radiante en lo emocional, el Consistorio lució sus mejores galas para recibir a aquellos pioneros que reivindicaron el uso de la ikurriña. De nuevo volvieron a recorrer los pasillos de la casa municipal y el salón de recepciones históricos integrantes de aquella corporación como José Vidal Sucunza y Celestino González. Les acompañaron ayer también en la balconada de la Plaza de España tres históricos blusas de 1977: José Ignacio Arce, Iñaki Herrera y Pedro López de Abetxuko, que también tuvieron un destacado papel para recuperar la enseña vasca

Coincidiendo con los compases del reloj consistorial de las 9 de la mañana, la banda municipal, perfectamente alineada en la plaza. Acometió los acordes del Gora ta gora, al tiempo que el histórico Celestino González, a sus 93 años, y ayudado por el actual regidor, Gorka Urtaran, izaron la ikurriña hasta lo más alto del mástil preparado para la ocasión. Con la bandera ya de nuevo vigilando a los escasos dos centenares de espectadores, incluidos un buen puñado de blusas y neskas ansiosos de descorchar el jolgorio, se bailó un sobrio aurresku de honor sobre las tablas del gran escenario que ocupa la Plaza de España. Tras los aplausos del público congregado, de nuevo las notas de la banda municipal, con el pasacalles de Celedón dieron paso a unos minutos de encuentro en el interior del salón de recepciones, en el que políticos pasado y actuales, analizaron el cambio en estos 40 años. “No fue una decisión sencilla”, reconoció un emocionado Celestino González, que aludió también al “desconocimiento e inseguridad de la ciudadanía ante los cambios que estaban por venir”, evocó. Por su parte, José Vidal Sucunza, expresó su “enorme satisfacción” por volver a contemplar de nuevo en la primera línea de la balconada un momento como el del 25 de julio de 1977. “Se hizo como un símbolo de normalización, paz y respeto”, remarcó y también señaló a la “plaza a rebosar” que hubo hace 40 años, frente a la escasa asistencia de ayer.

El acto también tuvo su particular emoción para Gorka Urtaran al ser su fallecida madre, María Jesús Aguirre, una de las tres personas, junto a Merche Villacián y José Pérez de Valderrama, que izaron la ikurriña. Con dificultad pudo contener las lágrimas al final de esta nueva izada, cuando fue cuestionado sobre el valor sentimental del recuerdo con la presencia de su madre. Con dificultad pudo seguir hablando ante la emoción que brilló en sus ojos.