el muro trasero del cementerio de Santa Isabel fue uno de los escenarios más oscuros del terror del franquismo, el lugar donde decenas de personas fueron fusiladas por discrepar del pensamiento único que defendía el régimen. Ayer, coincidiendo con el 81 aniversario de la sublevación militar que dio paso a la Guerra Civil, ese mismo espacio donde una deteriorada placa recuerda a Estepan Urkiaga Lauaxeta, uno de los que allí cayeron durante el conflicto, sirvió para lanzar un nuevo grito “contra la impunidad franquista” y exigir “verdad y justicia” para quienes lucharon en favor de la legalidad republicana.
El homenaje, que por la tarde tuvo réplica mediante una concentración frente a la Catedral Nueva, estuvo impulsado por EH Bildu, Podemos, Ezker Anitza y Equo, que dieron lectura a un amplio manifiesto conjunto en el que se comprometieron a “recoger el testigo” de los antepasados que perdieron la contienda “en la labor de construir la sociedad más justa que soñaron”, lo que a su juicio constituye una tarea “si cabe más urgente” en los actuales “tiempos de incertidumbre”.
Iratxe López de Aberasturi, Begoña Roldán, José Damián García-Moreno -ataviado con la camiseta de la selección republicana- y Óscar Fernández se turnaron poniendo voz al texto en representación de las cuatro formaciones. Un manifiesto que habló del pasado, de los horrores de una guerra en la que miles de personas fueron represaliadas “por motivos ideológicos, políticos, religiosos o por su orientación afectivo-sexual o identidad de género”, pero también de un presente en el que muchos de los vestigios de la dictadura permanecen en las calles, amén de incontables víctimas en las cunetas.
fotografía incompleta “Todavía hoy es imposible completar la fotografía de la represión en Araba. Más de 300 personas fueron asesinadas, pero otras miles las encarceladas o usadas como esclavas del franquismo”, recordó el texto, que enfatizó también que “la muerte de Franco en la cama no reparó a quienes habían sufrido su represión”.
“La transición se basó en la impunidad y en el olvido. No hubo ruptura, sino una continuidad entre un régimen y otro. La transición tiene, entre sus pilares, una ley de punto final que impide juzgar a los máximos responsables de los crímenes del franquismo. No hubo justicia, pero tampoco reparación o búsqueda de la verdad. Todavía hoy miles de personas continúan desaparecidas”, prosiguió el manifiesto.
Las cuatro formaciones se reafirmaron en “los valores que representaba aquella legalidad republicana fruto de la voluntad popular” y reclamaron “verdad”, para lo que exigieron que se destinen “los recursos públicos necesarios para completar la fotografía de la represión” y hacer “un censo lo más preciso posible sobre las consecuencias de la guerra y la dictadura”. Y exigieron también “justicia”, un camino en el que mostraron de nuevo su apoyo a la querella abierta en Argentina contra los crímenes del franquismo. “En este sentido, hacemos un llamamiento a las instituciones públicas para colaborar en la presentación de querellas por los crímenes de lesa humanidad en los juzgados locales”, exigieron las formaciones de izquierda, en la línea de lo que ya ha sucedido en el caso de Gasteiz. Además, pidieron “reparación para todas las víctimas, independientemente de quién sea su victimario o qué tipo de vulneración haya sufrido”, y exigieron “garantías de no repetición”. El texto, al que por la tarde hizo lectura Nerea Martinez, del colectivo Martxoak 3, llamó también a la ciudadanía a implicarse “de manera activa en la construcción” de “una Araba más justa, sostenible, solidaria, diversa y feminista”.
Vecinos de Zaramaga, simpatizantes y militantes de las cuatro formaciones políticas hicieron frente al abrasador sol que al filo del mediodía golpeaba Gasteiz y rompieron en aplausos cuando, uno a uno, depositaron flores rojas en el muro de Santa Isabel, un espacio que el plan de memoria histórica trazado en el Ayuntamiento de Vitoria contempla dignificar de forma inminente. No faltaron las ikurriñas, las banderas tricolor republicanas o el contundente mensaje de uno de los asistentes impreso en un cartel: España, estado imperialista y genocida de constitución fascista. Félix González, edil de EH Bildu en el Ayuntamiento vitoriano, fue el encargado de bailar el aurresku de honor con el que se cerró el acto.