detrás de cada donante de sangre hay una historia distinta, como personas diferentes que son. Sin embargo, todas ellas comparten el impulso de la solidaridad y el altruismo y también la convicción de que un pequeño esfuerzo puede ayudar a salvar las vidas de muchas otras. Hasta tres por cada extracción, un proceso que no dura más de 30 minutos. Ayer, Día Mundial del Donante de Sangre, la Plaza de los Fueros de Gasteiz reunió a decenas de donantes veteranos, primerizos y también futuribles con motivo del III Maratón de Donación organizado por la asociación Aldosan, que se saldó con la recogida de cerca de 100 donaciones desde primeras horas de la mañana. No fue fácil llegar a las 172 recolectadas en la primera edición de esta iniciativa celebrada en 2015, pero las cifras también fueron generosas en el punto de recogida habitual del ambulatorio Olaguíbel. Por no hablar de la climatología, que ayer empujó a muchos gasteiztarras a salir de la ciudad.

Por suerte, algunos como Aitor Cestau, vecino de Pamplona que ayer se encontraba en Gasteiz de paso, ayudaron a cubrir esas ausencias autóctonas. “He venido a renovar el pasaporte porque allí están sobresaturados, me he encontrado con el autobús y me he animado. Aunque no tengo el carné de donante, siempre que puedo lo hago”, remarcó el joven mientras saboreaba un tentempié. “Pincha mucho, pero es sólo un momento. En un mundo tan capitalista como éste, donar es una de las cosas más justas que se pueden hacer, junto a ser voluntario”, enfatizaba.

Aitor fue sólo uno de los muchos donantes que se acercaron durante la mañana a una sala Fundación Vital convertida por unas horas en base de operaciones para donar, con un autobús aparcado en el exterior y, dentro, una amplia sala también habilitada para realizar las extracciones, ambas dotadas con sendos controles de enfermería. En el centro, una mesa amplia con refrescos, café, bocadillos y pastas para reponer fuerzas después de donar.

Los jóvenes Kaoutar y Oussama, voluntarios de Aldosan, daban la bienvenida a los donantes y los derivaban por las instalaciones. “Ya he cumplido 20 años y me estoy planteando hacerme donante”, prometía el segundo. Ampliar la masa de donantes jóvenes es, precisamente, uno de los objetivos fundamentales de Aldosan, que últimamente incluso ha comenzado a comunicar a sus donantes jubilados que, de no mediar algún problema de salud grave, también pueden donar hasta los 70 años. “Siempre estamos por encima de las cifras mínimas, pero nunca es suficiente. Nos hace falta más gente joven”, reconocía en este sentido el presidente de Aldosan, Pedro Mari Belakortu. Otro de los mensajes clave de esta edición del Día del Donante ha sido que no hay que esperar “a que sobrevengan los desastres”, sino que la donación debe convertirse en un acto habitual. Por norma, las mujeres pueden donar tres veces al año y las mujeres, cuatro.

Una de las cerca de 20 personas que ayer se estrenaron en este sano hábito fue Aicha Elmiri, que también es donante de órganos. “Con un poco de cada uno podemos salvar a mucha gente. Creo que el miedo o la ignorancia a veces frena a la gente, pero no hay que tener miedo porque no hay ningún problema”, remarcaba tras realizar su donación.

Sensaciones también compartidas por los gasteiztarras Antonio Sánchez y Mertxe Ayúcar, en ambos casos donantes habituales. “Últimamente me había descuidado con el trabajo, pero justo hoy me ha tocado venir aquí cerca y aquí estoy. Esto no hace daño a nadie, sino todo lo contrario. Se trata de ayudar a los demás”, aseguraba Antonio. Mertxe, que lleva “muchos años” donando sangre, tiene también muy clara la importancia de este sencillo gesto. “Yo he tenido a un familiar al que le han tenido que poner tres bolsas de sangre, y cuando ves eso ya no te lo piensas. Es muy importante”, puntualizaba la mujer. Nunca es tarde para unirse a esta cadena de solidaridad. Según los datos de Aldosan, en el primer cuatrimestre de este 2017 se sumaron a la lista alavesa de donantes 90 personas más.