VITORIA - Gorka Urtaran alcanza mañana el ecuador de la legislatura al frente de la Alcaldía de Gasteiz desde que aquel convulso sábado 13 de junio de 2015, se hiciera con la makila y tomara el relevo al popular Javier Maroto. Fue un largo proceso de negociaciones, y una frenética mañana de sobresaltos, hasta el desenlace de la votación que le aupó al primer puesto de la responsabilidad municipal. El denominado frente de izquierdas, compuesto por EH Bildu y las noveles formaciones de Podemos e Irabazi, decidieron aunar sus votos para instalar en el gobierno del cambio a la tercera fuerza más votada en las elecciones municipales y desalojar del Ayuntamiento a Javier Maroto. Los cuatro partidos hicieron causa común, aunando sus 14 votos, para superar diferencias ideológicas y poner freno a las declaraciones de corte xenófobo del regidor saliente. Se generó una ola de ilusión, esperanza y deseo de hacer política de una manera diferente.
Sin embargo, en el punto medio de los cuatro años de mandato, empiezan a aflorar vías de agua, tanto en la relación entre las cuatro fuerzas que hicieron posible el acuerdo como en las tensiones emergentes en cuestiones de la actualidad diaria municipal.
El primer año transcurrió de una manera plácida. Se solventaron asuntos espinosos, como el Presupuesto para 2016, en el que la ilusión de dar un giro al panorama de Vitoria sirvió para superar las trabas programáticas y diversidad de las cuatro formaciones. Empezó a palpar Gorka Urtaran la soledad y escasa fuerza de sus cinco asientos, en el total de 27 del Pleno, además de la saturación de sus cuatro compañeros a la hora de sacar adelante llos proyectos en sus áreas. Tardó en encontrar un socio relevante, a diferencia de la otra gran institución como es la Diputación, y en mayo de 2016, se oficializó la entrada en el Gobierno del PSE y sus cuatro concejales que asumieron otras tantas carteras. Los votos se elevaron hasta los nueve con esta incorporación, pero esa segunda mitad del pasado año supuso la constatación de las cada vez más turbias relaciones con EH Bildu, la segunda fuerza más votada, y que decidió echarse a un lado para permitir a Gorka Urtaran acceder al cargo.
caminos separados El debate presupuestario para el ejercicio en curso corroboró la falta de sintonía con la coalición soberanista y la ruptura de los puentes tendidos hasta ese momento con la formación de Miren Larrion. Cuestiones como el nivel de cumplimiento de las partidas introducidas por EH Bildu, Podemos e Irabazi se convirtieron en los puntos de fricción en el mes y medio que cerró 2016. Así se llegó al Pleno del 27 de enero en el que el proyecto presupuestario fue rechazado con los votos en contra de los abertzales y el PP y la abstención de Podemos e Irabazi. A medida que se intuía ese rechazo al borrador, empezó a coger fuerza la estratagema de la cuestión de confianza como vericueto legal para que Urtaran sacara las cuentas adelante. No le tembló el pulso al regidor jeltzale para adentrarse, el 31 de enero, en este camino, aferrado a la imposibilidad de que EH Bildu y PP se pusieran de acuerdo para presentar una moción de censura con candidato alternativo. El 6 de febrero logró la aprobación de los Presupuestos para este año al hacer valer su voto de calidad, en la segunda votación, y deshacer el empate con los nueve votos en contra desde los asientos del PP.
proyectos en marcha Gracias a esa estrategia, logró Urtaran contar con los grandes números de este año de su lado. Así, ha podido empezar a desarrollar algunas actuaciones, sobre todo relacionadas a la ejecución de obras para constatar el avance en su programa electoral. La reforma de la plaza Santa Bárbara, vinculada a la reactivación comercial y social del centro, se ha erigido en la bandera de estos dos primeros años. También Masterplan Centro emerge con fuerza en la actualidad para el renacimiento de una zona centro que languidece.
Además ya se han dado los primeros pasos en otros proyectos como el Gasteiz Antzokia y de reformas en arterias de la ciudad como la plaza San Antón, calle San Ignacio. Se espera abrir las puertas del último centro cívico, en Zabalgana, que completará la red municipal.