Vitoria - Nieve por la mañana, partido del Glorioso por la tarde y retreta de San Prudencio por la noche. La víspera de la festividad del patrón de Álava, que hoy trasladará, salvo que la climatología se empeñe, a miles de gasteiztarras a las campas de Armentia, tuvo prácticamente todos los elementos necesarios para aspirar al premio al día más alavés del año, con permiso del 5 de agosto. Hasta la nieve quiso ayer darse una vuelta por Vitoria, aunque por fortuna para los tamborreros, atabaleros, trompeteros, majorettes y público presente en la Plaza de la Provincia, en una tarde-noche fresquita para unos y gélida para otros, en función del número de refrigerios acumulados en el cuerpo, que arrancó como cada año en la Plaza Nueva con el primer toque de retreta desde la balconada del Ayuntamiento.
Acompañados por la academia municipal de Folklore, el público, más familiar y menos numeroso que el que apenas una hora después se agrupó frente al Palacio foral, aprovechó para recibir a esas horas los últimos rayos del sol que ya empezaba a despedirse de la capital alavesa. Desde ese momento, y cada quince minutos hasta completar los nueve toques, los sones de la retreta de San Prudencio rebotaron por las calles de Gasteiz aunando tradición, fiesta y hermandad. “Suena el tun tun y con él la trompeta, es la retreta de nuestro patrón...” A las 21.00 horas, el Palacio de la Diputación ejerció de epicentro festivo de la mano de trompeteros y atabaleros, además de las coreografías de Algara y la música de la Gasteiz Big Band.
Dentro, el mismo escenario que un día antes había sido escenario de riñas políticas durante el Pleno de las Juntas disfrutó de un ambiente mucho más distendido, con los representantes del gobierno foral, junteros de diferentes formaciones, miembros del Parlamento Vasco, del Ayuntamiento de Vitoria y otros consistorios del territorio y representantes del Gobierno Vasco y otras institucionales locales y autonómicos. Pero los verdaderos protagonistas de la noche llegaron después, cuando a partir de las 23.30 horas y hasta bien pasada la madrugada las sociedades gastronómicas iniciaron su asalto a la plaza, baquetas en mano, para iniciar la tamborrada acompañados por las majorettes que portaban sus estandartes y con Txapi controlando un año más que la tropa no se revolucionara demasiado.
Y así, mientras los más valientes se mantenían firmes en la Plaza de la Provincia bien entrada la noche para disfrutar de celebración, otros preferían buscar un nuevo rumbo para unirse a la multitud que poblaba las calles del Casco Medieval, o hacia una Plaza del Arca en la que los eternos Joselu Anaiak regalaron sus bailables a los presentes. Para los que ayer controlaron sus excesos, y para los que no también, la fiesta se traslada hoy a Armentia para honrar un año más a San Prudencio como es debido.