vitoria - Con un bagaje de más de 20 años de experiencia profesional en el Centro de Estudios Ambientales (CEA), el biólogo de formación Juan Carlos Escudero (Vitoria, 1967) y actual jefe de información e innovación para la sostenibilidad del CEA en las redes sociales, ha participado directamente en el Plan de Movilidad Sostenible y Espacio Público y ha coordinado la elaboración del Plan Director de Movilidad Ciclista.

Este martes se cumplieron 10 años de la firma del Pacto Ciudadano por la Movilidad Sostenible de Vitoria-Gasteiz. ¿Cuál es la valoración que hace de esta década?

-Se ha avanzado mucho en tratar de plasmar el modelo ideal de ciudad que quedaba recogido dentro de ese pacto ciudadano, en lo que se pretendía hacer, pero queda mucho por hacer todavía. Estamos en medio de un proceso. Creímos que era oportuno ver, diez años después de haber iniciado el proceso, de acuerdo a los objetivos marcados, si éstos se habían resuelto y si los hemos conseguido librar fácilmente o cuáles no, porque pasados diez años, la percepción de la problemática varía y las prioridades. Es el nuevo escenario que nos gustaría desarrollar de manera participada y consensuada a partir de finales de mayo, en una sesión especial en el Elkargune de Movilidad, que nos llevaría a una serie de sesiones a celebrar hasta el otoño de este año.

¿Hasta cuándo se renovaría la actualización del pacto?

-Yo creo que Vitoria nunca va a terminar de resolver los problemas de movilidad y su planificación. Habrá que ver el marco legal que se está debatiendo ahora en el Parlamento Vasco porque el País Vasco no tiene Ley de Movilidad y hay otras comunidades que sí que lo han reclamado. El Gobierno Vasco ahora ha retomado un anteproyecto de Ley de Sostenibilidad Energética de las Administraciones Públicas, que se quedó parado el año pasado al disolver el Parlamento, y lo ha abierto ahora a consultas. Y si le dan el visto bueno, obligaría a que todos los ayuntamientos de más de 25.000 habitantes deberían de tener aprobado un Plan de Movilidad en menos de un año desde que se hiciera la ley, con una vigencia para cinco años. Y eso ahora no está regularizado, aunque igual sí que nos condiciona para cuando acabemos todo el proceso. Pero lo ideal sería ir por esa línea en la siguiente fase del Plan de Movilidad.

¿Cuál fue el mayor logro?

-En cuanto a reto, dificultad, ilusión y resultados y por lo que supuso en cuanto a transformación y de interacción con el resto de medidas fue el cambio en la red de transporte público, que se abordó en 2009. En cuanto empezamos a trabajar en el Plan de Movilidad teníamos identificado cómo en Vitoria subían los desplazamientos en coche y los peatonales, en cambio, estaban al 50% en 2006. Y que podían aumentar más con el desarrollo de Salburua y Zabalgana, donde íbamos a tener unas 40.000 personas viviendo y que iban a tener que hacer distancias más largas, que no se podían resolver andando. Teníamos que intervenir a través de una serie de medidas coordinadas. Se diseñó por completo una red nueva de transporte, teniendo en cuenta que el recorrido del tranvía se solapaba con algunas líneas de Tuvisa y había que reordenarlo. Nos tiramos año y medio visitando barrio por barrio, trasladándoles nuestros borradores, para qué comprendieran las razones de eliminar una parada y lo que era más importante: recoger sus aportaciones para tener una propuesta muy consensuada a nivel social y político. Hubo 150 voluntarios ayudando a los vecinos durante el cambio de la red para decirles, por ejemplo, dónde podían hacer el transbordo. Y ha sido un éxito porque en los años posteriores ha habido un aumento de viajeros espectacular, del 100% en número absoluto de viajeros, que no es comparable en ninguna ciudad del entorno a nivel estatal.

Otra decisión polémica fue la de subir el precio de la OTA...

-La movilidad supone hablar de la importancia de propuestas integrales porque hablamos de muchos elementos que van encadenados. Para la evolución del reparto modal, se adoptó la decisión con el consenso absoluto de las fuerzas del Pleno municipal. El mismo día que entraba en funcionamiento la nueva red de autobuses, el precio de la OTA se multiplicó por tres para lanzar un mensaje claro: que llegar en coche al centro de la ciudad genera unos trastornos a la ciudad y yo te voy a dar unas alternativas para que no lo necesites con autobuses con buenas frecuencias. Para eso tiene que servir el pacto, para que seamos consecuentes cuando hagamos realidad lo que firmamos, aunque a veces llegue acompañado de decisiones polémicas, como fue el caso de ésta en la que incluso se recogieron 12.000 firmas de ciudadanos en contra. Ahora también hemos cambiado: ahora es más fácil aparcar, pero más caro, por aquel entonces era más difícil aparcar, pero más barato. Esa decisión también supuso un antes y después.

Precisamente ahora, una década después, ¿cómo ve a la ciudad en materia de movilidad sostenible?

-Yo la veo con optimismo. Han pasado diez años y tenemos a esos 40.000 vecinos de Salburua y Zabalgana y la realidad hoy es muy distinta, tanto como que en Vitoria se realizan menos desplazamientos en automóvil de toda la historia de la ciudad. El parque del automóvil de 1975 a 1991 se multiplicó por cuatro y eso no hay ciudad que lo soporte y menos en una urbe como la de Vitoria, en la que con el primer sueldo que tenías lo primero que hacías era comprarte un coche. En 2006 los desplazamientos en coche eran del casi 37% y en 2014 ya estábamos en un 24%, al haberlos reducido en un 12% en ocho años la participación del coche en la movilidad. La bicicleta, cuando empezamos, no tenía protagonismo en la ciudad, en el año 2006 los desplazamientos eran de un 3,30% pero pasaron a un 6,50% en el 2011 y a un 12,3% en el 2014, espectacular. Y el transporte público aunque parece que sigue igual en porcentaje, pero en número absoluto de viajeros sí que ha crecidos al 100%.

¿En qué se traduce todo eso?

-En que la movilidad ha aumentado muchísimo en la ciudad. La gente ahora se mueve mucho más. Hay muchos más desplazamientos. Hablamos de un millón de desplazamientos al día que se producen en la ciudad y el cómo se producen es crítico. Lo que tenemos que hacer es que no crezca mucho esa movilidad y eso se consigue con el urbanismo, con una ciudad que no se desparrame ni poner polígonos industriales ni universidades lejos. Y eso es una virtud de esta ciudad porque todos nuestros antecesores tuvieron una visión de Vitoria más o menos compacta, que no se esparciera. Afortunadamente, tenemos una ciudad que en menos de tres kilómetros, desde el centro de la ciudad hasta el Anillo Verde, vive el 98% de la población. En diez minutos en bicicleta, te sales de la ciudad.

¿Cómo definiría la actual movilidad sostenible de Vitoria? ¿De 0 a 10 qué nota le pondría ahora?

-Es complicado poner una nota. Estamos en una evaluación continua. Veo con satisfacción el proceso que hemos conseguido. Hemos conseguido saber enderezar el rumbo y mantener la hoja de ruta compartida para hacer frente a momentos problemáticos y estar en el camino. Por eso, le daría un notable alto, pero tiene que seguir progresando.

¿Qué retos quedan por hacer en esta materia?

-Hay muchos. Está el incremento general de la movilidad, que hay que analizar y tratar de orientar. Conseguir que la gente se pueda mover menos, que yo creo que sí que podemos conseguir a través del Urbanismo. También hay que tener en cuenta la coordinación interinstitucional, la logística urbana, como la que genera la compra electrónica, que cada vez genera más presiones y fricciones con la carga de paquetería inmensa. Es un tema que hay que ir resolviendo. También la movilidad al trabajo. Sí que ha habido un cambio cuando el motivo del desplazamiento es por ocio o colegio, pero para el trabajo el papel del coche es protagonista. Habría que ver en qué medida somos capaces de mejorar la comunicación a los polígonos industriales para que quien esté dispuesto a dar el salto lo haga con seguridad. Otro reto es la movilidad escolar para combatir la plaga de la doble fila de los colegios. También hay que mejorar la seguridad vial para que el peso del automóvil sea menor y la velocidad a la que se desplazan. También habría que renovar la flota de autobuses, pero si queremos tener un transporte público de calidad, hay que hacer una reflexión de la estructura tarifaria, analizando subir los precios. La movilidad en motocicleta que va creciendo y eso nos preocupa por la contaminación que genera y como medio de sustitución del coche y menos en Vitoria que no tiene sentido. Y la regulación de aparatos de movilidad personal, porque los nuevos son un peligro, están sin homologar y muchos van a una velocidad parecida a la de un ciclomotor.

Otra queja, como piden grupos municipales como Podemos, es la excesiva semaforización.

-Posiblemente se deba hacer. Es más natural respetar la señalización horizontal para respetar al peatón en los pasos de cebra. Reduciendo semáforos, reduciríamos el tráfico y también la velocidad a la que pasan. Si haríamos una comparativa de indicadores de semáforos por kilómetro de calle, Vitoria estaría entre el top 10 seguro.

Los ciudadanos lamentan la falta de aparcamientos en superficie y el elevado precio de la OTA...

-Precisamente, que la OTA sea más cara que el aparcamiento subterráneo es para que la calle sea para el ciudadano no para el coche. Donde podamos eliminar coches de la calle, se podrá recuperar para otros usos. Aquí está el ejemplo de la transformación de la Avenida de Gasteiz y de Sancho el Sabio, que se quitaron cientos de aparcamientos.

Uno de los objetivos del plan era el de la convivencia entre peatones con ciclistas. ¿En qué punto estamos?

-Hay que evitar que muramos de éxito. Es una realidad el tema de los atropellos posiblemente debido al crecimiento repentino del uso de la bicicleta. Ahora estamos en el momento de respetar la norma. Estamos en una situación en la que puede tener solución, pero hay que intervenir.

Respecto al transporte colectivo, el documento de hace diez años no recoge las necesidades surgidas de la expansión de la ciudad hacia Salburua y Zabalgana. ¿Por qué siendo éstos los barrios más lejanos es a los únicos a los que no llega el tranvía?

-Entiendo que porque es inviable abordar todo a la vez por la capacidad inversora. En principio estaban contemplados en la red de desarrollo futuro de transporte colectivo, como la transformación de la línea periférica en una de alta capacidad tipo BRT o tranvía. En cualquier caso, para decantarse por uno de estos medios de transporte, tienes que ver cuál es la inversión más razonable, no es uno u otro, dependiendo de la carga de viajeros.

¿Cómo se imagina la ciudad dentro de 10 años? ¿Serán los ciudadanos más respetuosos?

-Yo creo que sí, que la gente empieza a ser consciente de la calidad del espacio público y es algo que sorprende a la gente que viene de fuera, la vida en la calle. ¿Quién recuerda qué era la calle Sancho el Sabio o Virgen Blanca, por citar algunos ejemplos? La gente empieza a usar la bicicleta.

¿En qué ciudad tiene que mirarse Vitoria para mejorar?

-Tiene muchas. Burdeos (Francia), con la transformación del espacio público, otorgando un papel integral a la movilidad, o Bremen (Alemania). Y Pontevedra por lograr una ciudad orientada al ciudadano.