vitoria - “¿Si tu amigo se tirara por la ventana tú también lo harías?”. Según la declaración de la exesposa del acusado, un hombre de 45 años juzgado ayer en el Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria, éste pronunciaba la citada frase mientras agarraba a su hijo de apenas siete años de edad y le sacaba medio cuerpo fuera del marco de la ventana de un séptimo piso para darle una lección. La testigo, que ha denunciado a su exmarido por presunto maltrato habitual, aseguró que la violencia “física y psicológica” que el hombre ejercía sobre el menor era “diaria y constante”. La defensa, no obstante, negó los hechos y puso en duda la declaración de la mujer, a la que preguntó por qué no había reaccionado ante determinados episodios de supuesta violencia extrema. “No era consciente de lo que sucedía, él me hacía creer que era lo normal”, respondió ella. El acusado se enfrenta a una posible pena de cuatro años de cárcel.

El relato de la denunciante, que declaró por videoconferencia, resultó estremecedor. Habló de sus dos hijos, un niño que actualmente tiene 11 años y una niña de 6. Refirió distintos episodios de presunta violencia familiar, como el indicado inicialmente. El niño, por indicación de un amigo, había trepado a una canasta del colegio para desencajar un balón de baloncesto y los responsables del centro escolar notificaron lo ocurrido a sus padres. Cuando el menor regresó a casa, la mujer afirmó que vio cómo su padre le cogió en brazos y le inclinó sobre la ventana, sacando medio cuerpo al vacío. Después, aseguró que le gritó, le insultó, que le lanzó contra el cabecero de la cama, le bajó los pantalones y le azotó en el culo para, a continuación propinarle puñetazos en el cuerpo y arrancarle un mechón de pelo. “Fue una auténtica paliza”, remarcó. Según su testimonio, el niño sufrió malos tratos desde los dos o tres años de edad, pero se intensificaron cuando tenía ocho porque, a juicio de su padre “era muy rebelde”.

También recordó cómo, de manera habitual, el hombre le propinaba golpes y le dedicaba insultos cuando se enfadaba con él. “El niño estaba aterrorizado y le evitaba. Su padre perdía los nervios por cosas mínimas, porque en la cena el niño hacía ruido al masticar o porque no cortaba la carne de la manera que a él le gustaba”, manifestó ante el juez.

En una ocasión, de acuerdo con este mismo testimonio, consideró que no se estaba portando bien durante unas vacaciones y le tiró de la oreja. “Lo hacía constantemente, pero aquella vez empleó tanta fuerza que le hizo un pequeño desgarro. Yo me di cuenta al día siguiente, cuando le estaba duchando. Vi la herida y que le faltaba un mechoncito de pelo”, declaró. Igualmente rescató otro incidente sobrecogedor protagonizado presuntamente por el padre, quien “cuando la niña era muy pequeña y lloraba mucho, le puso la mano en la cara tapándole la boca y la nariz para que no respirara y así se callara”.

La defensa del acusado preguntó a la madre cómo era capaz de permitir situaciones como las expuestas ante la sala. La mujer explicó que cuando trataba de mediar en favor de los niños se llevaba “la mitad de la paliza” y que no fue consciente de la gravedad de lo que sucedía hasta años después, cuando comprendió que lo que ocurría en el domicilio familiar, ubicado en el barrio de Lakua-Arriaga, no era normal. Informó de que desde hace algún tiempo recurre a los servicios de un educador que les acompaña a ella y a los niños en el día a día porque el niño replica los comportamientos que ha padecido y se ha vuelto “terriblemente agresivo” en casa, hasta el punto de pegar a su hermana, mientras que en el colegio muestra una actitud inversa y se muestra apocado. El abogado defensor del exmarido rechazó esta versión y aseguró que los problemas psicológicos de los dos menores, que se encuentran en tratamiento, obedecen a dificultades de adaptación a la separación de sus padres.

“la mato” El magistrado del Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria dictó ayer sentencia de conformidad por el caso de un hombre acusado de un delito continuado de amenazas en el ámbito de la violencia de género y de otro, leve, de vejaciones contra su expareja. El denunciado aceptó la oferta de la Fiscalía y únicamente habrá de cumplir una condena de 61 días de trabajos en beneficio de la comunidad, amén de observar un alejamiento de 200 metros de su víctima durante tres años.

De acuerdo con lo señalado por el fiscal en su escrito de acusación, el acusado “guiado por el ánimo de atemorizar” a la mujer con la que había mantenido una relación sentimental, así como a su actual pareja, envió diversos mensajes de WhatsApp desde su teléfono móvil. En uno de ellos, le decía a su exnovia “eres una zorra, olvídate de tus cosas”, mientras que en alusión a su pareja señalaba que “le van a dar lo suyo, tranquila”. “Os vais a cagar y no voy a ver nada. Puta zorra, asquerosa, tus cosas arden de maravilla”, proseguía.

En los mensajes que dirigió al hombre que actualmente sale con su expareja, el tono amenazante ganaba en peligrosidad. “Me cago en dios, la voy a liar gorda. Yo voy a la cárcel pero la mato y al que esté con ella también”, indicaba en uno de ellos. “Acabaré en la cárcel -insistía-, pero saco la verdad, por mis cojones, es una puta cobarde”.

El último de los WhatsApp, dirigido a la actual pareja de su exnovia, resultaba igualmente explícito: “Te voy a reventar cuando te vea, eres un hijo de puta. Te vas a cagar buitre de mierda, prepárate que te vas a arrepentir de haberme quitado a la zorra esa. Te vas a cagar, cabrón y no me toques más los cojones que te reviento, payaso”. Tras reconocer la autoría de los hechos, el denunciado quedó en libertad a la espera de cumplir con sus jornadas de servicio comunitario.

Maltrato habitual. Los hechos relatados ayer por la Fiscalía y constatados por la declaración de la exmujer del acusado son presuntamente constitutivos de un delito de maltrato habitual en el ámbito familiar, por el que la acusación pide 2 años de prisión.

Maltrato no habitual Además, cada uno de los distintos episodios de violencia física y psicológica referidos por la denunciante constituyen, supuestamente, tres delitos de maltrato no habitual. La acusación pide 8 meses de prisión por cada uno de ellos.