llodio - Una media de 75 camiones cargados con un millón de botellas salen a diario de la fábrica de envases de vidrio Vidrala en dirección a las empresas envasadoras que tiene por clientes -mayoritariamente, de vino, cerveza y aceite- por buena parte de España, y por algún que otro país europeo como Francia, Reino Unido o Irlanda. Llevan haciéndolo desde 1965, aunque llegar a las 228.000 toneladas de producción anuales, 306 modelos de botellas diferentes y una plantilla de 360 operarios, a los que hay que añadir los 110 trabajadores de las oficinas centrales del grupo, ubicadas también en Llodio, no ha sido ningún camino de rosas. De ello, dio buena cuenta ayer el responsable de gestión de compras de la firma, Oskar Argote, que guió una visita por la empresa, a petición de Ecovidrio (entidad sin ánimo de lucro, encargada de la gestión del reciclado de los residuos de envases de vidrio en España, desde 1998).

En este municipio alavés nació hace 52 años Vidrala, uno de los cuatro mayores fabricantes de envases de vidrio de Europa, junto con la norteamericana Owens Illinois (OI), la francesa Verallia y la británica Ardagh. Todo un hito para una sociedad que aprendió sobre la marcha a fabricar botellas de cristal y que, en la actualidad, cotiza en bolsa, tiene 1.700 clientes, fabrica más de 6.000 millones de envases en el conjunto de las plantas repartidas por seis estados europeos diferentes, y factura más de 800 millones de euros anuales. Su existencia fue la que, precisamente, provocó que también se abriera en este municipio la, hoy por hoy, única planta en la CAV capacitada para el reciclaje de envases de vidrio. Se trata de la empresa familiar Aguado e hijos que, con 17 trabajadores en plantilla, gestiona al año 100.000 toneladas de vidrio, en su mayoría, procedentes de los contenedores verdes colocados por Ecovidrio no solo en Euskadi, sino también en Navarra y La Rioja. “Tratamos un millón de botellas diarias, que equivalen a 300 toneladas. En menor medida también recibimos restos de vidrio plano como lunas de automóviles, espejos o ventanas”, explicaron Carlos y Javier, los propietarios de esta compañía.

La empresa la puso en marcha su abuelo hace más de medio siglo, “trabajando debajo de casa cuando comenzó a funcionar Vidrala, que se creó para gestionar los residuos de Villosa (actual Guardian)”, recuerdan. En aquel entonces, “no existían los iglúes de reciclaje y se iba a recoger las botellas al vertedero. Se transportaban en cestos y se machacaban con un martillo, ahora vamos evolucionando”. No en vano, a esta planta llegan a la hora una media de tres camiones con botellas que, tras un concienzudo proceso de limpieza y triturado, que dura diez minutos, se convierte en lo denominado calcín. Es decir, el vidrio seleccionado, limpio y molido que luego se lleva a fundir a hornos de fusión como los de Vidrala, donde los reconvierten en envases.

Con ello se cierra un ciclo que da inicio cuando cada consumidor, una vez vaciado el contenido, deposita el envase en un contenedor verde. Un compromiso ciudadano con el medio ambiente del que Euskadi se encuentra a la vanguardia del Estado con 26,5 kilogramos por habitante, únicamente superado por Baleares con 33 kilos. Una cifra en la que “hay que tener en cuenta la elevada densidad turística de esta comunidad, que se traduce en un mayor consumo de envases de vidrio; al igual que pasa en Euskadi con Gipuzkoa, donde la tasa es la más alta de España con 35,7 kilogramos por habitante, frente a los 23,4 kilos de Álava, los 21,6 de Bizkaia, o los 16,2 de la media nacional”, matizó Oskar Acedo, gerente de zona de Ecovidrio, también presente ayer en la visita a las plantas vidrieras de Llodio.