gasteiz - El Real Decreto de Prescripción Enfermera, que ha dejado en “un limbo legal” a la profesión, las jubilaciones a las que se enfrenta el colectivo o las nuevas infraestructuras sanitarias del territorio son sólo algunas de las preocupaciones de un gremio con “más competencias, más responsabilidad y más especialización”.
En la jornada de este jueves van a remontarse hasta el siglo XVI, pero saltando unos cuantos años en el tiempo, ¿cómo ha evolucionado su profesión más recientemente?
-En los últimos años, ha evolucionado a velocidad de vértigo. Hemos pasado de ser auxiliares técnicos sanitarios (ATS), que ya no queda ninguno porque hemos ido convalidando la titulación, a diplomados primero y a graduados después. ¿Qué supone esto para la profesión? Más competencias, más responsabilidad y más especialización. Hemos tenido el traspié del dichoso Real Decreto de Prescripción, que nos ha dejado en un limbo legal, pero al final se está tirando porque lo que todo el mundo quiere es que el trabajo salga adelante.
¿Cómo sigue influyendo esta normativa en su día a día?
-En el día a día estamos tratando con gente que está enferma y tiene unas necesidades, por lo que no se les puede dejar tirados. Poniéndole buena voluntad entre todos, médicos y enfermeras, se va haciendo el trabajo, pero también ha habido enfrentamientos. Ha habido profesionales médicos que han dicho que no prescriben y también enfermeras que, en esa situación, no han puesto el tratamiento. Y el que ha pagado el pato ahí ha sido el paciente.
¿Con el nuevo escenario político de Madrid confía en que el Decreto se derogue o se modifique?
-Todos los partidos menos el PP están a favor de la derogación o la modificación, pero de momento no hay manera. Nos queda una esperanza a nivel europeo, donde el diagnóstico enfermero está considerado una competencia. Y todo diagnóstico lleva a un tratamiento y todo tratamiento tiene que ser prescrito. Nosotros no buscamos prescribir lo que le corresponde a los médicos, que es donde ellos se equivocan. Tenemos unos diagnósticos de Enfermería dentro de nuestras competencias, y lo que queremos es poder prescribir esos diagnósticos que hacemos. La mayoría son productos que cualquiera pide en la farmacia y los consigue sin ningún problema. Si los cubre la Seguridad Social, ¿por qué no los vamos a poder recetar?
Pese a toda la historia que tiene detrás, ¿la enfermería cuenta con un reconocimiento suficiente o sigue estando un poco a la sombra?
-Creo que cada vez tenemos más autonomía. Están ahí las consultas de Enfermería y la intención de Osakidetza es dotar a la profesión de un cupo de población como tienen los médicos. En nuestro trabajo cada vez tenemos más claro cuáles son nuestras labores, que son complementarias a las de la medicina. Necesitamos al médico para trabajar, y viceversa. Aparte, según las encuestas somos uno de los colectivos profesionales más reconocidos socialmente.
Se enfrentan también a un escenario complicado de jubilaciones en masa. ¿Hay suficiente relevo?
-No lo hay y no lo están cuidando. Un porcentaje alto de la plantilla de Osakidetza se va a jubilar pronto y no lo han ido sustituyendo con personal formado, porque hoy en día cada planta tiene su especialización. Una enfermera que no haya trabajado nunca en un servicio necesitará un periodo de aprendizaje. Eso lo deben tener en cuenta y cubrirlo poco a poco. Al año se nos jubilan del orden de 50 enfermeras en Álava, y oyendo a la gente con el tipo de contratos que hay y cómo se está trabajando, tengo muchas dudas.
¿Habrá personal suficiente para llenar nuevas equipamientos como la ampliación del HUA-Txagorritxu cuando llegue el momento?
-Espero que sí. Y si no, vendrá gente de fuera a trabajar. En verano, de hecho, muchos de los trabajadores que tenemos en los hospitales son de fuera, no ya del territorio histórico sino incluso del país. Me parece muy bien que amplíen Txagorritxu, pero igual tenían que haber hecho un hospital nuevo para que los pacientes que estén allí no tengan que aguantar todas esas obras.