vitoria - Una cosa es querer y otra es poder. Bien lo saben las mujeres gitanas que habitan en España, quienes sufren en carne propia la cara más oscura de la lucha por la igualdad social. “Vas con tu cara gitana a alquilar una vivienda y nadie lo hace y a una entrevista de trabajo, y tampoco te lo dan por el hecho de pertenecer a una minoría étnica”. Así lo denuncia María José Jiménez, presidenta de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad. Una agrupación, constituida en verano de 2013, que cuenta con 150 personas socias, además de otros colaboradores, que será hoy la encargada de impartir la conferencia Este es el feminismo romaní, el construido por el pueblo gitano, en el palacio Villa Suso, de 19.00 a 21.00 horas.
Esta actividad, enmarcada en la Escuela para la Igualdad y el Empoderamiento de las mujeres de Vitoria-Gasteiz 2016-2017, mezclará actuaciones musicales y teatrales con una gran mesa redonda en la que ocho ponentes, integrantes todos ellos de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad, hablarán desde la historia de este pueblo a sus grandes retos. En especial, el de acabar con los estereotipos sociales. “Las mujeres gitanas aparecemos en los medios de comunicación de tres maneras diferentes: en la página de sucesos, como por violencia o venganza como el ojo por ojo, folklore por eso de que tenemos un duende para bailar y cantar, o en época de elecciones, sobre todo en Andalucía, cuando buscan una cara gitana para hacer sus promesas electorales”, precisa.
Pero las féminas romanís son algo mucho más que eso. Jiménez, por ejemplo, es trabajadora social y licenciada en Humanidades. Y como recuerda, sin que en su casa le pusieran trabas para continuar con sus estudios. “Las mujeres de nuestra asociación responden a perfiles muy diferentes. Algunas tienen estudios superiores y otras no, pero es sorprendente el éxito que ha tenido esta asociación en tan poco tiempo porque faltaba una estructura que luchara por temas de igualdad o derechos laborales que afectan a un sinfín de mujeres, pero sobre todo gitanas”, afirma.
empleabilidad Sus integrantes han demostrado que ser gitana y feminista es posible, máxime cuando tienen aún tanto por lo que combatir. “Nosotras tenemos una doble lucha: el patriarcado de los hombres payos y el de los gitanos”, censura la máxima responsable de esta asociación.
Aparte de esto tienen que hacer frente a la sociedad y a sus prejuicios, “como el de que no somos empleables por ser mujeres. A nosotras no se nos permite salir a la calle en igualdad de condiciones” o el de puertas para adentro, en sus hogares. “En el reparto de tareas tenemos las mismas dificultades que las payas o incluso peores porque los hombres payos están más sensibilizados que los gitanos. Lo que no se ve, no existe porque nunca se han diseñado programas específicos de concienciación para los gitanos en este sentido”, opina Jiménez.
De ahí que las reivindicaciones de este colectivo, que representa al total de un millón de gitanos que figuran en el censo estatal, pasen por reclamar “políticas específicas y corresponsabilidad por parte de la sociedad”, especifica.
Como se queja, todo el mundo se atreve a opinar de los gitanos como simple objetos. “Somos un grupo que no se ha reconocido porque hay un antigitanismo en España y Europa que se ve en todos los lados. Somos los eternos culpables de la sociedad”, denuncia Jiménez para quien son pura “falacia” las políticas dirigidos a su etnia. “En la práctica no sirven porque suelen ser del tipo os vamos a civilizar. Las gitanas queremos ser feministas pero conservando nuestra identidad, no queremos convertirnos en payas, sino crear un movimiento estatal y europeo, para que se nos trate como debe con programas efectivos”.