elvillar - Son las cosas que suceden, a veces, cuando se ejecutan obras públicas. Hay elementos que pasan desapercibidos o que no se tienen en cuenta, aunque en esta ocasión, el volumen sea tan importante como 115 olivos con varios siglos de vida y una identidad propia como parte de un paisaje que se pretende sea amparado por la Unesco.
Ese impresionante patrimonio cultural y vegetal está en varias parcelas afectadas por las obras de ensanche de la carretera que une Elvillar con El Campillar. Y una de esas grandes parcelas era un claro exponente del paisaje tradicional de Rioja Alavesa, conjugando los olivos con los viñedos y algún nogal y almendro que otro. Pero quien diseñó el trazado se olvidó o desconocía lo que allí había, porque ese terreno había sido condenado a servir de vertedero de tierra y rocas sobrantes de la obra y, para ello, fue expropiado. Pero alguien estaba al loro de lo que allí iba a ocurrir. Se trata de Toño Gainzarain, el joven alguacil de Elvillar, comprometido con causas sociales y con actividades medioambientales que, voluntariamente, cuida de numerosos árboles dispersos por el municipio, entre ellos, el sabinar del monte donde hay un ejemplar milenario. Y se puso manos a la obra para salvar los olivos.
Ayer mismo coordinó el rescate de esa parcela. Ayudado por una excavadora y un camión para el transporte los olivos, fueron trasladados. Cuenta que cuando se iba a hacer la carretera “nosotros pensábamos que la propia Diputación había previsto qué hacer con estos olivos, que es lo que se suele hacer en estos casos: reubicados en otro lugar. Pero cuando nos enteramos que no iba a ser así, llamamos al servicio de Expropiaciones, ya que estos árboles ya no eran de los vecinos porque estaban expropiados por la obra. Afortunadamente, nos comunicaron que devolvían al Ayuntamiento los olivos y que podíamos hacer lo quisiéramos con ellos”, relata.
Ésa fue la clave para toda la operación que a partir de ese momento se inició. “Nos empezamos a mover, sacamos bandos por el pueblo instando a la gente a ver si quería alguno, celebramos reuniones para ver cuál era la mejor manera de hacerlo, con qué tipo de maquinaria etc. Y a partir de ese momento hubo una serie de agricultores y no agricultores que se interesaron por los centenarios olivos. La oferta era que se entregaban gratis, pero los interesados se tenían que hacer cargo de la pala y del transporte, entre 80 y 100 euros cada uno, según el tiempo dedicado y la distancia de su terreno. La propuesta corrió como la pólvora y las peticiones se completaron casi inmediatamente, porque “la gente ha mostrado gran sensibilidad”.
La operación se llevó a cabo con todo el rigor. Toño, el alguacil, realizó una película de toda la carretera antes de comenzarse la obra, antes de saberse lo que iba a ocurrir con los olivos. Así que a esa iniciativa sumó elaborar un documento de cada uno de los 115 olivos afectados, con fotografías, un patrimonio que se conserva ahora en el Ayuntamiento. “Creemos que estos árboles pueden tener unos 300 años y también los hay más jóvenes. “Sabemos que son muy antiguos porque un vecino dijo que su abuelo le había dicho que su bisabuelo ya los había conocido muy viejos. De hecho, “los que vamos a sacar hoy son los más viejos”, apunta Toño.
Pero salvarlos sin más no es consuelo. “Lo que tenían que hacer estos árboles es quedarse aquí, porque este es su sitio. Una carretera no tiene porqué mover esto, porque cuando hay daños por el paso de una carretera, pues vale, pero para hacer un vertedero, tener que mover estos árboles, que están en su sitio, que tienen su lugar, no tiene sentido”. Y explica que “mantener estos olivos hace pueblo, porque ‘pueblo’ no son solo las personas, sino también los edificios y lo que ha dado para vivir durante toda la vida. De estos olivos se ha hecho aceite para alimentar a muchos villarejos, se han sacado aceitunas? Antes, cuando se trabajaban más los olivos, la producción de olivas y de aceite era muy importante para el sustento del pueblo. Sería deshonroso dejarlos morir”.
Por eso afirma que “no entiendo, no comprendo como la Diputación no puede tener un plan para estos olivos centenarios y luego se desgarra las vestiduras para sacar o cuidar las encinas. Para mí todos los árboles son iguales. Demuestra carencia de sensibilidad”.
Hay gente, sin embargo, que ha demostrado “una gran talla humana”, como el servicio de Expropiaciones, que “nos han ayudado. Y a la gente del pueblo, que se han implicado en la tarea se salvar nuestro paisaje, porque ésta es también parte de nuestra cultura”, subraya Gainzarain.
La operación se salvamento de los olivos ha sido una iniciativa del alguacil, pero el Ayuntamiento, el alcalde y la Corporación se han volcado al cien por cien. Si no hubiera sido por ellos, “si no me hubieran dejado habría sido imposible. Hoy estoy en horario de trabajo, pero otros días han sido fines de semana. El alcalde, Gerardo Olano, desde que se lo conté, ha mostrado un interés enorme, me ha estado preguntando constantemente y todos los pasos han sido concertados con él. Y es que los olivos se los dieron al Ayuntamiento, al pueblo”. Por ello elogia su papel: ”lo que al principio parecía una labor imposible, que a nadie le iba a importar los ciento y poco olivos centenarios, al final ha sido lo contrario”.
Ayer, a las ocho de la mañana, no era solo el alguacil quien estaba en la parcela, pertrechado de cinchas para amarrar los árboles y sacarlos sin daños. Además de los operadores estaba el primer vecino que iba a recibir sus olivos. Tres los llevó a su huerto, a la salida de Elvillar hacia Kripan y en las horas siguientes fueron transportados el resto. Algunos, hasta 15, han llegado a un terreno cercano a Logroño, porque su joven propietario se había enterado de la iniciativa de Elvillar. Otro, un viticultor de la localidad, no ha tenido reparo en arrancar un renque de vides para plantar otros tres olivos. Y es que, una vez más, la gente ha salido a defender las raíces que tanto le unen a su tierra.