El jueves anterior al domingo de Carnaval es el Jueves de Lardero y en Agurain los escolares lo celebran por todo lo alto. Salen a la calle a cantar y a pedir viandas para la merienda. Ayer, se repitió la tradición. El nombre de la jornada viene del verbo lardear (que significa untar o envolver con grasa lo que se va a asar), ya que es costumbre comer abundantes embutidos, tocino y carne de cerdo en ese día como preparación para los cuarenta días de la Cuaresma.
Cientos fueron los pequeños que se echaron a la calle en el inicio de los cambios de identidad, la licencia para esconder por unos días el uniforme rutinario y calarse gorros llamativos, batas de médico, monos de superhéroes o máscaras con las que ocultar el rostro. Los txikis comienzan a acumular conocimientos en las clases, pero si algo saben ya de sobra de manera innata es cómo disfrutar, y ayer trasladaron el mensaje a la ciudadanía. Por muchos años que pasen, siempre hay un día al año para improvisar un nuevo rol y reinventarse.
La fiesta comenzó en el centro escolar. Los primeros en celebrar el Jueves de Lardero fueron los alumnos de la ikastola Lope de Larrea, quienes, tras entonar los primeros cánticos en el patio de la escuela, se echaron a la calle para inundar el pueblo de alegría carnavalesca. Makila en mano y ataviados con los típicos trajes de neskas y caseros, salieron en busca de algún que otro presente para la tradicional merienda de Carnaval. Tras una primera actuación multitudinaria en la plaza de San Juan, y ante la atenta mirada de sus progenitores, los pequeños fueron divididos en grupos con el fin de recorrer todas y cada una de las calles de la localidad. Uno de los primeros productos que recogieron fue varias bolsas de patatas y gusanitos, un tentempié muy distinto a los que recogían sus antepasados. No en vano, los regalos en forma de derivados del cerdo han dado paso a bolsas de patatas fritas, caramelos, paquetes de galletas o latas de refrescos.
En su particular recorrido por las calles no perdieron la oportunidad para entrar en todas las tiendas donde obtuvieron desde dinero hasta refrescos o las más variadas chucherías después de haber cantado en la puerta. Al frente de los más pequeños se encontraban los profesores y profesoras, que luchaban para que nadie se saltara el guión y para que todos cantaran al unísono en las distintas plazas del Casco Histórico alejados del ajetreo del tráfico, mientras los chavales de más edad recorrían las calles de extramuros.
Por su parte, los alumnos de la ikastola Lautada celebraron Jueves de Lardero por la tarde con la reunión para cantar en el patio del centro escolar y la posterior tradicional kalejira por las calles de la localidad.
Los más pequeños fueron la espoleta que ha encendido el Carnaval en la Llanada, que se vestirá de fiesta y color para recibir a don Carnal. La juerga y los disfraces se adueñarán de las calles de Agurain, Araia, Dulantzi o Zalduondo, entre personajes tradicionales como el porrero y la sorgiña o Markitos, entre otros.
Así por ejemplo, en Agurain el Carnaval llegará de la mano del porrero y la sorgiña. Un año más, como lo vienen haciendo desde su nacimiento hace 35 años, los míticos personajes descenderán de su guarida a la villa para traer el sarcasmo, la burla y la alegría a los aguraindarras. Acompañarán a los vecinos en sus celebraciones hasta el martes, momento de la despedida.
Los vecinos y visitantes de Agurain recibirán a los personajes acompañados por la banda de música hoy a las 20.00 horas. Fue en la recuperación del Carnaval en la década de los setenta cuando se le dio protagonismo a este tipo de personajes, ya imprescindibles en la zona.