gasteiz - Juantxo López de Uralde (Donostia, 1963), convencido de que el objetivo final del Gobierno central y el lobby nuclear es alargar la vida de todo el parque estatal, apela a los partidos que, por activa o por pasiva, permitieron gobernar al PP en Madrid, Ciudadanos y el PSOE. Independientemente de que el aval definitivo a Garoña, que ahora está en manos del Ejecutivo, pueda llegar vía decretazo.

Vistos los últimos acontecimientos, ¿cree que la central de Garoña reabrirá finalmente?

-Creo que no hay que confiar nunca en Nuclenor -la empresa propietaria de la central-. Y por eso, Garoña debe ser cerrada por una decisión gubernamental, bien sea directa o bien inducida por una mayoría parlamentaria. Por eso, la pregunta que muchos nos hacemos no es si Nuclenor va a reabrir Garoña o no, sino si el Gobierno va a permitir o no su reapertura. Porque es una cuestión 100% política en este momento.

Con un Congreso de los Diputados más plural que nunca, la capacidad de influencia de la oposición en este tema debería ser determinante.

-Garoña se ha convertido en un tema muy incómodo para el Gobierno, porque realmente la mayoría del Congreso es contraria a su reapertura. Esto ha quedado en evidencia en múltiples ocasiones. En la pasada legislatura se aprobó una proposición no de ley que instaba al Gobierno a cerrarla y esta misma semana, en la ponencia nuclear del Congreso, prácticamente todos los partidos, con la excepción del PP, hablamos en la misma línea de que no debería ser reabierta. Hay una mayoría política y, por lo tanto, el Gobierno no debería en ningún caso seguir adelante con el proceso de reapertura. Esperamos que no lo haga y, si lo hace, esa mayoría debería activarse.

La responsabilidad de reclamar el cierre, en todo caso, parece mayor para los partidos que permitieron gobernar al PP, activa o pasivamente: Ciudadanos y el PSOE.

-La mayor responsabilidad, efectivamente, la tienen aquellos que están apoyando al gobierno del PP, porque si se ha llegado aquí es responsabilidad fundamentalmente del PP y de aquellos que le han apoyado y le han permitido gobernar.

¿Por qué decía antes que nunca hay que confiar en Nuclenor?

-Hay que tener en cuenta una cosa importante, que el Gobierno está poniendo en manos de Nuclenor un regalo económico. He leído estos días que se calcula en 900 millones de euros el lucro cesante, y por eso digo que no hay que fiarse nunca. Sólo faltaba que todo este tema lo acabemos pagando los ciudadanos. Espero que no sea así, y eso depende del Gobierno y de que actúe cuando antes.

El Ministerio de Energía ha anunciado que va a abrir un proceso de diálogo con los agentes implicados antes de tomar una decisión. ¿Un paso positivo o puro maquillaje?

-Quiero suponer que el Ministerio de Energía no va a hacer otra cosa que cerrar la central, y que tendrá que encontrar el momento para hacerlo. Pero la lógica de lo que está ocurriendo me lleva a pensar que esto es una estrategia montada, de largo plazo, que tiene varios frentes diferentes, y me caben muchas dudas.

¿A qué frentes se refiere?

-Los dos primeros son el alargamiento de la vida de todas las centrales nucleares, empezando por Garoña, y el cambio de normativa del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para desligar las revisiones integrales de los permisos para operar. Y un tercero sería el de los residuos nucleares. Hasta ahora, la estrategia era construir un Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas (Cuenca), porque para que las centrales puedan alargar su vida necesitan más espacio para depositar sus residuos. Pasa con Garoña, con Almaraz, con Cofrentes... Pero visto el fracaso del ATC, la estrategia ahora es construir cementerios nucleares dentro de las propias centrales. Es otra parte de esa misma estrategia, que tiene como único fin que las centrales sigan funcionando no se sabe muy bien hasta cuándo.

¿Si Garoña cierra definitivamente, tendrá el almacén de residuos que se proyectó en sus instalaciones?

-Ahí va a haber un almacén de residuos, sí. Está aprobado. Porque si se cierra, ahí irán los residuos del desmantelamiento de la central.

Recientemente, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, reconoció ante los sindicatos que Garoña podría cerrar definitivamente por motivos económicos. ¿No le parece un argumento creíble?

-Lo que no es entendible es que si realmente quiere cerrar, no lo haga ya. Este juego que está haciendo de no cumplir con ninguna de las condiciones que se le imponían desde hace tiempo, desde todo el proceso de cierre que comenzó con el Gobierno de Zapatero, y seguir para delante con el proceso no tiene ningún sentido. Y lo que es verdaderamente bochornoso es la actitud del CSN, que a pesar de todo le ha dado el permiso. Están dando un espectáculo lamentable que debería terminar cuanto antes.

¿Ni siquiera por ello pensó en algún momento que el dictamen del CSN sería desfavorable a la apertura?

-(Se lo piensa). En la última reunión con la vicepresidenta del CSN -Rosario Velasco, propuesta por el PSOE- le dije que si Nuclenor no cumple esas condiciones previas el dictamen debería ser negativo. Evidentemente, todos sabemos que detrás de todo eso está esa operación política para alargar la vida de las centrales nucleares que se está escondiendo tras el proceso de Garoña. Pero desde el punto de vista de la lógica, un dictamen sobre unas condiciones que no se han cumplido no debería ser positivo. Esto nadie puede entenderlo.

Se trata, entonces, de un dictamen hecho a la medida de Nuclenor.

-Absolutamente. A medida de Nuclenor y del lobby nuclear. Es que el CSN está al servicio del lobby nuclear y de las eléctricas.

Si tan mal está Garoña, de la que suele decirse que es la ‘central de las mil grietas’, ¿por qué se autoriza su reapertura?

-Se autoriza por lo que hay detrás, que es crear el precedente para el resto de centrales. Lo que de verdad le importa a la industria nuclear es Almaraz, que es la que viene después. Es una central de 2.000 megavatios, una potencia mucho mayor que la de Garoña, y que en el mes de junio tiene que pedir ya la licencia para el alargamiento de la vida -empezó a operar en 1983-. Lo que está en juego es eso. Y si se generaba un precedente negativo, eso iba a crear incertidumbre con respecto al futuro de las otras centrales.

¿Cómo es posible que en un órgano supuestamente independiente como el CSN haya consejeros nombrados por los partidos políticos?

-Eso es algo que hay que analizar, porque no puede seguir estando sometido al poder político de la manera en la que está. Hasta ahora, desde la Transición, había dos consejeros del PSOE, dos del PP y otro de CiU, con lo cual había un cierto equilibrio que ya no existe. Ahora claramente manda el Partido Popular, que es el que ha impuesto desde noviembre de 2015 a su tercer consejero. Es una extensión suya.

¿Qué cabe esperar del activismo, al que siempre ha estado ligado, si finalmente Garoña reabre? Por de pronto, ya se ha convocado una nueva manifestación para el 18 de marzo en Gasteiz.

-La lucha antinuclear es larga, de largo recorrido. Llevamos muchos años en esto, va a continuar y además está ganando la batalla. Las nucleares se van viendo cada vez menos como una alternativa. Espero que el activismo se movilice, se revitalice y vuelva a las calles a demostrar que ese movimiento antinuclear es fuerte en la sociedad y que no queremos centrales nucleares, y mucho menos nucleares tan peligrosas como Garoña.

¿Desde un punto de vista económico, sería sostenible para el Estado español cerrar todas sus nucleares?

-Evidentemente, para afrontar el cierre de las centrales nucleares hace falta una estrategia, pero yo separaría el debate de Garoña del debate del futuro de las otras nucleares. La razón es que Garoña lleva cuatro años sin funcionar, sin verter un kilovatio a la red. Y eso quiere decir que ni suma ni resta, y nadie la echa ya de menos. El otro es el cierre progresivo de las centrales, que para llevarlo a cabo, evidentemente, tienes que tener alternativas. Pero las hay, que son las energías renovables, el sol y el viento, y hacia allí hay que trabajar para llegar a ese escenario. Pero se puede llegar. El mejor ejemplo es Alemania, que ha apostado por el cierre de todas sus nucleares.

¿Y por qué no se avanza ya en ese camino, invirtiendo más en renovables?

-Porque ahora mismo, para que las renovables puedan expandirse, hace falta hueco de potencia, que conllevaría cerrar nucleares. Ahora mismo hay mucha más potencia instalada que el máximo de consumo. Y por eso se han frenado las inversiones. Si eso se corrigiera, y una forma de hacerlo es cerrando las nucleares, entrarían muchas más renovables en la red.