Cuatro protagonistas con cuatro visiones diferentes de lo que representa, a día de hoy, la Formación Profesional en Álava. Una opción formativa que cada año gana adeptos y que hoy protagoniza el II Foro de la Experiencia de la FP en Miñano.

Abre el fuego Javier Balsategui, gerente de Talleres Aratz. Habla alto y claro sobre el presente y el futuro de la Formación Profesional en Álava. Asegura que las empresas del sector industrial implantadas desde hace décadas en el territorio demandan relevo generacional y que ofrecen trabajo a cambio de esfuerzo, pero que no lo encuentran. Necesitan profesionales que se dediquen a la producción y los necesitan ya. Ajustadores, torneros, fresadores, soldadores, especialistas en mantenimiento... Las empresas reclaman operarios para que, poco a poco, se forjen en su seno, se conviertan a base de experiencia en trabajadores especializados y acaben labrándose un futuro más que prometedor. “En nuestra empresa hay fresadores que ganan más que los ingenieros”, explica. “Pero eso no se consigue en un día, hace falta dedicarle mucho tiempo”, añade.

Los talleres mecánicos no parecen tener buena prensa entre la juventud en estos tiempos. Aunque el volumen de alumnos que cursan Formación Profesional en Álava ha crecido cerca de un 30% en los últimos años, existen multitud de ramas y las relacionadas con este tipo de trabajos no parecen resultar excesivamente atractivas. “Hace poco hablé con un profesor que me dijo que de las 24 plazas de mecánica disponibles sólo había cubierto 14 en el último curso. Por contra, tenía sobre la mesa 70 solicitudes para cursar estudios de asesoría de imagen”, ilustra.

Ante esta tesitura, entiende que es necesario orientar adecuadamente a los alumnos y explicarles qué ramas tienen buenas salidas laborales. Existen vacantes que necesitan ser cubiertas cuanto antes para garantizar la continuidad del sector. “Hace 20 años, entre eléctricos, mecánicos, electrónicos, mantenimiento y reparación, en la zona de Vitoria salía cada año una promoción de unos 140 profesionales. Hoy en día salen, de acuerdo con los últimos datos de fabricación mecánica, unos 14 en 2016. Las industrias no tenemos para cubrir los puestos de trabajo”, explica.

Una de sus principales quejas alude a la “mentalidad”. “Seguimos con el tópico de que el mecánico es aquél que va con el buzo roto y sucio por encima de las virutas. Hay profesiones -amplía- que están muy devaluadas porque la imagen que se tiene de ellas en la calle no es la real”. Para acabar con esta distorsión, desde su empresa ofrece a los centros de Formación Profesional la posibilidad de visitar la empresa y que los alumnos comprueben de primera mano cómo es el día a día laboral en un taller.

Con refuerzo erasmus La experiencia formativa de Yolanda arrancó en Mendizabala, donde completó un módulo de asesoría de imagen personal y asentó las bases de todos sus conocimientos. “De ahí partió todo. Aquélla fue la base de todo lo que he estudiado después”, rememora. Mientras estaba en el centro de Formación Profesional, surgió la posibilidad de ir a Italia con el programa Erasmus y no se lo pensó dos veces. Se plantó en Padova y allí vivió “una experiencia muy gratificante, tanto desde el punto de vista profesional como personal”. En el país transalpino desarrolló sus aptitudes como maquilladora, una faceta muy ligada al estilismo. “No habíamos ahondado tanto en este aspecto dentro de los estudios de asesoría de imagen personal, así que me pareció una oportunidad excelente para aprender”, explica. De regreso en Vitoria, realiza un repaso general y decide trasladarse a Madrid para estudiar un máster de asesoría de imagen personal “que cubriera algunas carencias”. Este paso no sólo amplió su bagaje académico, sino que además le puso en contacto con los profesionales que se mueven en este mundo.

Una vez culminado el periodo formativo, Yolanda intentó, desde Vitoria, trabajar para alguna empresa dedicada a este tipo de actividades, pero se sorprendió al descubrir que “en el mercado no había servicios de asesoría de imagen como tal”. Así las cosas, se animó a dar el paso y se zambulló de lleno en el mundo del emprendizaje. Creó una página web y a finales de 2015 inició su propio proyecto. “Estoy muy contenta. Mi base se ubica en Vitoria pero trabajo en todo el País Vasco. Los resultados hablan de manera positiva y compruebo que el cliente vitoriano se preocupa por su imagen”, explica al hacer balance. De cara al futuro, prefiere ser prudente e ir “paso a paso”. “Aún soy muy pequeñita -reconoce-, estoy arrancando y llevo muy poquito tiempo y aún es demasiado pronto para hablar de lo que puede pasar”.

Beatriz inició su formación en la universidad. Estudió Ciencias Ambientales y después de un cierto tiempo buscando trabajo en Vitoria constató que siempre que aspiraba a un puesto se le requería preparación técnica. “No te pedían licenciatura -recuerda-, te pedían FP”. Ante esta tesitura, decidió realizar un máster en Agrobiología.

Siguió avanzando por el camino de la formación completando cursos de especialización hasta que, después de un año, decidió dar el paso y se apuntó a FP. Inició sus estudios de laboratorio y, en 2016, le animaron a adentrarse en la formación dual. “Durante el último año, además de estudiar realizo prácticas remuneradas. Hay dos modalidades de dual, una con beca y otra con contrato. A mi me dieron la de contrato”, aclara.

Después de casi un año trabajando en Caballito, reconoce que combinar estudios y trabajo “ha sido duro”, ya que apenas le deja tiempo para nada más. A pesar de todo, explica que “merece la pena, porque adquieres experiencia de lo tuyo y en la empresa te ayudan en todo lo que pueden”.

Durante este tiempo se ha dedicado a realizar labores de calidad en el laboratorio. “Hay que llevar a cabo un análisis de calidad de todas las materias primas antes de que lleguen a la zona de producción y yo estoy aprendiendo todas las técnicas que se emplean para ello”, precisa. En junio finaliza su contrato y todavía no ha decidido cuál será su próximo paso. Confía en que, ahora que cuenta con preparación universitaria, formación profesional y experiencia en empresa, la búsqueda de trabajo resulte “más fácil”.

“Si surgen oposiciones puedes optar a ellas porque tienes la licenciatura. Si sale algo de medio ambiente para lo que es necesario la FP, también la tengo. Y, además, puedo acreditar experiencia de un año”, sopesa. De cualquier manera, lo que tiene claro después de este año tan ajetreado es que “si no surge algo inmediato quiero tomarme dos semanas de vacaciones para no hacer nada, sólo recuperarme y relajarme”. Pese a tanta actividad, reconoce que no ha dejado de estar atenta a nuevas oportunidades, sobre todo en materia de oposiciones porque “salen cuando salen”. “También soy muy activa con las renovaciones de Lanbide, por si pudiera salir algo por ahí”, añade.

camino opuesto Si Beatriz recorrió el camino que va de la Universidad a la Formación Profesional, Gorka Ecenarro transita por la misma vía, pero en sentido opuesto. Comenzó su formación con un ciclo formativo de programación de la producción en fabricación mecánica en Vitoria. Al cabo de un año y gracias al buen rendimiento académico obtenido, le ofrecieron la posibilidad de sumarse a la formación dual. “Acepté sin dudarlo y desde ese momento comencé a trabajar por las tardes en una empresa mientras que por las mañanas estudiaba”, relata este joven de 21 años.

La entrega en los estudios y la buena disposición en su puesto de trabajo le allanaron el camino, de manera que cuando concluyó su periodo de prácticas de un año le ofrecieron un contrato indefinido. Un gran paso hacia delante, pero no el último dentro de su prometedora carrera. La buena impresión que Gorka dejó en sus superiores por su manera de trabajar les llevó a ofrecerle un auténtico regalo. “Me propusieron la posibilidad de estudiar un grado de ingeniería que además es compatible con mis estudios de Formación Profesional, con lo cual me convalidan 42 créditos”, señala orgulloso.

De nuevo aceptó la oferta. La empresa corre con los gastos de la formación y él se centra tanto en su trabajo como en los estudios que cursa en el Instituto de Máquina Herramienta de Elgoibar, “una ingeniería de innovación y desarrollo”.

Los primeros cuatro meses del curso son presenciales, de manera que Gorka ha estado yendo y viniendo a diario. “A lo largo de este periodo de tiempo sólo he ido a trabajar durante los fines de semana y las vacaciones de Navidad”, apunta. Eso sí, a partir del próximo marzo entra de lleno en su periodo de dualidad. Trabajará a jornada completa todos los lunes, martes y miércoles, mientras que los jueves y los viernes los dedicará a estudiar. “Y así durante cuatro años, hasta acabar el ciclo”, explica.

Tiene claro que las oportunidades que se le están presentando son excepcionales, por lo que está respondiendo con esfuerzo. “Estoy sacando unas notas impresionantes”, asegura satisfecho. De cara a futuro, su currículum va a resultar difícil de igualar. Formación Profesional preparación universitaria, un contrato indefinido y un expediente académico intachable, por lo que es más que probable que le lluevan las ofertas de trabajo. “Mi intención es permanecer en la empresa. Estoy muy contento aquí y ellos han apostado por mí, así que no tengo ninguna duda. Ellos me han dado y yo les doy, así quiero funcionar”, observa.