vitoria - El envío de más de 400 mensajes de contenido amenazante a los teléfonos móviles particulares de tres agentes de la Ertzaintza ofrece una imagen fiel de lo que representa un delito de coacciones. Ayer, el Juzgado de lo Penal de Vitoria procesó a una mujer acusada de realizar estas prácticas en 2013 y le condenó a permanecer alejada de sus víctimas durante al menos un año y medio, tiempo que deberá dedicar a someterse a un tratamiento psicológico.

El cariz de la mayor parte de los mensajes enviados a los terminales de los tres agentes era agresivo, si bien de vez en cuando la acusada atravesaba por un periodo más cariñoso y se lo hacía saber a los ertzainas. Ayer, en el momento de la vista, reconoció ante el juez que el motivo que le llevaba a despacharse a través del móvil era fundamentalmente el afecto, algo realmente complicado de entender a tenor del contenido de sus notas.

El primero de los tres agentes que ayer acudieron a los juzgados vitorianos para declarar en calidad de víctima, recibió nada menos que 342 mensajes entre el 2 de marzo de 2013 y el 20 de octubre del mismo año. Todos procedían del móvil de la acusada o de cabinas públicas y el tono empleado era, según el escrito de acusación de la Fiscalía, “vejatorio y amenazante”. “Cualquier día de la semana paso a denunciarte a comisaría y da por hecho que te voy a hundir”. “Advertido estás, cualquier día de esta semana te voy a hundir, te lo he dicho esta mañana, no te lo voy a repetir”. Los textos que encabezan la lista de la fiscal arrancaban con cierta dureza para, poco después, volverse algo más que inquietantes. “Cuando deje de llorar y me desahogue y realmente esté tranquila entraré en acción, esto lo tengo que parar aunque me lleve a alguien por delante. ¿Licencia para matar? Claro que tengo, todos tenemos, el coche”, detallaba en uno de sus escritos más esclarecedores. Entre medias, numerosos “hijo de puta, vais a morir todos” y exabruptos similares. Sin embargo, no todo eran amenazas de muerte más o menos explícitas. De vez en cuando surgía un “hola, ke tal te va mi amor”.

En esas mismas fechas, la tomó con un segundo agente al que se dirigió en términos bien distintos. Le envió, además de mensajes telefónicos solicitándole un encuentro, una carta manuscrita en la que le confesaba otras intenciones. “Me encantaría poder estar a tu lado y cuidarte. No puedo con tus dos compañeros, están casados y viven en La Rioja, no Álava. Un abrazo, puedo llevarte al trabajo, recogerte y acompañarte a recados”, detalla la misiva.

Con el tercer ertzaina regresó la ira. Además de amenazas tan rotundas como “vas a morir, cabrón”, entre los días 14 y 22 de octubre le envió nada menos que 70 mensajes de whatsapp desde su número particular.

Asesorada por su letrada, la acusada aceptó la oferta planteada por la fiscal, consistente en una pena menor de prisión que no habrá de cumplir y la prohibición de acercarse a los tres agentes durante un año y medio. La defensa de la mujer reconoció que en el momento de cometerse los hechos sus facultades volitivas y cognitivas se encontraban “afectadas”, por lo que la acusada aceptó someterse a un tratamiento médico específico y a permanecer en libertad vigilada.

342 mensajes. El primer agente recibió un total de 342 mensajes en su teléfono móvil procedentes de cabinas y del número particular de la acusada. La mayor parte de ellos fueron corte amenazador.

Afecto. Al segundo ertzaina le envió mensajes solicitando un encuentro personal y le escribió una carta manuscrita en la que le confesaba que le encantaría poder estar a su lado.

70 whatsapps. Con el tercer agente, la acusada volvió a mostrarse agresiva y retomó las amenazas directas de muerte. También le envió un total de 70 mensajes de whatsapp en el periodo comprendido entre el 14 y el 22 de octubre de 2013.