la nueva etapa en el Ayuntamiento de Vitoria comenzó el pasado 13 de junio del año 2015 abanderada por el acuerdo entre las denominadas fuerzas del cambio (EH Bildu, Podemos e Irabazi) que permitieron al jeltzale Gorka Urtaran ocupar el sillón de primer edil para echar a Maroto. Fue un movimiento que sacudió los cimientos de la vida municipal al conllevar el desalojo del PP, primera fuerza y partido político más votado en las elecciones municipales de mayo. No gustaron a los integrantes de este cuarteto las declaraciones contra la convivencia encabezadas por el anterior regidor, al que se acusó de romper la convivencia en Gasteiz.
el tercero más votado En una circunstancia poco habitual en la actual política, EH Bildu, relegó sus aspiraciones de llegar al poder y cedió el paso a Urtaran que, como tercera fuerza más votada, se hizo con el bastón de mando en una intensa y convulsa mañana de votaciones en el Ayuntamiento de Vitoria. Comenzó ahí una legislatura, que no ha llegado a su ecuador, y ya ha atravesado muchos meses de tensión hasta desembocar en la presentación de la cuestión de confianza. Durante los primeros meses, la buena sintonía entre jeltzales y soberanistas permitió navegar y alcanzar acuerdos importantes como el del Impuesto de Actividades Económicas (IAE) propuesto por EH Bildu para gravar a las empresas que facturan más de un millón de euros. Como correspondencia, el PNV también sacó adelante la subida en las tarifas que se pagan a lo largo de este año en los autobuses de Tuvisa.
Sin embargo, se pasó la hoja del calendario hacia el ejercicio 2016 y empezaron a aflorar los primeros síntomas de pérdida de confianza entre los dos principales actores. Con sólo cinco asientos propios en el Pleno, sobre un total de 27, el PNV empezó a sentir los síntomas de la soledad al frente de la responsabilidad municipal y la acumulación de tareas en su gabinete. Poco a poco, comenzó a tejer y tramar los cimientos de un acuerdo con el PSE. A pesar del apoyo socialista en la Diputación, desde el inicio de la legislatura no se correspondió esa misma sintonía con el Ayuntamiento de la capital debido a cuestiones ajenas a la propia ciudad. Hubo que esperar al mes de junio del pasado año para que los cuatro concejales socialistas se sumaran al equipo de Urtaran.
Entonces empezó a agrandarse la brecha con EH Bildu, hasta hoy. La puesta de largo del borrador presupuestario, el 30 de noviembre, marcó ya el punto de total discrepancia entre jeltzales y soberanistas. La “falta de cumplimiento” y ejecución de las partidas introducidas en el Presupuesto del año pasado por la formación de Miren Larrión, ha sido el argumentario utilizado por los abertzales para decir no al Presupuesto de 2017. Una decisión basada en mera estrategia política, según el gobierno. Una sucesión de acontecimientos que, finalmente, han desembocado, 599 días después, en río revuelto.