Segundo año de legislatura foral y segundo pacto presupuestario entre EH Bildu y el gobierno PNV-PSE. ¿Por qué reeditan el acuerdo?

-En primer lugar porque el acuerdo del año pasado se ha ido cumpliendo y la ejecución presupuestaria de las partidas ha sido satisfactoria. De cara a este año, en el que no se anunciaban recortes, planteamos profundizar en el cambio de rumbo que dimos con el pacto previo y seguir con líneas nuevas en empleo, políticas sociales, medio ambiente, euskera... Y hablar no sólo de en qué gastamos el dinero, sino también de los ingresos.

¿Por qué en la Diputación sí y en el Ayuntamiento no? ¿Pone la mano en el fuego por que EH Bildu no apoyará los presupuestos en Vitoria?

-Prefiero respetar a los compañeros del Ayuntamiento y que hablen ellos, pero hay muy poco margen y dudo de que sea posible. Veo muy pocas posibilidades. Hace dos meses en EH Bildu hicimos una asamblea en la que se advirtió, y también otra previa en torno al verano, de que en el grupo municipal estaban muy preocupados porque el cumplimiento del acuerdo del año pasado era muy bajo, en torno al 7%. Ha habido poco diálogo durante el año y cuando llegas a un pacto es fundamental que se cumpla lo acordado, algo que no ha sucedido.

¿La negociación con el gobierno foral ha sido más o menos dura que el año pasado?

-Ha costado bastante, porque el PNV no quería entrar en la modificación de los ingresos y la financiación de las entidades locales, que no se había tocado en cien años, para aumentarla en 2018 un 0,5% y otros incrementos a partir de 2019. La negociación estuvo bloqueada durante un tiempo, pero aceptaron estas dos medidas y a partir de ahí negociamos lo demás.

El resto de fuerzas de izquierda de las Juntas dice que ustedes han vendido muy barato este apretón de manos.

-Hay que recordar que en la primera asamblea decidimos, y así lo hicimos, que íbamos a reunirnos con Irabazi y Podemos para sumar entre los tres grupos de izquierda y acudir a la negociación con propuestas comunes. Entendíamos que podíamos sumar con ellos, porque en política si no sumas tienes un problema, pero a aquella invitación se nos dijo que no.

No entiende entonces las críticas que están recibiendo.

-No estamos de acuerdo. La situación en Araba es la que es, con ciertas similitudes a la de Nafarroa. Aquí venimos de una época de gobiernos del PP y tenemos un ejecutivo en minoría PNV-PSE, así que teníamos dos opciones: o intentar influir desde la institución cuando tenemos oportunidad, porque sino lo van a hacer otros, o dejar que lo hiciera el PP. Eran ellos o nosotros, y hemos entrado. Una cosa es evidente, estos no son nuestros presupuestos. Nos hubiera gustado ir mas allá, pero lo que hemos conseguido es importante.

Hace un año, tras sellar el primer acuerdo con la Diputación, decía que en las asambleas de EH Bildu hubo personas que le pidieron expresamente que no pactara con el PNV. ¿Cómo ha sido el debate interno este año?

-Hemos celebrado tres asambleas en total y puedo decir que ha habido un debate todavía mayor que el año pasado. Hemos estado hablando y argumentando a favor y en contra mucho tiempo, más que el año anterior. Los debates han sido interesantes y con un apoyo muy mayoritario, se decidió apoyar los Presupuestos.

No hay dos sin tres. ¿Habrá un tercer pacto el año que viene?

-Estaremos pendientes de que la ejecución presupuestaria se cumpla y veremos cómo se plasma en 2017 la financiación de las entidades locales y las políticas fiscales. Eso condicionará el posible acuerdo de cara al año que viene. De momento con nuestras aportaciones se mejoran los presupuestos, se amplían y se hacen proyectos nuevos que benefician a todos.

Han logrado el compromiso de la Diputación de abrir el debate fiscal durante el primer semestre de 2017. ¿Les parece suficiente?

-De la noche a la mañana no se van a alcanzar todos los cambios que nos puedan llevar al modelo que nos gustaría. De momento, con ese compromiso, y mediante la presión social, se abrirá un debate en el que habrá que hacer pedagogia. Este año hemos conseguido modificar el IAE, bajando el límite de exención de dos a un millón, y también ha habido modificaciones en el IBI. El compromiso que tenemos es que se plantearán cambios con el objetivo de modificar los ingresos, y ahí hay margen.

¿Por ejemplo?

-En el Impuesto de Sociedades hay que limitar las deducciones, eso es quizás lo más importante. Reducir el escudo fiscal en el Impuesto sobre el Patrimonio, apuntar a las rentas más altas en el IRPF... Hemos acordado un calendario concreto para que se realice un debate lo más amplio posible, con partidos y agentes sociales. Veremos hasta dónde se llega, porque somos conscientes de que esto hay que hacerlo de forma conjunta en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Lo que está claro es que está habiendo problemas con la recaudación porque la contrarreforma de 2013 entre PP, PSE y PNV no está logrando los objetivos que perseguía.

Ustedes han asegurado muchas veces que en materia fiscal los gobiernos PNV-PSE están más unidos al PP que a EH Bildu.

-Ya veremos. Estamos en un momento de transición hacia un cambio fiscal. De momento se abrirá el debate e intentaremos presionar y condicionar lo máximo posible desde Álava.

¿Por qué consideraban prioritario para cerrar el pacto con la Diputación elevar el Fofel un 0,5%?

-Porque creemos en el equilibrio territorial. Creemos en una gobernanza descentralizada, no desde la madre Diputación o desde Gasteiz, sino con medidas que posibiliten a concejos, cuadrillas y pueblos, que son los que ven la realidad diaria, tener más recursos y más poder de abajo a arriba.

Las áreas de Medio Ambiente y Agricultura son con las que están menos satisfechos en cuanto a la ejecución presupuestaria.

-Lo que ocurre es que en estas dos materias hemos apostado por iniciar caminos nuevos. En agricultura con una apuesta agroalimentaria local, más sostenible, con el centro de transformación de Lautada, y en medio ambiente lo mismo. Es evidente que hay cuestiones que hemos puesto sobre la mesa que igual no coinciden con las prioridades del PNV, como la apuesta por las plantas de compostaje para las cuadrillas o potenciar la biomasa.

O el proyecto para la extracción de gas en los pozos de Armentia-2.

-Somos conscientes de que, aunque hemos llegado a un acuerdo, tenemos proyectos diferentes. Éste es uno de los ejemplos más claros. Ahí se equivoca el PNV, porque está apostando por el pasado mientras el resto de países europeos apuesta por las renovables. Nosotros somos muy críticos con esas políticas, como también lo somos con el dique de Zaia y el embalse de Barrón. Son proyectos que se cuecen desde hace años y no responden a la dirección a la que deberíamos dirigirnos como sociedad.

En el caso de la presunta trama de prostitución de menores de Sansoheta se han mostrado menos beligerantes que el PP con el papel de la Diputación.

-Sí, sobre todo porque aquí las víctimas son los jóvenes y hay que actuar con responsabilidad. Nosotros hemos pedido celeridad, pero el sensacionalismo no ayuda a nadie. Se habla de una trama organizada y eso todavía está investigándose. De hecho parece que es más un caso concreto de prostitución que una trama organizada. Sí creemos que ha quedado demostrado que los protocolos, aunque se hayan respetado, no valen. Habrá que revisarlos y apostar por recursos más pequeños, con hogares que no superen los diez o doce chavales.

El acuerdo con la Diputación fija también la reorganización de los centros de menores.

-Hay que reorganizar el funcionamiento de centros como Bideberria, es una de las condiciones del acuerdo. En realidad, en el área de Servicios Sociales vemos que Álava se ha quedado parada. Debemos pensar en una fotografía real de aquí a veinte años para saber las necesidades que van a surgir. A corto plazo se van a crear más plazas públicas, como en San Prudencio que tendrá 60 nuevas plazas, también habrá más en Pobes y Aiara... Además queremos mejorar las condiciones de los trabajadores que están en las subcontratas forales para que se acerquen a las condiciones de los trabajadores públicos.

¿Qué le parece el reciente nombramiento de Javier de Andrés como nuevo delegado del Gobierno en sustitución de Carlos Urquijo?

-Ya era hora de que Carlos Urquijo abandonara el cargo de delegado del Gobierno. Que sea destituido será siempre una buena noticia porque se ha caracterizado por aplicar una política inquisitoria. Parece difícil hacerlo peor. A partir de ahí, sólo esperamos que Javier de Andrés, que ha sufrido en sus propias carnes las imposiciones de Urquijo y los constantes recursos a los tribunales, defienda Araba y sus decisiones frente a los intereses del Gobierno de Madrid.¿Cómo ve la crisis que sufre el grupo juntero de Podemos? ¿Puede afectar a los posibles acuerdos entre el bloque de izquierdas?

-Primero lo vemos con respeto. En los grupos muchas veces hay crisis, aunque en este caso los problemas vienen casi desde el principio. Son ocho junteros de procedencia distinta y es evidente que han tenido problemas, no se ha dado cierta cohesión. Ahí también afecta lo que les está ocurriendo en el Estado, con algo muy parecido entre sus dos líderes, con luchas de poder e ideológicas.¿Entiende la frustración que llevó al alcalde de Condado de Trebiño a presentar la dimisión?

-Aquí hay una inacción, o al menos no la acción suficiente, por parte del Gobierno Vasco y la Diputación, que ven esto como una patata caliente. No quieren llegar hasta el final, tensando la situación al máximo, y eso lleva a la frustración de los treviñeses, a los que se dice que los límites son los que son y no se puede hacer nada más.