Vitoria - Ni ser el símbolo de la paz ni estar en plena época navideña ha librado a las palomas de la localidad alavesa de Añua, perteneciente al municipio de Elburgo, de morir por un posible envenenamiento en la iglesia del pueblo, que para más inri, es en honor de la Natividad de Nuestra Señora, templo usado por estas aves como refugio.

Fue hace casi tres semanas cuando un vecino del pueblo, que tiene las llaves de esta parroquia, ligada a las peregrinaciones del antiguo Camino de Santiago del interior, se llevó el peor de los disgustos al descubrir, en una de sus revisiones rutinarias, hasta una docena de estos ejemplares muertos. Lo hizo “mientras subía por las escaleras del campanario”, donde a su pasó también encontró “otras más moribundas”. La causa de tales decesos, según censura este alavés, que prefiere permanecer en el anonimato, es la bolsa que se encontró en el interior de dicha iglesia y que contenía algún tipo de grano empleado. Un alimento que pudo ser utilizado como cebo, con el objeto de producir esta intoxicación letal no selectiva entre estos seres alados que suelen criar en la bóveda de dicha parroquia.

Ante tal macabro hallazgo, el residente en Añua, decidió llamar al Grupo Alavés para la Defensa y Estudio de la Naturaleza (GADEN). Y lo primero que le aconsejaron fue llamar a la Diputación alavesa para que algún responsable se pasara por el pueblo e investigara lo sucedido. Y aunque el vecino de Añua finalmente elevó su queja ante la institución foral, de momento, según denuncia GADEN, ningún técnico foral se ha pasado por el lugar de los hechos. “Me parece un escándalo mayúsculo porque, primero, la persona que mató a las palomas no tenía autorización y me extrañaría que la Diputación así lo hiciese. Y, segundo, por la dejadez foral en este caso, porque tres semanas después no se ha personado en el lugar”, critica Andrés Illana, portavoz del grupo Gaden.

Captura y sacrificio El colectivo que representa Illana no es la primera vez que denuncia la gestión de las palomas en territorio alavés. Hace una década, el Consistorio de Vitoria les encargó el informe Plan de gestión de las palomas urbanas en Vitoria-Gasteiz, que concluía que “la mayoría de los problemas con estas aves son estructurales, como los huecos en las fachadas donde anidan, o los generados por actividades humanas, como los niños que dejaban comida tirada en el colegio y las palomas lo usan como alimento”, recuerda Illana. Por eso, lo primero que hicieron fue analizar qué tipo de quejas había. “En El Pilar nos dimos cuenta de que una buena parte de ellas se centraba en dos portales (14 y 16) de la calle Paraguay. Fuimos allí y nos encontramos con que entre estos portales había un local comercial cerrado que tenía en la fachada una marquesina agujereada, donde las palomas se metían”, precisa el portavoz. La solución era tan fácil como retirar la instalación “y en quince días se acabó el problema”, añade Illana. De ahí que los esfuerzos actuales de Gaden pasen por la búsqueda y consenso de “unas soluciones más humanitarias antes que el sacrificio”, tal sería el suministro de pienso anticonceptivo, que ya se lleva a cabo en otras ciudades como Roma y Florencia.

Atrás quedan los métodos tradicionales empleados en la capital alavesa, como la captura con trampa y cebo, “sin importar que estuvieran sanas”, para el control de las palomas, “que luego eran gaseadas en el Centro de Protección Animal de Armentia. Todos los años se sacrificaba una media de 1.500 de estas aves”, lamenta Illana.

Una práctica habitual en Vitoria, a la que se intentó poner fin hace un par de años. “Ha habido un cambio radical de los protocolos de actuación con la ordenanza de 2014 y, por fortuna, han dejado de cogerlas. El control ya no es a través del sacrificio. Hay otras medidas antes de matar”, remarca Illana.