gasteiz - Ingeniero técnico industrial de formación, Eguizabal (Pamplona, 1966) ha desarrollado a lo largo de su vida una extensa labor profesional en la empresa privada, incluido el ámbito de la gestión, y ha sido director de la ONG Alboan durante casi una década. Llegó a Egibide en el mes de enero de 2015 para compaginar tanto la labor docente como la dirección de Identidad y Misión del proyecto educativo nacido de la fusión de Diocesanas y Jesús Obrero y se hizo cargo de su dirección general este pasado septiembre, con el inicio del presente curso. Y con ello, de los más de 4.000 alumnos de ESO, Bachiller y FP con los que cuentan sus campus, más otros 3.000 de enseñanza no reglada. El centro seguirá extendiendo en todas las etapas educativas el aprendizaje por proyectos, que contrasta con la metodología clásica de asignaturas y temáticas estancas, y afronta también un cambio de modelo en sus grados de FP bajo el lema general Egibide, zure proiektuen eskola.

Usted ya está acostumbrado a la labor de gestión, pero pasar a asumir una organización tan grande como Egibide tiene que infundir respeto. ¿Cómo afronta esta nueva etapa?

-Es una organización con muchos retos pero que cuenta con una tradición importante y unos equipos muy consolidados. Por tanto, se trata de aportar un granito de arena en el ámbito de la ilusión, para mantener el rumbo una vez fijado. Para eso, una de las primeras cosas que estamos haciendo ya, a caballo entre la anterior dirección y esta, es una reflexión estratégica para los próximos cinco años, en la que está participando activamente mucha gente.

¿Qué primeras conclusiones han podido extraer de ella?

-Bueno, tenemos un tema de mucha actualidad y un reto central que es la revisión del modelo educativo. Estamos enmarcados en un cambio pedagógico, que consiste en trabajar por proyectos, y los resultados materiales ya empiezan a verse, de momento en Primero de ESO. El año pasado hubo un trabajo muy importante de diseño, estamos reformulando el modo de trabajar la currícula en esta dirección y estamos aprendiendo mucho de ello. Hay más ejemplos en el ámbito de la FP, donde estamos viviendo una revolución en el modo de afrontar la educación mediante los ciclos formativos de alto rendimiento, que básicamente se asientan en el trabajo cooperativo y el aprendizaje por descubrimiento. Tenemos casi 50 ciclos formativos entre FP básica, ciclos medios y superiores, este curso hemos empezado con tres de sus familias y seguiremos adelante. Aparte, en nuestro proyecto educativo los valores del humanismo cristiano son fundamentales y estamos ante una buena oportunidad para trabajarlos, porque la relación entre los educadores y los alumnos ya no está tan compartimentalizada. Ahora que trabajamos con proyectos y ponemos en juego conocimientos de distintas materias, la entrada de los elementos transversales de la educación, que es una pelea que viene desde los 80, es más fácil.

Una vez ya implantada esta reforma en Primero de Secundaria, ¿cuál es la previsión de cara a los próximos cursos?

-Si los alumnos que cogemos en 1º de Secundaria con 12 años discurren por la ruta habitual hacia la universidad, van a estar seis con nosotros. Entonces, calculamos que tenemos por delante seis, siete u ocho años para hacer toda la reforma, en las dos etapas (ESO y Bachillerato). A este proyecto lo llamamos Proiek2D. Al de los ciclos formativos, que va en paralelo, Ethazi. Todo esto puede llevarnos diez años, porque no es un proyecto que se resuelva en meses y ni siquiera en un par de cursos. Algunos centros que hemos conocido y han hecho caminos parecidos a este hablan de plazos de diez o doce años para implantar y consolidar el proyecto, porque después habrá que evaluar, modificar y mejorar lo que se está haciendo. No tendremos una claridad completa hasta dentro de bastante tiempo.

Por el momento, ¿cómo está encajando el alumnado esta nueva metodología?

-Muy bien. Lo que percibimos es mucha ilusión entre los alumnos. Se les plantea una cierta investigación para buscar datos, correlacionarlos para poderlos explicar a otros, y tienen que hacer cosas materiales, como un proyecto sobre la prehistoria que se ha basado en la elaboración de yacimientos arqueológicos y en su exploración. Este tipo de aprendizaje motiva mucho a los alumnos. La semana pasada tuvimos los tribunales de defensa de los proyectos, porque todos terminan así, y lo que percibimos es que el aprendizaje es más narrativo, más solido, lo que indica que está mejor fijado que en el sistema tradicional, que se basa en echar encima del examen lo que has aprendido. En definitiva, esto activa otros mecanismos. Pero, no lo olvidemos, es la primera impresión que tenemos después de la primera evaluación del primer curso.

¿Qué cuerpo se le ha quedado con los resultados del último informe PISA?

-Yo diría que es importante fijarse en el cómo, porque en la escala que se presenta en la valoración de las competencias, subir cuatro puntos o bajar tres en una escala de 600 demuestra que los resultados son estables, que están estancados. La interpretación tiene que ir por ahí. Y es una llamada a revisar de manera profunda el modo que tenemos de afrontar la educación. Si queremos dar un salto cualitativo, significativo, que vaya más allá de que este informe diga que subamos tres o cuatro puntos, hay que darle la vuelta al modelo. Seguramente sea verdad, y lo he oído por ahí, que no hay que entretenerse siempre en la legislación, que es de lo que siempre estamos hablando. Sino que hay que ir más a temas de motivación del profesorado, de reconocimiento, formación... Que es lo que nos va a dar la posibilidad de hacer el cambio metodológico. Todavía no he estudiado el informe en su globalidad, pero me parece que sería importante que, además de dar los datos de nivel en las tres competencias a examen, se dieran también datos de dispersión, de equidad, de agrupamiento del alumnado en torno a unos valores medios. Es tan importante saber los puntos de esa escala como el nivel de dispersión de nuestro alumnado. ¿Qué pasa, por ejemplo, con la tasa de abandono escolar? Porque este estudio no la tiene en cuenta.

Aun así, los resultados han traído cola, ha habido numerosas reacciones políticas e incluso el lehendakari ha llamado a hacer autocrítica. ¿Hemos sido demasiado autocomplacientes?

-Siempre hay que hacer autocrítica. Sí que sorprende que la comunidad que más recursos dedica por alumno al sistema educativo no sea la que mayores puntuaciones tiene. Es verdad, pero también es un análisis simple. Hay que incorporar nuevos elementos, como que somos la comunidad con menor abandono escolar. Aun así, no podemos seguir enseñando como hace 20 o 30 años, porque el mundo ha cambiado mucho y el alumnado que recibimos es diferente. No es sólo un tema de recursos, sino de metodología y de motivación.

Cambiando de tema, ¿cómo valora el trabajo que se está desarrollando en la mesa interinstitucional contra la ‘guetización’ de los centros educativos, donde están presentes?

-Egibide es un ejemplo de escuela abierta, que busca la oportunidad para que cualquier persona pueda aprovechar las oportunidades que se dan aquí. Y el reto de la diversidad es uno de los más importantes que tenemos sobre la mesa. Esto es algo que ha crecido mucho en la sociedad en general y en el sistema educativo en particular y que es una realidad en nuestro centro, donde tenemos alrededor de 50 nacionalidades. Egibide participa en esta mesa a través de su red de pertenencia, que es Kristau Eskola, y está siendo muy rica en términos de diálogo entre diferentes. En muchas ocasiones, lo que nos ocurre es que en el mundo educativo hay distintas redes trabajando, diferentes perspectivas sobre lo que tiene que ser la educación en un futuro, pero no hay muchos foros en los que dialogar sobre ello. Y la mesa ha sido un espacio de este tipo. Por tanto, lo que va a salir de ahí puede ser importante. También es verdad que es una mesa convocada por el Ayuntamiento y en el mundo educativo las competencias están muy repartidas, aunque nos está sirviendo.

El año pasado iniciaron otra reflexión para cambiar los horarios de Secundaria y que los alumnos terminaran sus clases al mediodía. ¿Qué resultados ha dado hasta ahora?

-Sí, esta medida se ha puesto en marcha este año en Secundaria. El curso pasado se hizo un sondeo entre familias y educadores y hubo un consenso por encima del 85% en todos los colectivos de que preferían este nuevo horario. Y se está comprobando que funciona bien.