Vitoria - La cuenta atrás para que se produzca el desalojo de los pichis sigue adelante y, por el momento, no se ha producido el esperado abandono voluntario de la vivienda que ocupan en Abetxuko. Los responsables de la Asociación Uribe Nogales habían llegado a un acuerdo verbal por el cual los integrantes de la familia Manzanares Cortés dejarían el domicilio de forma espontánea en caso de que el auto judicial ordenara su salida. Los vecinos, por su parte, se comprometieron a no aparecer en el momento del desahucio “para que no se produjera un espectáculo”, pero a la vista de los últimos acontecimientos, tanto los residentes en el barrio como los agentes de la Ertzaintza y de la Policía Local se temen que el pacto no vaya a respetarse. Después de la tensa movilización vecinal del pasado viernes, con provocaciones por parte de los ocupantes según señalan los vecinos, y una sonora celebración el domingo por la tarde en la propiedad ocupada, las partes implicadas creen muy posible que el Juzgado de Instrucción número uno de Vitoria se vea finalmente en la obligación de recurrir a las autoridades para obligar a los integrantes del clan a salir del inmueble que ocupan ilegalmente.

En una de sus últimas intervenciones públicas, el portavoz de Uribe Nogales, Oskar González, explicó que había mantenido una conversación con los responsables de la familia Manzanares Cortés y que ambas partes habían acordado que si el auto judicial ordenaba su desalojo cautelar, saldrían de la casa sin que nadie les obligara a ello y de forma pacífica. En aquel momento, González pidió a SOS Racismo Araba, organización que asesora legalmente a este colectivo, que respetara lo pactado y que no aprovechara la circunstancia “para salir en la foto”.

Sin embargo, aunque el plazo corre y los pichis sólo tienen hasta finales de esta semana para salir de la casa por su propio pie, no parece que haya avances en este sentido. Es más, al parecer varios familiares suyos, miembros de los bartolos, se encuentran ahora mismo en el interior de la casa ocupada y todos juntos protagonizaron el pasado domingo a mediodía una sonora celebración. Los vecinos de la zona pudieron observar, y sobre todo escuchar, la alegre reunión que organizaron con música y baile.

Esta actitud, muy alejada de lo que los vecinos esperaban, se suma a la tensión vivida durante el paseo vecinal celebrado el pasado viernes por la tarde. Cuando la comitiva pasó frente al número 54 de la calle de El Cristo, según los participantes, dos personas -al parecer, bartolos- se asomaron a las ventanas del primer piso, grabaron el acto con sus teléfonos móviles y dedicaron a los presentes gestos ofensivos con sus respectivos dedos medios. Debido al ambiente “festivo” que reinaba en la marcha por las recientes noticias que llegaban de los juzgados, los residentes no cayeron en lo que consideraron “una provocación” y siguieron adelante con su itinerario.

Así las cosas, los agentes de la Er-tzaintza y de la Policía Local consultados por este diario se temen que al finalizar esta semana tendrán que intervenir para ejecutar la orden de desalojo emitida el pasado día 23. Una resolución contenida en un auto que subrayaba la existencia de “indicios de que se ha cometido un delito de usurpación”.

Después de que se suspendieran las movilizaciones previstas para el sábado y el domingo, la asociación vecinal se reunió de nuevo ayer para estudiar la posibilidad de rebajar progresivamente la intensidad de los actos y retomar, poco a poco, la normalidad. También se dieron los primeros pasos para recuperar los programas comunitarios que quedaron aparcados con la ocupación de la casa de Arantxa.

rehabilitación Al margen de estos proyectos, la asociación abordó también ayer la organización de las brigadas de voluntarios del barrio que rehabilitarán la vivienda en el caso de que su propietaria decida finalmente regresar y residir en ella. La positiva evolución que ha experimentado después de ser operada en el Hospital de Txagorritxu la semana pasada apunta a que podría volver a su hogar en breve y que el deseo de los vecinos de hacerle “un regalo de Olentzero” podría cumplirse. Otra tarea pendiente consistirá en “cerrar las heridas” abiertas durante los últimos meses y restablecer la convivencia en el barrio, eliminando las diferencias surgidas con varias familias de la zona.

Por último, el barrio también prepara un gran encuentro intercultural para dentro de dos semanas en el que tomarán parte colectivos de distintas procedencias, incluidas familias magrebíes, gitanas y autóctonas residentes en Abetxuko. Sevillanas, dantzaris, proyecciones, flamenco, gastronomía y actuaciones musicales para evidenciar el carácter polifacético e integrador del barrio. Actualmente, la agrupación está tratando de localizar un recinto lo suficientemente amplio como para dar cabida a todos los asistentes. “Una fiesta por la convivencia”, puntualizó González.