vitoria - Gorka Urtaran confía en reeditar el pacto presupuestario de 2016. No porque desde la oposición le estén haciendo carantoñas. Es que entiende que, en la medida de las posibilidades que da la delicada situación económica del Ayuntamiento, está haciendo todo lo posible para cumplir poco a poco los compromisos que adquirió con el bloque de izquierdas. O, al menos, con EH Bildu e Irabazi. La certeza última es que si la alianza pierde eslabones será porque Podemos, molesto por el ninguneo a sus partidas -es de las tres fuerzas la única que no ha visto ejecutado ni un euro de sus aportaciones- decide salir de la ecuación. Pero ese abandono, intrascendente matemáticamente hablando, no pondría en riesgo la aprobación de unas nuevas cuentas mientras la coalición abertzale continuara ejerciendo su papel colaboracionista o, como dicen quienes siguen sin digerir la entrada del PNV a la Alcaldía, de líder en la sombra.
Y ése es, a día de hoy, el panorama más probable. No obstante, más allá de tener nuevas cuentas en 2017, lo importante es que el actual acuerdo estableció una serie de compromisos para que, aun produciéndose tiras y aflojas que echaran por tierra futuros pactos, se blindaran inversiones y convenios a lo largo de toda el mandato. Son exactamente un total de 61,986 millones de euros en créditos de aquí a 2019 -y en algunos casos hasta 2020-, dentro de los cerca de 411 que suma el presupuesto de 2016. Y a esa gran cifra hay que sumar, por un lado, los 10 millones de euros del pacto de movilidad suscrito entre en PNV, PSE y EH Bildu para llevar el tranvía al sur y avanzar en el BRT, y por otro los tres millones en intervenciones escogidas por la ciudadanía gracias al programa Mejorando Vitoria-Gasteiz Hobetuz que habrá que ejecutar sí o sí el año que viene.
Los créditos de compromiso incluyen 58 partidas que el gabinete de Urtaran quiere ejecutar para mejorar la calidad de vida de las personas y activar la ciudad. Las más contundentes tienen que ver con subvenciones de cooperación (7,039 millones de euros), el centro cívico de Zabalgana (4,544 millones), mejoras en campos deportivos (4,111 millones), inversiones en las nuevas oficina municipales de San Martín (3,7 millones), un plan de energías renovables (3,5 millones), el estudio de ubicación del Gasteiz Antzokia y mantenimiento de zonas industriales (3 millones de euros respectivamente), impulso al empleo verde y plan de empleo garantizado municipal (2,6 millones en cada caso), renovación de equipos y servicios (2,42 millones), para pagar las sentencias condenatorias por las expropiaciones del parque de Olárizu (2,288 millones de euros), acciones para la dinamización económica (2 millones), el plan de euskera (1,475 millones), el proyecto de e-administración (1,2 millones), el plan de gestión de vivienda municipal de alquiler (1,080), el plan agroalimentaria (1,060 millones), adquisición de equipos informáticos (1,050) y los centros socioculturales de mayores de San Martín y Judimendi (un millón redondo, respectivamente).
Las partidas menores, por debajo del millón, se refieren principalmente a acciones urbanísticas como el plan integral de rehabilitación, las intervenciones eficientes en Coronación o los alojamientos dotacionales Auzoan Bizi, el apoyo al empleo a través de planes de pymes de I+D+I o acciones de asesoramiento a trabajadores para su reconversión, medidas para un mejor control de la recaudación y de los gastos con un plan de lucha contra el fraude fiscal o la gestión centralizada de subvenciones y acciones de sensibilización como las relativas al movimiento LGBTI+ o la memoria histórica.
Urtaran quiere cumplir con todos los créditos de compromiso, aunque sea arrastrando asignaturas de un año para otro. Un escenario que, ahora mismo, parece probable. A poco menos de dos meses y medio para que finalice el año, son menos las cuestiones correspondientes a 2016, ejercicio que carga con 20,6 millones de los 61,986 totales, que se han ejecutado que las que no. Entre las partidas que ha sacado adelante -o lo está haciendo- están las relativas a subvenciones de cooperación al desarrollo, el plan de euskera y sus subvenciones, el convenio de asociaciones de memoria histórica, la revisión del PGOU, el centro cívico de Zabalgana, los pagos por las sentencias de Olárizu, Udalbiltza, el impulso al empleo verde, el plan contra el fraude fiscal, el proyecto de Coronación, las inversiones en campos deportivos, obras en centros escolares, inversiones en edificios municipales, participación ciudadana, ayudas a asociaciones de vecinos, el Azkena Rock Festival y la fase uno del plan de fútbol txiki. En total, alrededor de la tercera parte.
Que la ejecución de las partidas se acelere dependerá de la capacidad del gabinete de Urtaran para generar ingresos. No está siendo tarea fácil. Nada más entrar al poder, tuvo que bregar con un desajuste presupuestario de 68 millones de euros y una deuda viva que ponía en jaque el equilibrio financiero del Consistorio. Por otro lado, dada la difícil situación económica que sufren todavía muchas familias de Vitoria, ha optado por diseñar subidas en los impuestos, tasas y precios públicos que le ayudarán a mantener el nivel recaudatorio, pero no más.
La venta de patrimonio se ha postulado en ese contexto como la salida más interesante para empezar a llenar la hucha y poder poner a Vitoria en movimiento, aunque encontrar compradores tampoco está siendo fácil. Urtaran presupuestó esta estrategia para 2016 en trece millones de euros pero, según denunció recientemente su principal azote, el PP, la previsión no se va a cumplir. De momento, se han obtenido en torno a dos millones, la mayor parte por la venta del edificio de la antigua sede de la Arich al dueño de la firma de ropa Udalaitz.
Otra vía que daría oxígeno a Urtaran, y que parece que llegará, es el incremento prometido por Urkullu en el canon de capitalidad. Antes de las elecciones autonómicas aseguró que lo aumentaría en diez millones, una cantidad que permitiría cubrir la parte que le corresponde pagar al Ayuntamiento para llevar el tranvía al sur y desarrollar el BRT todo lo que pueda en este mandato. Horizontes aproximados que, en el caso de los presupuestos participativos, se hacen mucho más precisos.
El año que viene, el gobierno tendrá que realizar un estudio sobre el soterramiento de América Latina, remodelar la calle Los Molinos, crear zonas de juego en Borinbizkarra y Elejalde, hacer más accesible la plaza de la Constitución, intervenir en los frontones de Adurza y San Ignacio, hacer otro estudio sobre guardabicis, analizar bidegorris por el centro, planear áreas caninas, crear más huertos urbanos, poner un parkour park, hacer una casa de mujeres incluyente, regular el tráfico de bicis en Honduras, impulsar una convocatoria para espectáculos de artistas locales, mejorar la accesibilidad en el Anillo Verde y habilitar juegos infantiles adaptados.