Son las seis de la tarde de un 4 de agosto y, como no podía ser menos, todas las miradas esperaban ansiosas a que Celedón efectuase su célebre descenso, aquél que comenzó a hacerse en Vitoria allá por 1957. Entonces, unos amigos blusas crearon un muñeco que descendía por una cuerda en alusión a las personas de los pueblos alaveses que bajaban a la capital para festejar. Lo crearon a imagen y semejanza de Celedonio Alzola, el presunto aldeano de Zalduondo que acostumbraba a acudir a las fiestas de la Virgen Blanca cada año. Dice la tradición que aquel célebre personaje, real o fruto de la imaginería popular, era conocido por invitar a unirse al jolgorio en honor de la patrona de la ciudad a todo aquél que se cruzara en su camino. Con estas décadas de experiencia a sus espaldas anunciando el despiporre desde el cielo, los nervios difícilmente pueden aflorar más de la cuenta en este líder juerguista. No, al menos, como los de la primera vez, los peores, los más difíciles de controlar y en los que todo está por ver. Y resulta que esa ilusión del debutante es la que se vio en todos los ojos de la gente. Con una salvedad... Este año, además de en Vitoria, Celedón bajó también en Pechina, un pueblo de Almería, donde ya es realidad el cántico tarareado en la plaza el día que se da inicio a los festejos de La Blanca.

Celedón vivió este año a 881 kilómetros de la capital alavesa un recibimiento de lo más hogareño, tal y como se hace en su tierra natal en la víspera de La Blanca. La razón de ello se debe a que dos gasteiztarras, Begoña Vicente y Raúl Cepero, que llevan años viviendo en esa localidad almeriense, han tenido la “loca idea” de recrear allí la llegada de Celedón por la morriña de no poder hacerlo en Vitoria. “Yo vivo en un segundo piso y justo enfrente de mi casa vive Raúl, otro vitoriano. De broma, el año pasado dijimos que si poníamos un cable de su casa a la mía podríamos hacer un Celedón y este año hablando de si íbamos a poder subir o no empezamos a poner en marcha este idea peregrina y se ha liado”, relata aún sin poder creérselo Begoña Vicente, la gasteiztarra de 46 años que lleva 13 años viviendo en Pechina, localidad a la que se trasladó por motivos laborales de su marido.

Raúl Cepero, en cambio, lleva menos tiempo en Pechina, unos cinco o seis años, lugar al que se fue por amor y en el que desde el principio se sintió como en casa. “Me enteré de que había llegado un chico de Pechina a Vitoria, que montó una peluquería y decidí presentarme y así hicimos patria”, detalla Vicente, quien bromea con la posibilidad de que hayan sido “los efluvios del tinte de la peluquería de Raúl los que nos trastornaron para recrear esta fiesta”.

Demencia transitoria o no lo cierto es que todo estuvo dispuesto gracias a los parabienes que les ha dado el Consistorio de Pechina, quien se ha volcado con la idea de ambos gasteiztarras, pese a la sorpresa inicial. “Después llamé al Ayuntamiento de Vitoria y el jefe de protocolo, Josu Alberdi, nos ha mandado la bandera de Vitoria. La Diputación Foral también nos ha enviado la bandera de Álava, llaveros e incluso pins”, recuerda orgullosa esta vitoriana, quien insiste en la buena aceptación que ha tenido la iniciativa, gracias también a la colaboración prestada por el Baskonia, el Deportivo Alavés o el Almería Voley, entre otras entidades.

El evento, en concreto, tuvo lugar en el parque Almaryya de Pechina, uno de los puntos de encuentro vecinal de este municipio almeriense y que tiene una muy buena acogida entre los jóvenes de la localidad al contar con una pista polideportiva. Sucedió a las 18.00 horas, cuando del cable, que iba sujeto desde las vallas del instituto hasta el centro de día para mayores, descendió el muñeco que han creado para la ocasión. “Le vestimos de blusa, con la ropa de mi hijo, y con un pañuelo rojo”, añade Vicente. De allí bajó volando, con su paraguas abierto, y una vez en su destino, Celedón también se convirtió en humano para pasar caminando por la multitud, tal y como lo hace en la capital alavesa Gorka Ortiz de Urbina, quien lleva más de una década poniéndose en la piel de este personaje, sólo que en Pechina el responsable de encarnarlo fue Raúl Cepero, que también leyó el pregón de turno que, al igual que en Vitoria, alentó a la diversión. Y, a continuación, otorgó una figura de Celedón que ha regalado el Ayuntamiento de Vitoria al alcalde de Pechina, Juan Manuel López Rodríguez.

Sidra y agua La multitud también recibió al personaje encendiendo puros y abriendo botellas. “Tiramos sidra, en vez de cava, y como había muchos niños, dimos caramelos que nos dio La Caixa y también disparamos agua de una especie de aspersores porque si algo hay aquí es calor, unos 40 grados”, añade esta animada vitoriana, quien por este motivo recomendaba a todos los que fueron a la fiesta que fueran con “ropa normal” para que fuesen conscientes de que se podían manchar o mojar, sin que ello no impidiese pasárselo bien para empaparse de la fiesta por excelencia de Vitoria. “El evento puede ser una buena forma de promoción de Pechina porque hay mucha gente del norte que va a Almería, pero normalmente a sus playas, en vez de a su interior, como es nuestro caso”, añade Vicente.

Precisamente, ésa es la mayor ilusión de sus organizadores, “que acuda mucha gente” para poder repetir la bajada de Celedón muchos más años. De momento, la noticia ya “ha corrido como la pólvora” entre sus más allegados y los veraneantes de localidades cercanas, como Vera o Mojácar. “Lo más seguro es que nos juntásemos 200 personas, porque algunos de Vitoria se dejaron caer por allí”, matiza esta impulsora de la fiesta, quien confesaba justo antes de la bajada que pese a que las expectativas eran muy altas, lo mismo al final la iniciativa puede resultar ser un éxito o un fracaso. “Imagino que para ser el primer año cometimos muchos fallos, pero la ilusión con la que afrontamos este reto es muy grande y si podemos, queremos mejorarla año a año, para poder ofrecer un Celedón a la gente que baja a Almería de vacaciones”.