Vitoria - El que fuera obispo de Vitoria durante 21 años, Miguel Asurmendi, falleció en la noche del pasado día 9 en su domicilio de Pamplona a los 76 años a causa de un infarto. Una vez conocido el deceso, el Obispado de la capital alavesa decidió instalar para ayer mismo -desde las 16.30 horas- la capilla ardiente del prelado emérito en la catedral de la Inmaculada para facilitar a los fieles un lugar en el que poder despedirse del difunto. El funeral se oficiará hoy en la también gasteiztarra catedral de Santa María. A continuación será enterrado en la cripta de los obispos. Se da la circunstancia, y así lo recordó el Obispado a través de un comunicado, que en varias ocasiones Asurmendi manifestó su deseo de ser enterrado en dicho lugar y descansar en la diócesis en la que sirvió durante más de dos décadas, justo antes de dejar la misma en manos de su sucesor, el también navarro Juan Carlos Elizalde, que asumió la responsabilidad en marzo del presente ejercicio.

El 6 de marzo de 2015, Miguel José Asurmendi Aramendía, cumplió 75 años, edad en la que el Derecho Canónico establece para los obispos el momento de presentar su renuncia al Santo Padre y mantenerse a la espera de que la Santa Sede nombre un sucesor para su diócesis. Sin embargo, Asurmendi partió el 8 de febrero para Roma con la carta de renuncia en el bolsillo, casi un mes antes de la fecha que indica como límite la normativa canónica. En cualquier caso, en 2015 se cumplieron dos décadas como pastor de la diócesis de Vitoria, a la que accedió tras ser nombrado el 8 de septiembre de 1995 como sucesor de monseñor José María Larrauri Lafuente.

Precisamente, el mismo monseñor Larrauri, decía de su sucesor en aquel momento que “la diócesis va a salir ganando mucho con el cambio. Se trata de un obispo mucho más joven que yo y muy bien preparado intelectualmente, y con una gran experiencia de pastor y guía de comunidades”. Se da la circunstancia de que Asurmendi ya conocía la diócesis de Vitoria por una de sus hermanas, religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

El 4 de noviembre de aquel 1995 tomaba posesión en una ceremonia solemne celebrada en la catedral de María Inmaculada, conocida popularmente como Catedral Nueva en contraposición a la Catedral Vieja, de Santa María. Este último templo Asurmendi se lo encontró cerrado al culto y Abierto por obras y su reapertura fue una de las últimas ceremonias solemnes que presidió.

A lo largo de los más de 20 años como obispo de la diócesis, monseñor Asurmendi ordenó a cinco diáconos permanentes y a 38 sacerdotes, entre diocesanos (18) y miembros de ordenes religiosas. Aparte; al ser titular de la diócesis de Vitoria fue, hasta que hace pocos años se cambió el criterio, el obispo responsable de las Misiones Diocesanas Vascas (MMDDVV). Con este motivo Asurmendi viajó a los territorios de misión, aproximadamente, en siete ocasiones: a Angola, tres; y a Ecuador, cuatro. Además, vivió la celebración del 50 aniversario de las MMDDVV, lo que supuso un recuerdo del espíritu misionero que hizo de Vitoria la diócesis pionera en la historia de la Iglesia al asumir un territorio de misión encomendado expresamente por la Santa Sede.

Asurmendi vivió el vuelco en las cifras en las que los misioneros seglares superaron a los consagrados. El espíritu misionero en Gasteiz se mantuvo aunque las vocaciones consagradas hayan descendido. MMDDVV potenció durante esos más de 20 años el programa de Voces del Sur, que consiste en la visita de miembros de las comunidades cristianas de base de Angola y Ecuador que viajan para dar su testimonio.

En cuanto al tesoro patrimonial de la diócesis, durante el mandato del fenecido se logró conservar en las más de 400 parroquias repartidas por el territorio diocesano. Al respecto, dos referentes importantes han brillado con luz propia durante el periodo de monseñor Asurmendi: el Museo Diocesano y la Catedral de Santa María. También añadiría el esfuerzo que junto a las instituciones civiles permitió recuperar para el culto otros lugares como la ermita de San Bartolomé, en Heredia o la de Jugatxi, entre otras.

Búsqueda de la paz En cuanto al tema de la paz, Asurmendi se pronunció particularmente y de forma conjunta con el resto de los obispos de las diócesis vascas con los que coincidió. Siempre procuró estar cerca de las víctimas de ETA y de sus familiares. En noviembre de 1997 presidió la primera jornada diocesana por la paz, y en su homilía dijo que “los actos terroristas son inútiles para los fines políticos”. Sin duda uno de los momentos a recordar fue el acto por la paz celebrado el 13 de enero del año 2001 en las campas de Armentia. Esa manifestación tuvo un precedente en abril de 1999, cuando más de 2.000 personas pusieron el broche en Armentia a una campaña que se había llevado en la diócesis bajo el lema Desarmar la palabra. En cualquier caso, monseñor Asurmendi no perdió ocasión para hablar de paz, esperanza, perdón y reconciliación.

Otro acontecimiento vinculado al tema del perdón y la paz fue el funeral por los 14 sacerdotes asesinados en los primeros meses de la Guerra Civil por el bando nacional. Aquellos hombres no tuvieron siquiera un funeral en condiciones, el 11 de julio de 2009 la celebración tuvo una marcada intención de “reparación y reconocimiento, de servicio a la verdad para purificar la memoria”. Descanse en paz. - DNA/V.L.G. / Fotos: Josu Chavarri/DNA