Vitoria - Que no llueva. Eso es lo que más importa hoy en Vitoria. Que el único paraguas que se abra sea el de Celedón por exigencias del guión folklórico-estilístico. Y aun así, parece que la Virgen de la Cueva va a intentar arrebatarle el protagonismo a La Blanca en vísperas de su gran día. Conseguirlo o no dependerá del acierto que hayan tenido las agencias de meteorología. Todas las que ofrecen información por horas en Internet pintan el cielo de gris llorón. Las más agoreras, a escasos minutos de la explosión del txupinazo. Las más benevolentes, para cuando se hayan encendido las farolas. Y la nuestra, la de casa, Euskalmet, habla precavidamente de algunos momentos de lluvia débil a últimas horas de la tarde o de la noche. Sin más precisión, sólo eso, porque lo que pase dependerá mucho del giro que dé el viento, de las nubes que arrastre consigo y de la colisión con el colchón de calor acumulado en las últimas jornadas.

La temperatura, eso sí, será perfecta en este primer día de fiestas. El mercurio llegará a la hora de comer a los 26 grados, con más nubes que sol, y para cuando el aldeano de Zalduondo asome la cabeza habrá descendido a los 22, chispeando o no. Lo mejor contra las lipotimias en la siempre arracimada plaza de la Virgen Blanca. Ya por la noche caerá a los 14, frescor de los de jersey gordo en una jornada normal, de manga corta en una madrugada especial. La magia del alcohol. Al beber, los capilares sanguíneos se dilatan y la euforia se dispara, provocando esa confortable impresión de calor que se olvida de la chaqueta. Pero no hay que fiarse. Cuando los capilares vuelven a contraerse, el truco se desvanece, la temperatura corporal cae y el frío llega con energías renovadas. Justificación perfecta, ahora bien, para los resacosos que quieren ocultar sus excesos. “No me abrigué y me destemplé...”.

Pero el que avisa no es traidor. Y el consejo vale también para mañana. El día grande de fiestas va a ser, si las predicciones no fallan, el más desagradable de todos. Va a soplar viento del norte-noroeste, lo que significa que las temperaturas no superarán ni por asomo los 23 grados, y puede que las nubes que traiga lleguen acompañadas de chubascos débiles y ocasiones. Por la tarde, el cielo se irá rompiendo en pequeños jirones azules y el mercurio seguirá bajando, pero no más que la jornada anterior. Habrá, como poco, catorce grados. Y así, con más estrellas que nubes, llegará el sábado y lo hará con un sol dispuesto a quedarse. O eso es lo que dicen, al menos, todas las agencias de meteorología. Que superado el viernes, estas fiestas serán para disfrutar de las terrazas y las calles, para salir y no entrar. Hasta 29 grados llegará a marcar el termómetro lunes y martes, con Lorenzo pegando fuerte. - DNA / Foto: DNA