vitoria - El sol radiante venció a los pronósticos meteorológicos y la promesa de un día nublado se tornó en luz. En cuanto despuntaron los primeros rayos, la ciudadanía respondió al llamamiento y la cita de la Feria Agrícola y Ganadera de Santiago, ubicada en el campus universitario, fue llenándose gradualmente de visitantes y curiosos hasta llenarse por completo. Muchos, tras haber pasado por el mercado de los ajos, se pasearon por el recinto para completar su cesta de la compra con productos autóctonos de calidad.

Más de un centenar largo de puestos exhibieron los tesoros naturales del territorio y aprovecharon para hacer contactos, promoción y ventas. Todo lo que un amante de la gastronomía local pudiera desear, estaba allí. Alubia pinta, blanca, garbanzos, txakoli, quesos, morcilla, pan casero, pastel vasco, frutas, hortalizas, miel, dulces de todo tipo... Una delicia de mercado que se completaba con puestos informativos y, cómo no, con una extensa muestra de ganadería local. Fueron precisamente los animales los que concitaron la atención de los más pequeños, que observaban hipnotizados a las ovejas latxas de Ilarduia, a los gallos de Okondo y Llantero, a los cerdos de Arbulo, las vacas frisonas de Lezama, las txarolesas de Saratxo, las terreñas de Guillarte... Las familias formaron corro alrededor de las jaulas y los mayores hicieron de improvisados guías por el zoo de la granja, explicando a los txikis qué función desempeñaba cada uno de estos animales. Resultaba tan enternecedor ver a los pequeños contemplar por primera vez un asno de Izarra como a un aitite acariciar, a través de los barrotes, a una pottoka de Anda con los ojos humedecidos por el recuerdo.

En su puesto de hortalizas ecológicas, Mónica, llegada de Salcedo y veterana expositora de la feria, explicaba que la presencia de Tierra, Papel y Tijera, su marca, en la muestra era “más divulgativa que de venta”. “De esta forma, los productores nos hacemos visibles, los clientes nos ponen cara”, señalaba. Su producto estrella, los tomates, en auge de temporada, y las harinas elaboradas a partir de trigos antiguos. “Mucha gente no lo sabe, pero el trigo, cuanto más antiguo es menos modificado está y menos gluten tiene”, instruía.

No muy lejos de allí, los hermanos Osa Mendi, Santiago e Iñigo, de Fresaraba, despachaban fresas a toda velocidad. Bastaba con que las dieran a probar y directamente volaban. “Saben a fresa”, explicaban los clientes con cara de absoluto desconcierto después de catar una marrubia recogida de la mata esa misma madrugada y llenarse la boca de dulce nostalgia infantil. Y era cierto. El paladar no mentía. Vender fresas con sabor a fresa en una época en la que saben a casi nada es todo un acierto y una grata sorpresa. Tanto, que los dos hermanos llevan visitando la feria cinco años consecutivos con notable éxito. “Para las dos menos cuarto solemos agotar todo el género”, confirmaban satisfechos.

Guillermo y Jessica, de Ekanatur, en Berantevilla, se estrenaban ayer en la feria gasteiztarra y se les veía encantados en su pequeño puesto de legumbres autóctonas y aceite casero. Alubia pinta, blanca y garbanzos. Y el aceite, oliva virgen extra de la variedad arróniz. Un placer para los sentidos. “Empezamos con los olivos hace diez años y con las legumbres hace seis. Tenemos una producción pequeña y promocionamos lo artesano”, indicaba Jessica. Llegaron invitados a la muestra “porque este es el año internacional de la legumbre”, aclaraban, y explicaban que, al menos en el apartado promocional, tratan de añadir un punto de modernidad dando a conocer el fruto de su trabajo a través de Internet y las redes sociales. “En las ferias aprendes mucho, sobre todo de la gente mayor que se acerca al puesto y te cuenta un montón de historias y experiencias. Sólo acudimos a dos o tres ferias al año, así que aprovechamos la experiencia al máximo”, concluían. - DNA / Foto: J.Chavarri/J.Muñoz