El presunto asesino le contó a un amigo lo que había hecho y éste, a su vez, se lo relató a una tercera persona que, en cuanto tuvo conocimiento de lo ocurrido, se puso en contacto con la Ertzaintza para denunciar el homicidio. La llamada telefónica se produjo el lunes, pasadas las 20.00 horas. Los agentes capturaron poco después al individuo, identificado como J.M.C. y de 43 años, en su domicilio situado en el número 14 de la calle Nueva Dentro y lo trasladaron a comisaría. Durante el interrogatorio lo confesó todo. Frío y con un cigarro en la mano, explicó que el miércoles anterior había asesinado a una mujer de 60 años en su piso golpeándole con un mazo en la cabeza. Ofreció todo tipo de detalles, como si se tratara de una historia ajena a él. Precisó que, para deshacerse del cadáver, lo descuartizó con la ayuda de una sierra y del mismo mazo usado en el crimen. Hizo varios viajes y fue trasladando los pedazos en bolsas y dentro de una maleta hasta el río Zadorra, a la altura del barrio de Abetxuko. Los fue arrojando al agua y allí, una semana después, los halló la Ertzaintza. Por la mañana encontraron la cabeza de la mujer junto al mazo, la sierra y el cable empleados en el desmembramiento. Por la tarde hallaron el torso. Los agentes también registraron el piso del individuo y allí descubrieron restos humanos que confirmaron toda la historia.

Como siempre sucede en estos casos, los alrededores del domicilio del detenido en el Casco Viejo de Vitoria se convirtieron durante toda la mañana de ayer en un hervidero de comentarios y en zona de tránsito para periodistas y ertzainas. No faltaron los clásicos apuntes sobre lo tranquilo que parecía, aunque la versión mayoritaria coincidía en destacar la “mala vida” que llevaba, con consumos descontrolados de alcohol y drogas. Los vecinos del detenido, residente en la zona “de toda la vida”, explicaban que hacía algún tiempo que se le veía bastante más demacrado que de costumbre, hecho que atribuían a un posible repunte en el empleo de estupefacientes.

Durante su declaración en comisaría, el presunto homicida reconoció que la víctima era una conocida suya y que solía acudir ocasionalmente a su domicilio. Quienes le conocían, confirmaban ayer que se le solía ver con varias mujeres, aunque nadie sabía dar razón de quiénes eran. Nadie se atrevía a especular con la identidad de la mujer asesinada, pero hubo quien señaló que seguramente se tratara de una conocida “de los bares” que había subido a su casa invitada por él para consumir droga.

Esta posibilidad explicaría qué hacía la mujer en su vivienda cuando no existía, tal y como precisó el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, relación afectiva entre ambos. Sea como fuere, la mujer accedió el pasado miércoles al interior del domicilio y todo apunta a que, en un momento dado, asesino y víctima discutieron. Tal vez afectado por los estupefacientes, el hombre agarró el martillo y descargó un golpe sobre la cabeza de la mujer, que falleció allí mismo.

de jueves a sábado Con frialdad, decidió que la mejor manera de ocultar lo sucedido era descuartizar el cuerpo y arrojarlo al río Zadorra. Se puso manos a la obra y, ayudado por un martillo, una sierra y un cable, completó el desmembramiento de forma concienzuda. A lo largo del jueves, viernes y sábado, se desplazó en varias ocasiones hasta el puente de Abetxuko cargado con bolsas y una maleta donde transportaba los restos humanos y los objetos que podrían incriminarle. Poco a poco fue lanzando todas las evidencias al agua y, finalmente, se deshizo de la documentación de la víctima arrojándola por una alcantarilla.

Tras obtener una confesión completa, a media mañana de ayer los ertzainas trasladaron al detenido a su domicilio para, en su presencia, llevar a cabo un registro. Allí hallaron restos biológicos que confirmarían el testimonio del hombre. Poco después, le llevaron hasta la ribera del Zadorra para que les señalara in situ los lugares desde los cuales había lanzado las bolsas y la maleta al agua. La orilla del río permaneció acordonada durante toda la jornada de ayer mientras varias patrullas de la Ertzaintza recopilaban evidencias. Unidades caninas y buceadores peinaron a conciencia la zona para tratar de recuperar todos los restos de la mujer y, al cierre de esta edición, sumando la cabeza y el tronco, eran ya ocho los pedazos hallados. En este sentido, Erkoreka destacaba que la investigación ya está “arrojando algunos resultados” al tiempo que confirmaba que el asunto había pasado ya “a manos del juez”.

Pasadas las 17.00 horas de ayer, las autoridades confirmaron que la magistrada responsable del Juzgado de Instrucción número 2 de Vitoria, encargado del caso por hallarse de guardia en el momento en el que tuvo lugar la detención del individuo el pasado lunes, había decretado secreto de sumario sobre esta causa. Por el momento y a la espera de que la jueza resuelva su levantamiento, el Departamento vasco de Seguridad ha informado de que no revelará nuevos datos concernientes a la investigación, que por el momento se mantiene abierta.