El pasado mes de diciembre, la última convocatoria para gritar contra la reapertura de Garoña quedó en un coitus interruptus cuando, a instancias del PP, la Junta Electoral prohibió la manifestación llamada a celebrarse en plena jornada de reflexión previa a las pasadas elecciones generales. Seis meses después, con la repetición de los comicios a la vuelta de la esquina, la amenaza de la sombra nuclear se cierne sobre Álava, si cabe, con mayor intensidad.

Por eso, y para que, como apuntaron desde el colectivo Araba Sin Garoña, los políticos, instituciones y organismos que tienen en su mano reabrir la planta “sientan en su nuca el aliento” de todos los alaveses, la manifestación de ayer fue de nuevo un clamor en contra de la reactivación de la planta burgalesa, ubicada a cuarenta kilómetros de Vitoria. Según datos de la Policía Local, unas 2.000 personas secundaron la marcha antinuclear, que cerró la protesta en la plaza de la Virgen Blanca bajo el lema “no reapertura, Garoña itxi betiko”.

Aupados por una amable climatología, los manifestantes secundaron la convocatoria de Araba Sin Garoña, que en palabras de su portavoz, Alberto Frías, aseguró que no tienen “ninguna duda” de que el informe que el Consejo de Seguridad Nuclear emitirá -a priori, en noviembre- para dictaminar la reapertura o no de la central “será favorable” a su reactivación. Para el representante del colectivo antinuclear, es “surrealista” que la ciudadanía haya tenido de nuevo que reclamar, como sucedió ayer, el cierre definitivo de la planta, y lanzó un mensaje a los partidos políticos, que contaron con una amplia representación en la protesta. “Exigimos a los partidos políticos que no utilicen Garoña como un arma arrojadiza electoral, sino para abrir caminos que realmente posibiliten poner sobre la mesa instrumentos reales para el cierre”, subrayó Frías, para quien la “voluntad mayoritaria de la sociedad alavesa tiene que ser encontrar vías” para que Garoña no suba nunca su persiana de nuevo: “estamos hartos de palabras vacías de contenido y que nunca se cumplen”.

Desde Araba sin Garoña incidieron en su propuesta de cinco puntos a los partidos para que pasen “de las palabras a los hechos” y trabajen “de forma activa” para que la planta no se abra, como comprometerse a no formar parte de ningún gobierno que apoye la reapertura. Entre los manifestantes presentes ayer en la marcha se encontraban los candidatos al Congreso por Álava, como Mikel Legarda (PNV), Javier Lasarte(PSE), Juantxo López de Uralde (Unidos Podemos) y Mikel Otero (EH Bildu), además de representantes de instituciones locales como el Ayuntamiento de Vitoria, las Juntas Generales y la Diputación Foral de Álava. No estuvo presente el PP, que además en esta ocasión decidió no presentar recurso contra la manifestación.

Como bien apuntaron desde Araba Sin Garoña, el Consejo de Seguridad Nuclear tiene previsto conceder para el mes de noviembre el visto bueno necesario a los planes de reapertura de la central. Un sello de aprobación sobre el que a estas alturas nadie duda y que sentaría un precedente no sólo para Garoña, sino para el resto de centrales nucleares del Estado, que también podrían prolongar su vida hasta los sesenta años, en lugar de los cuarenta que marca la legislación actual. En el caso de la planta de Burgos, el plazo se concedería hasta el año 2031.

De cualquier forma, para Araba Sin Garoña, “el verdadero informe del Consejo de Seguridad Nuclear” fue el que las calles de Vitoria desplegaron en la tarde de ayer, con los alaveses mostrando su rechazo absoluto no sólo a Garoña, sino a perpetuar el modelo de energía nuclear en detrimento de una apuesta clara por los modelos energéticos limpios y verdes.