Son conocidos por vender barato, pero a los comerciantes ambulantes, como dicen, cada vez les sale más caro estar al frente de cualquiera de los cerca de 120 puestos que cada miércoles se instalan en el mercadillo de Lakua-Arriaga, ubicado en el aparcamiento en superficie que se encuentra al lado de los centros regionales. “Se vende poco y se paga mucho”. Es lo que aseguran los dueños de estos tenderetes que dicen atravesar uno de los peores momentos del sector desde que en 2008 el Consistorio gasteiztarra permitiera celebrar en el norte de la capital alavesa esta feria semanal, que se añadía a las que ya se hacían en la plazas de Santa Bárbara y Simón Bolívar.

Según denuncian, las dificultades por las que atraviesan no son pocas. “Este año se han dado de baja más de siete puestos porque no se vende. No llegan a cubrir los gastos de autónomos y las tasas del Ayuntamiento. En todas las reuniones se dice que Vitoria es de los sitios del País Vasco en los que más caro se paga”, explica la presidenta de la Asociación de Vendedores Ambulantes de Vitoria, Gloria Valerio. Su puesto familiar de frutas y verduras, que lleva desde 2008 acudiendo a su cita semanal de los miércoles en Lakua-Arriaga, también ha notado los duros efectos de la recesión económica. “Las ventas desde que empezó la crisis van al 40%. En general, en todos los puestos han caído al 60% y en textil hasta el 95%. En invierno hay días que no venden nada. Hay algunos que han tenido hasta que dar de baja sus puestos para que no les quiten la beca del comedor escolar. Nos mata el tiempo”, lamenta la portavoz de esta plataforma, que lucha por mejorar las condiciones del sector al que pertenecen.

Un panorama nada halagüeño que ha hecho que por tercer año consecutivo (desde 2014), el Consistorio de Vitoria haya tenido que lanzar “una tercera convocatoria”, como recuerda Valerio, para cubrir las vacantes, al no tener las solicitudes suficientes para la adjudicación de puestos libres. Y es que además de tener que hacer números para que a los comerciantes de este tipo de negocios ambulantes les salgan las cuentas, también tienen que hacer frente a trabas legales, como a la normativa europea adoptada que, entre otras cuestiones, da derecho a que todo el mundo tenga una opción de entrar en el mercado, aunque no sea de Vitoria, cuando tradicionalmente los hijos heredaban el puesto de sus padres, lo que ahora hace peligrar la estabilidad que siempre han tenido este tipo de negocios. “En textil antes en Vitoria eso te daba una seguridad. En Miranda de Ebro les parecía injusta y no la aplican de momento”, agrega la portavoz de esta plataforma, quien recuerda el sistema de puntuación para la adjudicación de tenderetes como un obstáculo más a tener en cuenta ahora, ya que prima el tener que asistir a diversos cursos de formación. “Sólo puntúan los cursos realizados los últimos tres años, aunque una por ejemplo sea perito agrónoma”, añade esta mujer que durante el año y medio que lleva como máxima responsable de la agrupación de vendedores ambulantes de Vitoria ha tenido que luchar también contra el intrusismo laboral.

“Ahora mismo hay una churrería que no tiene permiso quitando sitio para dos puestos y cortando el paso a la gente -dice señalando a la calle del mercado en la que ésta se encuentra-. Nos pasa muy a menudo”, se queja Valerio, quien también se ha visto obligada a denunciar más conductas irregulares. “En verano tenemos que llamar a los equipos de limpieza para que retiren, por ejemplo, el papel higiénico que alguna vez nos han dejado las autocaravanas. La semana pasada unos, en concreto, pasaron por alto la prohibición del cambio de aguas que hay los miércoles a partir de las 7.00 horas y lo hicieron”, se queja la portavoz de los vendedores ambulantes gasteiztarras, quien tiene pensado este mismo mes solicitar una reunión con el edil de Políticas Sociales, Peio López de Munain, “para comunicar cómo está el mercadillo y ver qué se puede hacer”.

Feria en festivos Las molestas consecuencias de que vengan los equipos de limpieza tampoco le son ajenas a su compañero del puesto de al lado, Rafa Martínez, quien regenta un puesto de repostería, Pastelería Araia. “En Lakua los desagües de las autocaravanas son horribles y luego llegan los municipales y echan un líquido desinfectante que es casi peor porque huele fatal y produce picor en la nariz”, relata este hombre que lleva 16 años de venta ambulante, desde que estaba en la plaza de toros. “A mí me llamaron del Ayuntamiento para entrar en el mercadillo de Lakua-Arriaga. Somos el primer obrador de la Llanada Alavesa y el año pasado recibimos un premio por la trayectoria del negocio familiar que llevamos desde 1972 y el local que tenemos en Araia”, desvela con orgullo este comerciante que, como dice, aún tiene que hacer frente a los 200.000 euros tras las obras de su remozado establecimiento en Araia. Y las ventas en Lakua-Arriaga no ayudan del todo. “Van mal desde la crisis”, precisa Martínez, quien considera que la ampliación de 3 a 4 años de la vigencia máxima de la autorización, tras la revisión de la ordenanza municipal, no es suficiente para amortizar dicha inversión.

Otro colega suyo, José Ramón Jiménez, quien en total lleva 20 años de venta ambulante, también denuncia la problemática de los desagües. “Por las mañanas hay discusiones”, afirma el que en su día fue presidente de la Asociación de Vendedores Ambulantes de Vitoria. Jiménez, que vende junto a su mujer y su hija ropa interior y de bebé, ha asistido a cursos de formación en Vitoria, “de cara al público”, como matiza, impartidos por la agrupación gitana Gao Lacho Drom para no perder su puesto de textil. Pero aún así ha notado cómo las ventas no remontan desde la crisis. “Antiguamente era un modo de vida y hoy en día justamente te la ganas así”, declara este hombre, que propone mejorar la tasa municipal que paga cada puesto. “Por cuatro días al mes de estar en Lakua se paga por puesto al mes 60 euros. Al año son 720 euros, mientras que en Bilbao son 400 euros y el rastro lo hacen los domingos, no un día laborable”, añade Jiménez. Como dice, “otra cosa que nos fastidia es que en Vitoria no nos dejan hacer un mercadillo en festivos, cosa con la que nadie está de acuerdo. Nos lo adelantan al día anterior, pero la gente no se suele enterar. Con los carteles del Ayuntamiento no es suficiente, así que a veces ponemos publicidad en una radio local”.

En el mercadillo de Lakua-Arriaga también está Asun, dedicada a la venta de productos infantiles al frente de un puesto de calzado para niños. Otra vendedora más que insiste en la rebaja de la tasa municipal. “Que nos la bajen, que en invierno los puestos no se pueden montar ni la mitad de las veces”, demanda esta mujer, a la que también el desembarco reciente de tiendas low-cost en la capital alavesa, como la cadena irlandesa Primark, ha hecho daño: “¿Quién compite contra ellos con esos precios?”, se pregunta.