gasteiz - La alerta saltó en la madrugada del martes. Una mujer denunciaba por teléfono a la Ertzaintza que un hombre que ocultaba su rostro bajo la capucha de una sudadera la había perseguido a la carrera. En cuestión de pocos minutos, los agentes enviaban una patrulla a atenderla y a varias más a rastrear el barrio de Lakua, lugar en el que se había producido el incidente. No hubo suerte y no se produjeron detenciones, pero existe la sospecha que este caso de presunto acoso pudiera estar relacionado de alguna manera con otro extraño suceso que tuvo lugar esa misma noche en otro punto más céntrico de la ciudad. Un desconocido cuya identificación no se llegó a completar fue localizado después de seguir a pie a una joven por la calle haciéndole gestos extraños y dirigiéndose a ella en un idioma que no pudo reconocer. Por ahora no queda claro si el protagonista de los dos incidentes es la misma persona, pero comparten la misma complexión delgada, la misma vestimenta oscura y el hecho de haberse dirigido a mujeres desconocidas en la vía pública el mismo día.

El primer suceso tuvo lugar pasadas las 2.30 horas del martes. Los empleados de la recepción del Gran Hotel Lakua se sobresaltaron al ver entrar a toda prisa en el inmueble a una mujer de unos 40 años. Llegó completamente alterada pidió ayuda y poco después rompió a llorar. Cuando se serenó, explicó a los encargados del establecimiento hotelero que un hombre la perseguía a la carrera y que no le había quedado más remedio que refugiarse en el interior del edificio.

Mientras los trabajadores del hotel contactaban por teléfono con la vecina comisaría de la Ertzaintza, ubicada pocos metros más adelante en la calle Portal de Foronda, la mujer compartió con ellos los detalles de lo ocurrido. Les explicó que trabaja a tiempo parcial como cuidadora y que su jornada laboral concluye a las dos de la madrugada. En ese momento, coge su coche y regresa a su domicilio, situado en las cercanías del Gran Hotel Lakua. Como todos los días, aquella noche había acabado de trabajar, se había montado en su vehículo y, al llegar a las inmediaciones de su casa, se había puesto a dar vueltas para tratar de localizar un hueco libre en el que aparcar. Tal y como relató a los empleados, en ocasiones sus amigos le habían manifestado su preocupación porque anduviera por la calle todos los días a horas tan avanzadas de la madrugada y completamente sola. Ella siempre había restado importancia a este hecho y les respondía asegurando que, en caso de necesitar ayuda, siempre podía acudir al hotel, ya que se encontraba abierto las 24 horas del día.

Aquella noche necesitó ayuda. Nada más estacionar el vehículo y cerrar la puerta, vio cómo un hombre se le acercaba. Antes de que pudiera ver su rostro, se caló la capucha de su sudadera de color oscuro y comenzó a correr hacia ella. La mujer, asustada, también se puso a correr. Tal y como les había dicho a sus amigos, no se lo pensó y se dirigió al hotel. Cuando miró hacia atrás, vio que su perseguidor recortaba distancias y aceleró la carrera.

Informados de lo ocurrido, los agentes peinaron la zona sin éxito. Una patrulla acompañó a la mujer a casa y, provisionalmente, el asunto quedó ahí, pendiente de resolución. Sin embargo, esa misma noche, unas cuantas horas antes, se había producido otro incidente. En esta ocasión, en la calle Adriano VI. Casi a la altura de la Avenida Gasteiz.

En este caso, una joven declaró haber sido seguida por un desconocido mientras caminaba por la calle. También llevaba una sudadera oscura con capucha, aunque no la llevaba calada sobre la cabeza. El individuo le hacía gestos y le hablaba en un idioma extranjero, por lo que apretó el paso, entró en su portal a toda prisa y subió a su casa. Alertado de lo sucedido, el novio de la joven bajó a la calle y se encaró con el hombre mientras la Ertzaintza, avisada de lo ocurrido, se desplazaba hasta el lugar. Se estimó que el incidente no revestía mayor gravedad, por lo que no se ordenó el traslado del hombre a comisaría y la patrulla que atendió el servicio no pudo completar su identificación.

Cuatro años de cárcel. Ésta no es la primera ocasión en la que las autoridades locales se ven obligadas a tomar medidas en relación a un presunto delito de acoso. El pasado día 29 de mayo, La Fiscalía de Álava manifestó su intención de solicitar cuatro años de cárcel para un hombre acusado de acosar y de incluso tratar de allanar la casa de una vecina con la que se había “obsesionado”.

Muy conocido. Ese mismo hombre, muy conocido por los agentes municipales por haber protagonizado distintos casos de este mismo tipo, había sido arrestado en dos ocasiones más a lo largo de la semana anterior después de que incumpliera la orden de alojamiento que pesaba sobre él por acoso y que le impedía acercarse a una mujer.

Más diligencias. La Policía Local también mantenía abiertas diligencias contra él por otras dos órdenes de alejamiento que había quebrantado este mismo hombre al acercarse a otras dos mujeres que le habían denunciado por el mismo motivo. El escrito del fiscal referente al caso señalaba que el hombre había comenzado a “hostigar” a su vecina, con la que quería mantener una relación, pese a que la mujer no quería estar con él.