vitoria - Como sucede en cualquier otro ámbito laboral, las tendencias criminales también se ven afectadas por las circunstancias externas. En el caso de Vitoria, la creciente presión ejercida por la Policía Local y la Ertzaintza sobre el menudeo de droga en bares comienza a tener efectos inesperados. Las operaciones policiales son tantas y tan efectivas que los pequeños traficantes comienzan a buscar nuevos caladeros de delincuencia en los que la rentabilidad sea mayor y el riesgo disminuya. Todo ello, sumado al hecho de que las nueva Ley de Seguridad Ciudadana impone penas más duras al trapicheo, han favorecido un cambio de hábitos, al menos en lo que a la capital alavesa se refiere. “Hay más presión, penas más duras y más miedo a ser detenido por este motivo, así que ahora mismo le dan a todo”, resume un agente.
Cuando el representante de la autoridad habla de “todo”, se refiere sobre todo a atracos. Robos en lugares en donde se almacena chatarra, en pabellones industriales donde arrasan con la maquinaria y también robos en domicilios particulares. El repunte del número de asaltos a pisos en la capital alavesa, cerca de una docena a lo largo de la semana pasada, viene a confirmar esta tendencia. Un reciclaje delictivo obligado por las circunstancias.
Este novedoso cambio de aires no es sólo cosa de los jóvenes delincuentes recién llegados al tráfico a pequeña escala. Según indican los patrulleros, también afecta a los veteranos que llevan mucho tiempo en el negocio. Vender droga en los bares se ha convertido en una actividad demasiado arriesgada para el beneficio económico que conlleva. Por un lado, la presión policial obliga a establecer sistemas de contravigilancia muy complejos y, por otro, las sanciones a las que se enfrentan sus promotores son muy elevadas. Sólo por el hecho de trapichear en un establecimiento público, las sanciones aumentan. Y teniendo en cuenta que en este negocio no se acostumbra a pedir el DNI, se corre el riesgo de que el comprador o compradores es menor de edad, lo cual puede desembocar en pena de prisión de hasta nueve años y multas de hasta cuatro veces el valor de la droga incautada.
por el desagüe Tampoco hay que olvidar que fruto de la vigilancia que las policías que operan en Vitoria realizan sobre los establecimientos, en muchas ocasiones la droga acaba desapareciendo por los desagües. Y con ella, los beneficios. “En cuanto los agentes entran por la puerta del local, lo tienen todo preparado para tirar la droga. Sobre todo si se trata de polvo, como en el caso del speed y la cocaína”, detalla un patrullero.
Para tratar de impedir que les descubran con hachís o marihuana, sustancias más difíciles de eliminar, emplean otras técnicas. Generalmente guardan la droga fuera de los establecimientos públicos o cuentan con alguien dando vueltas en el exterior, cerca del bar, esperando a recibir una llamada. Cuando suena el teléfono, se acercan, preferentemente a las terrazas, con la cantidad justa requerida. El objetivo siempre es minimizar el perjuicio en caso de ser sorprendidos.
Todo este cúmulo de circunstancias ha provocado que un buen número de rostros conocidos por las autoridades, que hasta la fecha únicamente solían dejarse ver por ciertos bares muy concretos de la ciudad, hayan mudado de hábitos y frecuenten el centro de Vitoria entre semana y por las mañanas. Los agentes son conscientes de que muchos de ellos se dedican a vigilar la entrada y salid de vecinos en aquellos edificios donde creen que pueden hacerse con joyas y dinero en metálico.
Seguridad Ciudadana. La vigente Ley de Seguridad Ciudadana castiga como delito el cultivo, la elaboración, el tráfico ilícito y la posesión de drogas tóxicas, así como las actividades que promuevan o faciliten su consumo legal.
Posesión. La posesión de drogas por sí sola no es constitutiva de delito, siempre que las sustancias no estén destinadas al tráfico ilegal. Sin embargo, la ley establece sanciones administrativas de carácter grave de hasta 30.000 euros.
Menores. La venta de drogas a menores constituye un agravante, de manera que en el caso de cocaína, ‘speed’ o éxtasis puede representar pena de prisión de hasta nueve años y una multa de hasta cuatro veces el valor de la droga decomisada.
Vehículos. También el traslado de personas en cualquier tipo de vehículo con el objeto de facilitar a éstas el acceso a drogas, siempre que no constituya delito, se sanciona con multas administrativas.
Cambio de hábitos. Este cúmulo de circunstancias adversas, entre las que hay que destacar el elevado número de operaciones policiales antidroga y su alto grado de efectividad, han llevado a muchos pequeños traficantes a cambiar de hábitos. Ahora mismo, según los agentes, prefieren dedicarse a actividades menos arriesgadas, como el robo de chatarra, atracos en pabellones industriales y asaltos a domicilios particulares.