respaldiza fue escenario ayer de una feria de San Isidro que, al coincidir con una jornada dominical y, pese a la persistente lluvia de las primeras horas, registró una masiva afluencia de público atraída por el olor de las tradiciones. De hecho, buscar una plaza de aparcamiento rozando el mediodía era una tarea un tanto difícil. “Pensábamos que el clima nos iba a aguar la fiesta, pero al final se ha quedado un día txukun-txukun”, afirma contento el alcalde ayalés, Gentza Alamillo, mientras realiza funciones de guía a otros regidores del Valle de Ayala, como al de Artziniega, Iñigo Gómez, o al propio lehendakari, Iñigo Urkullu, aunque también se deja ver por el recinto el alcalde de Llodio, Natxo Urkixo.
Personalidades políticas aparte, si por algo fue importante ayer la feria de San Isidro de Respaldiza fue porque acogió el segundo certamen alavés de raza bovina pirenaica. Una raza autóctona que, aunque en la actualidad se encuentra en auge con más de 20.000 cabezas en toda Euskadi y Navarra, en los años setenta del pasado siglo estuvo al borde de su extinción por la introducción masiva de la raza parda alpina, por lo que sigue necesitando el apoyo y ayuda de todos, tal y como se merece toda raza autóctona y todo patrimonio genético.
A ello se dedican con ahínco ganaderos, veterinarios y administraciones. Un factor primordial de la situación actual “es el trabajo y entusiasmo en materia de mejora genética y asesoramiento de ganaderos, con programa de control de rendimientos incluido, que estamos realizando desde las asociaciones de criadores como la alavesa Arpiel”, explica el coordinador de esta asociación, Guillermo Pérez de Leceta, uno de los encargados de juzgar los 60 ejemplares presentados al certamen.
Todos reciben 200 euros por cabeza en dietas por asistencia, aunque los primeros puestos de cada sección van a parar a Isabel Luengas de Respaldiza, la ganadería Elizondo de Eguilaz y Hermanos Apodaka de Aloria, que también se llevan los primeros premios de la primera edición. Y es que, según confiesan los expertos, “el nivel es muy bueno, pero de siete ganaderías estas tres sobresalen”. Pérez de Leceta también explica que, a día de hoy, en Álava “tenemos 68 criadores de vacas pirenaicas, con en torno a 4.000 cabezas”, y que su carne es de “excelente calidad”. De hecho, esta vaca, de gran belleza y extraordinarias cualidades de adaptación al medio natural y alto rendimiento productivo de carne, está siendo objeto de planes de fomento y mejora, gracias a los que se está recuperando no sólo en Álava sino también en Navarra, Gipuzkoa, Bizkaia, Aragón y Cataluña. “Es la primera raza de vacuno de carne en Álava en número de cabezas y ganaderos, y la segunda después de Navarra, en cuanto a número de ejemplares, en la Confederación Nacional”, apunta Juan Luis Irazola, presidente de Euskadi de raza bovina pirenaica, que acudió a la feria acompañado de su homónimo en Álava, Iñaki Rueda, así como del técnico de mejora genética del centro de inseminación de Euskadi Aberekin, Josu Payás. Este último explica que las pirenaicas se caracterizan por tener capa rubia, las mucosas sin pigmentar, y unos portentosos cuernos de color blanco nacarado con las puntas de color amarillento. Su tamaño medio es de entre 550 y 600 kilos de peso, y proporciona una carne con poca grasa que la hace muy apreciada tanto por carniceros como por consumidores. De hecho, suministra a las denominaciones protegidas de Ternera de Navarra y Euskal Okela.
Junto a las vacas presentadas a este certamen, otro medio centenar de animales conforman la exposición de ganado. Las reses, de altísima calidad, vienen seleccionadas de antemano por la cooperativa Abere Zerbitzu Teknikoak, y entre ellas hay ovejas de raza latxa, cabras azpigorri, burros y caballos de raza País Vasco. A todas se suman varios ejemplares de las cinco variedades de Euskal Oiloa, así como de la rubia alavesa, que el vecino de Llanteno, Ander Beraza, lleva más de un lustro intentando que entre en el listado de razas autóctonas de Euskadi.
En la feria se encuentra también Emilio Irazola, de Okondo, con una interesante colección de razas de conejo poco vistas por estos lares. “He traído conejos gigantes de Flandes, Pardos de Siena, Leonardos de Borgoña, y Gigantes de Belier. La mayoría se venden como mascotas, aunque algunos también para consumo de carne. Yo trabajo en una fábrica y para mí esto es un hobby que da más gastos que beneficios, pero me encanta. Unos van al gimnasio y yo críos conejos en la naturaleza”, espeta. Con todo, para los más pequeños, el principal foco de atención son varios cachorros de pastor vasco, un inmenso hinchable con forma de tractor y varios talleres en torno al mundo del pastoreo, en los que aprenden a elaborar talos con chocolate y tejidos de lana de oveja teñida de colores.
La jornada también contó con una exposición y venta de productos artesanos y de caserío que congregó a 33 expositores de pastel, pan, miel, conservas, embutidos, artesanías, cremas, licores, o bisutería. “No hemos traído ninguno hortícola porque ahora estamos en época de plantación, no de recolección”, matizan desde la organización, que también acerca a Respaldiza una muestra de varas de avellano, exhibiciones de deporte rural, danzas vascas y música, así como catas y degustaciones de queso Idiazabal y txakoli alavés.