gasteiz - Belén Vicente, profesora del Ciclo Formativo Superior de Integración Social en el campus de Egibide-Molinuevo, es también la impulsora principal de esta iniciativa bienal que implica tanto a su alumnado como a decenas de chavales de segundo curso de la ESO o de FP básica de diferentes centros educativos de Gasteiz, no sólo de Egibide. Los primeros, aprenden haciendo y formando en valores a los segundos, que conocen realidades y problemáticas desconocidas y vencen miedos y prejuicios. Porque todavía los hay. “Muchas veces, la manera de ridiculizar a los compañeros de clase cuando quieres bromear con ellos va un poco en esa línea”, ejemplifica la profesional.
El tercer eje en el que se apoya la campaña son diferentes colectivos de apoyo a personas con diversidad funcional como ONCE, Aspace o Eginaren Eginez, algunos de cuyos integrantes comparten vivencias y actividades con el resto a través de distintos txokos: uno en torno a los problemas motrices, otro relacionado con la diversidad sensorial y otro volcado en el deporte adaptado, en los que los chavales pueden sentir en sus propias carnes lo que supone tener que vivir todos los días saltando barreras. El viernes se unirá a la campaña también el centro de día Ehari, que atiene a personas con daño cerebral. Ayer, en el reestreno de la campaña, tomaron parte 65 chavales, y hoy lo harán 83 más.
¿Cómo surgió la idea de poner en marcha esta iniciativa?
-Nos lanzamos hace seis años, porque me apetecía que los alumnos trabajasen en torno a proyectos, que es una metodología muy interesante por el aprendizaje que adquieren. Y por ligarlo al llamado aprendizaje servicio: al mismo tiempo que aprenden, los alumnos están desarrollando una actividad para la sociedad, una colaboración. Que alumnos míos formasen a alumnos más jóvenes, de FP básica y de segundo de la ESO, me parecía una manera extraordinaria de asimilar conceptos. Uno aprende más cuando tiene que enseñar esos conceptos a otras personas y, al mismo tiempo, se están involucrando socialmente en el entorno, contribuyen a mejorarlo. Al mismo tiempo que aprenden, están dando un servicio a la sociedad. Se trata de visibilizar las dificultades y los prejuicios que todavía existen en torno a las personas con diversidad funcional. Y también, de conseguir la tolerancia, la solidaridad y el respeto, el ver que el mundo es diverso, que todo el mundo es diferente y aporta muchas cosas.
¿Cree que estos prejuicios están generalizados entre los escolares?
-Diría que sí. Muchas veces, la manera de ridiculizar a los compañeros de clase cuando quieres bromear con ellos va un poco en esa línea. Se ha avanzado mucho, pero nos queda camino por recorrer.
¿Qué falla para que esto sea así?
-Hay mucho miedo. A veces, te encuentras por la calle con alguien que va en silla de ruedas, le quieres preguntar la hora a alguien y ya de antemano no vas hasta él, por si no te habla o cualquier otra cosa. De esta forma, le estás cerrando ya la posibilidad de relacionarse.
¿Por dónde habría que empezar para educar en valores como el respeto o la tolerancia?
-Por el acercamiento. Lo tengo claro. Hay que acercar más a estas personas, porque en ese momento dejamos de ver esa parte, la discapacidad que tienen, y empezamos a conocer a esa persona. En ese momento desaparecen los prejuicios.
Estos encuentros, en cierta medida, abrirán los ojos a los chavales.
-Sí. Pero aprendemos todos, también yo, que tengo más rodaje. Esto nos sirve a todos. Por otra parte, los colectivos que vienen valoran también muy positivamente esta actividad, porque ellos mismos se dan a conocer y eso les está ayudando a integrarse al mismo tiempo.
¿Y qué es lo que más les sorprende o les llama la atención a los escolares en estos encuentros?
-Sobre todo, las personas que tienen mayor dificultad en la movilidad, que por ejemplo no pueden hablar y se comunican a través de los ojos. Es lo que más les sorprende. Hoy -por ayer-, por ejemplo, han venido cuatro personas con diferentes sistemas de comunicación, como Nuria, que tiene una movilidad muy reducida y se comunica con un tablero silábico y con la mirada. También les impacta el tema del deporte adaptado, cuando ven imágenes en las que están jugando al fútbol personas con una pierna y dos muletas y van corriendo de un lado para otro a unas velocidades tremendas. O los chavales que utilizan sillas de ruedas manejables y hacen saltos mortales, como hacen los skaters.Son ya tres años con esta iniciativa... ¿Cómo valora la experiencia?
-La intención es continuar cada dos años, como hemos hecho hasta ahora. Esto supone un esfuerzo, tanto de los colectivos que participan como del profesorado y el alumnado. Además, nos gusta alternar proyectos, porque en el ámbito de la integración social son muchos los colectivos y queremos repartir. Y teniendo en cuenta que vamos a repetir... Te puedes imaginar la valoración que hago.