gasteiz - Fernando Aránguiz (Vitoria, 1950) observa un horizonte “bastante optimista” para la Fundación Vital, volcada ahora exclusivamente en la Obra Social, pese a las incertidumbres que todavía rodean a la actividad económica. Ya este 2016, el incremento del presupuesto de la entidad en un 46% fruto del aumento de los beneficios de Kutxabank -Vital mantiene el 11% de las acciones del banco vasco- le va a permitir dar un primer “salto cuantitativo” importante. Al margen de apoyar mediante acuerdos y convenios a “casi 1.000 entidades de todo tipo”, algunas de ellas nuevas, Aránguiz pretende desligar la marca Vital de la actividad financiera, un cambio de chip que, reconoce, no está siendo sencillo entre la sociedad alavesa. La puesta en marcha de un plan de comunicación será una de las medidas más destacadas que impulsará la fundación para dar a conocer su actividad y acabar con el “despiste”.

Aránguiz, que llegó a la presidencia de la Vital en noviembre de 2012, menos de un año después de la creación de Kutxabank, lideró entidades como la asociación de comerciantes Gasteiz On o la Federación alavesa de Empresarios de Comercio y Servicios antes de entrar en política de la mano del popular Alfonso Alonso, de quien fue concejal de Promoción Económica. Repitió como edil, ya en la oposición, entre los años 2007 y 2011, y fue teniente de alcalde y de nuevo responsable del área de Promoción Económica durante la alcaldía de Javier Maroto, antes de iniciar su actual actividad. El impulso de los sectores social y asistencial y el de la formación y el empleo centrará el esfuerzo de la fundación en el corto y medio plazo, tal y como ha determinado su plan estratégico. “Nuestra obligación es tener siempre, constantemente, una antena en la calle para saber qué está demandando la sociedad y adecuar nuestra oferta a esas necesidades”, remarca el presidente.

Recientemente, compareció para dar cuenta del “punto de inflexión” que afronta su entidad tras unos últimos años marcados por la fusión de las cajas. Para que cualquiera lo entienda, ¿qué es ahora la Vital?

-La Vital dejó de ser una caja de ahorros el 1 de enero de 2012, cuando traspasó su negocio financiero a Kutxabank. Desde entonces y hasta el 29 de julio de 2014, fue caja de ahorros sin serlo, sin ejercer esa labor financiera, sino simplemente como propietaria del 11% del banco y gestora de la Obra Social. A partir de ahí, y por acuerdo de la asamblea, se convirtió por obligación legal en fundación bancaria, pero esa conversión no supuso ningún cambio, porque siguió haciendo la Obra Social teniendo el 11% de Kutxabank. Por tanto, el cambio importante se da el 1 de enero de 2012. Hablamos de un punto de inflexión porque después del cambio hubo tres años, de 2013 a 2015, en los que la Obra Social tuvo unos recursos paupérrimos, en los que pasamos a tener aproximadamente una cuarta parte del presupuesto que habíamos tenido en años anteriores. Pero para este 2016 contamos con un presupuesto más acorde con las necesidades de la Obra Social, con un aumento del 46% respecto a 2015. Damos un salto cuantitativo que nos va a permitir dar un salto cualitativo, hacer más cosas con más recursos.

¿Cómo ha sido posible un incremento tan grande teniendo en cuenta las dificultades económicas que sigue habiendo?

-Muy fácil. El incremento del beneficio del banco de 2014 a 2015 fue exactamente de un 46%, de 150 millones a 219. Y nosotros hemos imputado esos dividendos al año siguiente.

¿En líneas generales, la sociedad alavesa comienza a ser ya consciente de esta transformación?

-A finales del año pasado hicimos un estudio con una empresa ajena, como resultado de una reflexión estratégica, que nos dijo que había mucho despiste dentro de la sociedad alavesa. Las conclusiones decían fundamentalmente que la ciudadanía confundía en ciertos momentos lo que era Vital con el tema social y lo que era la Obra Social con el Ayuntamiento. Los que tenían relación directa con la Obra Social nos veían extraordinariamente, pero los que no estaban directamente relacionados con ella, confundían términos.

¿Y han tomado alguna medida al respecto?

-Nos propusimos hacer un plan de comunicación, y en eso estamos, y también llevar a cabo un cambio de imagen, puesto que el famoso anagrama de la Vital nos asocia al tema financiero, a donde se va la mentalidad de la gente. Y eso es lo que queremos evitar. Queremos desviarnos totalmente de lo que es la actividad financiera, porque nos dedicamos a otra cosa. Ahora somos una fundación que se dedica exclusivamente a hacer la Obra Social y mantener su participación en el banco.

¿En qué punto se encuentra ese plan de comunicación?

-Aún no está puesto en marcha. Estamos en ello. Es un tema complejo, porque implica muchas cosas. La página web, la gestión de las redes sociales... Son asuntos que hay que ir organizando y que no se hacen de la noche a la mañana, porque como es sabido la comunicación es un tema complicado y que hay que ir trabajando día a día.

Ha sido también un proceso con resistencias y críticas.

-Creo que no ha habido ninguna voz crítica. El proceso de fusión fría de las cajas estuvo muy bien aceptado por la sociedad vasca y posteriormente la conversión en fundación bancaria, que fue por ley, tampoco tuvo ninguna crítica, porque en realidad no cambió nada.

Pero sí que ha habido voces como las de EH Bildu, ELA o LAB, que han visto en esta conversión una suerte de privatización de las cajas vascas.

-Eso fue una crítica que tenía un origen equivocado, que era que los fondos de la fundación eran públicos cuando nunca lo han sido. Ni antes, que eran fruto del beneficio de la Caja Vital, que era una entidad privada, ni ahora, que son fruto del beneficio de un banco, Kutxabank, que también es una entidad privada. No sé cómo han convertido los fondos privados en públicos. Sí que es verdad que la Obra Social los hace de alguna manera públicos al devolverlos a la sociedad alavesa, pero su origen es privado totalmente.

¿Qué oportunidades está generando o va a generar la creación de la Fundación Vital?

-En sí misma, la creación de la fundación no produce ningún efecto al margen de los que ya había, porque su gestión depende del ingreso del dividendo del banco. En cuanto que la actividad del banco vaya, como está siendo, de una manera correcta e incrementándose en el tiempo, más medios tendrá la fundación para devolver ese dinero a la sociedad. Dentro del plan de negocio que tiene el banco, parece que las cosas van a ir por el buen camino.

Aun así, las incertidumbres económicas continúan ahí.

-La economía siempre es incierta. Desde que tengo uso de razón, siempre se ha comportado como le ha dado la gana. Nadie fue capaz de predecir la crisis, ningún economista ni ningún premio Nobel. Eso sí, luego lo explican, después de que ha pasado. Incertidumbre siempre hay en el aspecto económico. Lo que pasa es que la fundación ve un horizonte optimista, puesto que ese plan de negocio también lo es, y dependemos exactamente de él. Incertidumbres desde luego no vemos, al contrario, aunque no digo que no se puedan producir. Vemos un horizonte bastante optimista.

De todos los programas y actividades que va a apoyar la Fundación este año, ¿hay alguno que le ilusione especialmente?

-Todos son importantes. Nuestro plan estratégico nos ha indicado que los sectores preferentes son el asistencial y el de la formación y el empleo y estamos dirigiendo nuestros esfuerzos a esos sectores, sin olvidar los demás. Porque tenemos muchos. Dentro del área asistencial y social, tenemos una serie de acuerdos y de convenios con entidades importantes como Berakah, el Banco de Alimentos, Bultzain, la Asociación contra el Cáncer, Zuzenak, Apdema, ONCE... Creo que tenemos compromisos con todas las organizaciones que se dedican al área asistencial y social, siendo el más importante en cuanto al importe el de Berakah. Tenemos también muchos acuerdos nuevos con otras organizaciones como Agle, hemos conseguido solucionar el tema de Vitalquiler, que es muy importante, donde destinamos 700.000 euros anuales. También están los programas de mayores, que tienen un gran éxito. No hay más que ver el movimiento de personas mayores de 55 que hay en la Casa del Cordón. Tenemos también infinidad de convenios pequeños de deporte base, femenino e inclusivo, de educación en valores... Y luego de formación y empleo, que es fundamental para nosotros. Nuestro convenio estrella en este ámbito es con Egibide. También está ahí toda la oferta cultural, de apoyo al patrimonio histórico, al sector primario o a la Fundación Sancho el Sabio, que es el centro de cultura vasca más importante que hay en el mundo, porque hay que decirlo así. Llegamos en total a casi 1.000 entidades de todo tipo.

Hablando de Egibide, ¿se podría decir que es el buque insignia para la Fundación Vital?

-No es sólo un buque insignia de la Fundación o de Álava, sino del País Vasco y del Estado español en cuanto a formación. El centro está haciendo una labor extraordinaria, con 7.000 alumnos y más de 400 profesores, y nuestro convenio es muy importante, porque pasa de los 500.000 euros. Estamos muy satisfechos. Formamos parte del patronato y estamos constantemente estudiando nuevas formas de hacer y nuevos proyectos.

La asignación para formación y empleo crece un 71% y la de la asistencia social un 40% respecto a 2015. ¿Son áreas que deberían ser más cuidadas desde otras instituciones públicas? Porque las cifras saltan a la vista.

-En nuestra forma de gestionar, siempre priorizamos que las actividades que apoyamos estén cofinanciadas también por otras entidades. Que no seamos sólo nosotros los que apoyamos y que estén otras instituciones como la Diputación o el Ayuntamiento. Efectivamente, no somos competentes en nada, pero a la vez nos incumbe todo. Estamos para complementar de alguna manera las necesidades que tiene la sociedad vitoriana y alavesa y que no cubren otras entidades.

Han hecho también un esfuerzo importante con el tema de las becas, que han sufrido importantes recortes estos años.

-Sí, tenemos programas con Ajebask, con la Cámara... Y muchas son becas para emprendedores, para gente que empieza, a la que queremos ayudar en ese camino de crear empleo. Porque el empleo no lo crean las instituciones, sino los empresarios, y un 90% viene de la pequeña empresa. Ahí tenemos que estar siempre.

“Algunas de las necesidades y preocupaciones de las personas de nuestro territorio han cambiado y nuestro reto es dar una respuesta adecuada”, dijo en esa última intervención pública. ¿Por dónde debería ir esa respuesta?

-Nuestra obligación es tener siempre, constantemente, una antena en la calle para saber qué está demandando la sociedad y adecuar nuestra oferta a esas necesidades. Sería absurdo estar proporcionando fondos o medios a temas que realmente no son demandados. Por eso hicimos el estudio de percepción con la gente. Nuestra obligación es estar al día con lo que la gente piensa y quiere, y eso es cambiante, como todo el mundo sabe. Según los tiempos que se den en el ámbito económico, social o político, las necesidades cambian y nuestra obligación es estar al día para ofrecer lo que la sociedad demanda.