Filas interminables de coches aparcados daban ayer la bienvenida al cerro de Estíbaliz, que reunió a los alaveses orgullosos de serlo, y que bajo un cielo despejado, pero en un ambiente demasiado frío para esta época del año, disfrutaron de una jornada en honor a la patrona del territorio. Aunque como todos los años los aparcamientos de la colina estaban llenos de vehículos, la apertura hace escasas fechas de la pasarela de Olaranbe invitó a muchos peregrinos a acercarse a pie o en bicicleta hasta el santuario. Dicho puente de madera une a los dos patronos del territorio, a San Prudencio de Armentia y a Estíbaliz, y por ello con su instalación el viejo ramal del ferrocarril Vasco Navarro adquiere un significado espacialmente simbólico para los alaveses.
La celebración de Nuestra Señora de Estíbaliz siempre queda ensombrecida por la resaca de San Prudencio. Muchos vecinos del territorio, además, salen raudos en busca del calor del Mediterráneo en esta semana de macropuente escolar, pero a nada que el tiempo acompañe un poco la cita de Estíbaliz luce como una fiesta entrañable y familiar.
Así ocurrió ayer, en una jornada que arrancó con el tradicional concurso de pintura rápida al aire libre, que en su vigésimo primera edición volvió a llenar el entorno del santuario de artistas, participantes en el certamen y a quienes se entregaron los correspondientes premios ya cuando la fiesta tocaba a su fin. El triunfador de la jornada fue Carlos Espiga, mientras que el segundo premio recayó en Lucio Fernández y el tercero en Félix Flamarique. En la categoría infantil se impuso la joven Maialen Errasti.
Luis García de Albéniz participaba por primera vez en el concurso. “A mí me cuesta unas cinco horas pintar el cuadro, pero hay que tener en cuenta que es acuarela y se tarda menos que con otras técnicas, como el acrílico o el óleo”, señalaba, protegido del viento norte bajo los soportales del centro de recepción al peregrino.
En la joya románica que pintaba Luis celebró misa, acompañado por la agrupación coral Mairu, el nuevo obispo de Gasteiz, Juan Carlos Elizalde, que hace apenas cuatro días se estrenaba al otro extremo de la ruta que une la pasarela de Olaranbe, en Armentia, y que ayer paseaba relajado por las campas después de la celebración, con los frailes de Estíbaliz como inmejorables guías. El obispo visitó además la exposición sobre el románico alavés ubicada en el centro de recepción al peregrino, acompañado por familiares llegados de su Navarra natal.
Una segunda celebración se desarrolló una hora más tarde en lenguaje de signos para que todos pudieran ejercer su derecho al fervor religioso. “Si me oís, marchaos, porque es para sordos”, aclaraba el cura.
astillas por los aires Hubo también deporte. El zumbido de las hachas atrajo a las familias al Campeonato individual de aizkolaris, al que los más pequeños no perdían ojo. Las astillas de haya fresca saltaban por los aires en un certamen en el que se impuso el vizcaíno Julen Larrea por delante del navarro Kañamares y del alavés Eloy Kortxero. Además, sobre la hierba de Estíbaliz se pudo disfrutar también del levantamiento de piedra a cargo del campeón alavés, Julen Díaz, de Peñacerrada.